Ya que el cabreo que llevo no me lo voy a quitar de encima, al menos voy a intentar sacar algo de provecho de una experiencia cíclica que me irrita mucho.
Tan común como que los escritores se rasguen las vestiduras porque no se leen libros de autores españoles es que estos mismos confiesen que... ellos tampoco los leen.
Muchos autores se impacientan o incluso se siente dolidos por la tardanza a la hora de obtener una valoración sobre su manuscrito. Analicemos un poco el asunto.
Otro tema recurrente: las sempiternas quejas porque los malvados editores no prestan oídos a los protoescritores. ¿Estamos abocados a sucumbir bajo el imperio del mal?
Un tema recurrente entre protoescritores. Como parece que hay mucha confusión y un deseo manifiesto por parte de algunas empresas de mantenerla, allá va esta entrada.