Estoy de acuerdo en todo menos en una cosa, lo del margen de beneficios para un autor autoeditado: si la editorial que se encarga de esto le ofrece un 30% al autor es porque ese es el 100% del beneficio una vez que se deducen los porcentajes de distribuidora y punto de venta. En una edición normal, el editor se lleva más o menos ese 30% también (a lo que hay que descontar el 8-12% habitual para el autor y los costes fijos). Ninguna editorial puede ofrecerle a un autor más del 30% aprox. por la sencilla razón de que los intermediarios se quedan más o menos con el 70%
Autoediciones, coediciones y ediciones
Un tema recurrente entre protoescritores. Como parece que hay mucha confusión y un deseo manifiesto por parte de algunas empresas de mantenerla, allá va esta entrada.
Cuando uno se decide a dar el salto y publicar de un modo "profesional", es decir, a poner sus historias en los libros que hemos visto toda nuestra vida, lo primero que se encuentra, a parte de infinidad de rumores, es que hay varios modos de hacerlo. Tres términos parecen recoger las distintas modalidades: autoedición, coedición y edición. Vamos a ver qué significan realmente del modo más frío posible.
Es importante hacerlo porque muchos cantos de sirena se amparan en la terminología y porque hay muchos autores que no saben muy bien de qué va el asunto cuando, por fin, deciden que su manuscrito merece ir más allá del cajón de su escritorio. A veces tampoco es fácil encontrar a quien pueda dar un consejo sin verse mediatizado por la relación con el autor.
Junto con cada modo de publicar mencionaré algunos mitos y tópicos relacionados.
Ediciones: Empecemos por lo que debería ser lo básico, lo común, aunque estadísticamente no sé si es el caso. Una edición normal se caracteriza porque un editor decide apostar por el trabajo de un escritor.
Grande o pequeño, el editor pone los recursos necesarios para que la obra del escritor se convierta en un libro comercializado. Por supuesto, el editor es quien se encarga de cubrir los gastos de la edición: el autor se limita a poner su obra y a ayudar en la promoción de buena fe, lo que no quiere decir que tenga que ser él quien se encargue del servicio de prensa. Con sus más y sus menos, el propio editor, dentro de sus capacidades, es quien se encarga de esto, así como de vender los libros, tratar con la imprenta, maquetar, etc..
En una edición convencional, el autor puede participar o no en el proceso de corrección, selección de portada, promoción y otros aspectos relacionados, pero no va a sufragar gastos de ningún tipo. Bien al contrario, deberá ser remunerado por su trabajo y/o recibir unos ejemplares de cortesía. El porcentaje de derechos de autor que recibirá y las condiciones generales dependen, obviamente, del contrato que firme y del tipo de editorial. Lo que es indispensable es que el editor sea quien corra el riesgo económico al apostar por el autor, lo que hace que tenga que moverse para vender sus libros, que son los que le darán beneficios.
Mitos relacionados:
1. Los pequeños editores no pueden permitirse asumir todo el riesgo económico. Esta es la excusa que esgrimen muchas empresas de autoedición, y es falsa: existen sellos modestos que viven con este modelo. Tienen que seleccionar bien lo que publican e invertir mucho trabajo, pero siempre asumen ellos el riesgo. Actualmente, se pueden sacar tiradas de small press o digitales, que reducen mucho la inversión.
2. En las editoriales tradicionales es imposible entrar si no te conocen. Otro bulo que circula para que la gente se anime con las autoediciones. Nadie dice que sea fácil que te fichen como autor en una editorial convencional, pero es posible que lo hagan aunque no conozcas a nadie en el mundo editorial y sin tener enchufes ni nombres respaldándote. Lo sé por experiencia propia. Eso sí, cada editorial tiene sus propios sistemas para captar nuevas obras y autores, y es bueno conocerlos para ser más eficaz a la hora de intentarlo (o de desistir con determinados sellos).
3. Un libro editado con este sistema tiene que ser (ponga aquí su adjetivo: comercial, buenísimo, de moda, etc.). Falso. Lo único que es seguro en estos casos es que el libro es, simplemente, una obra que el editor ha encontrado adecuada para su línea editorial: de cajón. Es por esto que es muy importante ver qué publica un sello antes de perder el tiempo mandándole manuscritos. Tampoco merece la enfadarse porque el sello X solo publica novela romántica de zombis americanos, por ejemplo. Si no te gustan los libros que publican, ¿por qué quieres que el tuyo esté entre ellos?
Coediciones: Las coediciones, aunque algunas empresas de autoedición utilicen el término para que suene mejor su trabajo, son ediciones realizadas por dos o más editores, entre empresas que apuestan conjuntamente por un título. El autor no pinta nada en ello. Una coedición se puede realizar entre un ayuntamiento y un editor, por ejemplo, para sacar el libro conmemorativo de un certamen. O entre dos sellos editoriales que ponen recursos en común; editar no es solo poner dinero: implica maquetar, corregir, diseñar, comercializar y un sinfín de cosas más. Destino y Scylla, por ejemplo, han lanzado libros juntos, coeditados entre ellos.
Mitos relacionados:
1. Si el autor paga la mitad de la edición está coeditando. Falso. Si alguien paga por publicar su obra, aunque le digan que está pagando la mitad (que suele ser falso y fácil de comprobar con unos cálculos rápidos), se está autoeditando.
2. Una coedición y una autoedición es lo mismo. Aquí el problema es de terminología: como cada nombre indica, son cosas distintas, aunque a veces se usen indistintamente. En la primera, dos o más entes hacen un trabajo común, y en la segunda, uno aporta dinero para publicar su propia obra.
Autoediciones: Una autoedición se da cuando un autor decide que su obra ha de ser publicada y pone sus recursos económicos, que no literarios, para conseguirlo. La autopublicación puede realizarla el autor directamente (asumiendo el papel del editor y tratando él mismo con la imprenta, o incluso creando un sello editorial) o a través de una empresa de autoedición (que son todas las mal llamadas editoriales que piden dinero a los autores, sea mucho o poco).
Otras modalidades de autoedición incluyen eufemismos como "comprar parte de la tirada" (que, en el fondo, es pagar parte o la totalidad de la edición) o "coeditar" (como hemos señalado antes).
Mitos relacionados:
1. Autoeditar es la única alternativa para los jóvenes autores desconocidos. Falso. Aparte de existir la posibilidad de publicar gratuitamente en Internet, los jóvenes autores desconocidos tienen sellos que apuestan por ellos, concursos no amañados y convocatorias abiertas. Es más fácil, no obstante, que pagues a alguien para que publique tu libro, claro. Así no hace falta ni que se lo lea.
2. Autoeditar es la alternativa de los escritores fracasados. Falso también. Decidir autoeditarse no tiene nada que ver con la calidad de la obra ni del autor en cuestión. Hay autores que deciden pasar de los sellos editoriales por otros motivos: no quieren asumir ese esfuerzo, quieren que su libro se edite de un modo muy particular, les gusta hacer de editores, prefieren conservar todos los posibles beneficios, no encuentran un sello a su medida...
Personalmente, conozco un libro autoeditado directamente con una imprenta que está muy bien. Se titula Un año de palabras y fue un regalo a sí mismo que se hizo el autor (y que, de paso, hemos disfrutado unos cuantos). No tenía necesidad de hacerlo, como prueba que el autor ya tiene una antología colocada con un editor convencional.
También participé en su día en una experiencia de autoedición con El desván de los cuervos solitarios. En aquel caso, fue porque queríamos hacerlo a nuestra bola, y la cosa salió muy bien. Hacer de editor también tiene sus satisfacciones y su lado creativo y no está mal hacer un primer experimento con una obra propia o de colegas, no vaya a ser que la cosa salga muy mal.
3. Las autoediciones pagan más derechos de autores a los escritores. Falso. Desde el momento en el que el autor paga por la tirada, el 100% del margen de beneficio es lo que se merece. Cuando uno paga una autoedición está pagando sobradamente el trabajo de los intermediarios, sean estos cuales sean: impresor, encuadernador, diseñador, ilustrador, maquetador, etc. Además, lo suelto ya de paso, solicitar un ISBN es gratis, por mucho que lo cobren en muchos sitios. Los gastos de gestión que meten en muchos sitios son desorbitados.
Que te ofrezcan el 30% cuando has puesto dinero no es mejor que el 10% cuando no lo has puesto. Cualquier cálculo rápido rompe la lógica de estas cosas.
4. Todas las autoediciones son timos. Falso. Como dice el refrán, de todo hay en la viña del señor. Si uno se decide a autoeditar, lo importante es que se informe bien y valore bien qué es lo que quiere invertir en el proyecto.
Conozco, por ejemplo, empresas de autoedición que contratan correctores de estilo para poner a punto los manuscritos que publican, y que son muy exigentes y tienen estándares muy claros. Que no quieran correr riesgos económicos no quiere decir que no se tomen en serio la imagen de su sello o que no tengan una línea editorial.
Por desgracia, también conozco empresas de autoedición que mienten a la hora de realizar una tirada, que no leen los manuscritos, que les importa un pepino cómo salen los libros, que no se molestan en llevarlos a las librerías, que no cumplen, en definitiva, lo que prometen.
Mi recomendación es que, cuando se recibe una propuesta de autoedición y se tiene interés por valorarla, se haga con la cabeza bien fría: las cartas elogiosas sobre la calidad de nuestros escritos no suponen un gran trabajo para un autoeditor. Todas las empresas de autoedición se declaran grandes justicieros y amigos de los escritores amantes de la literatura. Para no llevarse un chasco, lo mejor es trabajar sobre seguro. Hacer cuentas con los presupuestos que dan, también.
A día de hoy, gracias a las nuevas tecnologías, existe una cuarta vía que tiene algo de autoedición pero que no requiere inversión: los servicios de webs como Bubok o Lulu.com. Estas empresas permiten colgar un manuscrito on-line en formato pdf y que la gente lo compre en formato libro físico, de papel.
El planteamiento de estas webs es simple: el autor (o su editor) se encarga de que el archivo esté a punto (formato, estilo, ortografía, interés, etc.) y ellos, simplemente, se quedan con un tanto del PVP. Asumen el papel de distribuidores e impresores. El autor el de "editor", con comillas.
No existe el aval de un sello editorial detrás, lo que asemeja la experiencia a una autoedición, pero, al mismo tiempo, tampoco hay un desembolso económico por parte del autor (si este se controla y no compra libros para sí mismo).
A día de hoy, creo que he probado todas las experiencias. Cada modelo tiene su utilidad. Personalmente, no obstante, me siento más atraído por la edición convencional. Es la única que me asegura que, a parte de mí mismo, hay alguien más interesado en el interés literario de mi obra.
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Yo conozco otra modalidad en la que se obliga al autor a que compre los ejemplares que no se vendan en las presentaciones, claro son autores que ves que tienen presentación del libro cada semana.
Muy buena y acertada entrada, estoy en todo de acuerdo contigo.
Estoy de acuerdo en todo menos en una cosa, lo del margen de beneficios para un autor autoeditado: si la editorial que se encarga de esto le ofrece un 30% al autor es porque ese es el 100% del beneficio una vez que se deducen los porcentajes de distribuidora y punto de venta. En una edición normal, el editor se lleva más o menos ese 30% también (a lo que hay que descontar el 8-12% habitual para el autor y los costes fijos). Ninguna editorial puede ofrecerle a un autor más del 30% aprox. por la sencilla razón de que los intermediarios se quedan más o menos con el 70%
Textualmente digo: "Desde el momento en el que el autor paga por la tirada, el 100% del margen de beneficio es lo que se merece." (la negrita la añado).
Las distribuidoras se quedan el 55% máximo, en cualquier caso (al menos, es lo más caro que he llegado a ver; por lo general es el 50%). El autoeditor no tiene por qué quedarse nada del resto porque ya ha sido pagado. Si se queda otra parte, está cobrando dos veces al autor.
En cualquier caso, a lo que me refiero es a que 30% no es mayor que 10% si se calculan sobre cosas distintas. Lo que importa al final es cuánto recibe el autor por cada libro. Me remito a un caso real que me propusieron: 30% del PVP, lo que hacía, digamos, 3 euros por libro. El caso es que con el pago inicial que me pedían a mí el libro me costaba 5 euros, por lo que mis beneficios eran de -2 euros libro (sic). En este caso no se puede decir que el autoeditor me podía dar solo 30% por culpa de la distribuidora ni que 30% es mejor que el 10% de las editoriales convencionales, ¿no?
En una edición normal, el editor se lleva más o menos ese 30% también (a lo que hay que descontar el 8-12% habitual para el autor y los costes fijos).
Y sí, claro, pero es que el editor normal paga él a los intermediarios. En el caso de la autoedición los está pagando el autor.
A ver, el esquema básico se puede poner así:
50% del PVP Distribución (incluye el margen de las tiendas).
10% del PVP Derechos de autor.
30% del PVP Producción del libro.
10% del PVP Margen del editor.
En una autoedición tienes que calcular cuánto estás pagan por libro del PVP. Si el libro se vende a 10 euros y tú has pagado 2500 euros por 500 ejemplares, estás pagando 5 euros por libro (el 50% del PVP). Si el autor pasa directamente por imprenta, debería pagar el 30% del PVP. Si cuenta con los servicios de un autoeditor, digamos que el 40%. Si paga más % del PVP nunca recuperará su inversión.
Cuando os hagan una propuesta de autoedición haced cuentas para saber de qué pie cojea el autoeditor. Hay algunos que ofrecen márgenes realistas. Otros dan márgenes que no permiten recuperar la inversión ni aunque vendas toda la tirada.
Como digo, de todo hay. Pero el % de derechos de autor solo tiene sentido si te lo pagan directamente, no si pagas para que te lo paguen.
Aplaudo esta entrada del blog porque servirá para abrir los ojos a más de uno. Muchos te lo agradecerán, estoy seguro.
Buen artículo, además de recordatorio. Lo que no me ha terminado de quedar claro es el bloque de la coedición, Juan. Yo siempre había pensado que la coedición, efectivamente, es realizada a través de la inversión tanto de la editorial como tuya, es decir, por partida doble y de forma mixta. Según tú, ¿no hay que pagar nada para coeditar? ¿Es solo una cuestión de editoriales o asociaciones?
Lo que no me ha terminado de quedar claro es el bloque de la coedición, Juan. Yo siempre había pensado que la coedición, efectivamente, es realizada a través de la inversión tanto de la editorial como tuya, es decir, por partida doble y de forma mixta. Según tú, ¿no hay que pagar nada para coeditar? ¿Es solo una cuestión de editoriales o asociaciones?
Estrictamente, la definición de coedición es la siguiente:
coedición.
1. f. Edición promovida y financiada por dos o más personas o entidades.
Es decir, no se excluye específicamente al autor, cierto. No obstante, creo que es importante tener claro que para que una coedición sea tal, tiene que existir una colaboración real. No es lo mismo que un ayuntamiento ponga dinero y el editor ponga los medios técnicos, o que dos editoriales saquen un libro porque una tiene los derechos de autor y la otra tiene capital o un tirón adecuado para publicarlo, que el caso donde un particular pone una cantidad de dinero que no sabe evaluar hasta donde llega para ver su libro publicado por un sello que se dedica exclusivamente a eso, a captar autores que no tienen experiencia en el medio.
En una coedición clásica, el autor no forma parte ni de la selección (que puede ser por concurso o por decisión de un comité editorial) ni de los gastos ni gestiones de publicación. Claro está que pueden darse casos intermedios menos claros. Por ejemplo, imaginemos que un autor recibe la propuesta de publicación de una editorial convencional pero él quiere implicarse en el proceso de publicación como un socio más y es un profesional del sector.
El punto que quiero destacar es que cuando te dicen "no, esto no es una autoedición: es coedición porque solo vas a pagar la mitad de la tirada" y luego te presentan una factura que tú no has contrastado y por unos medios que no has gestionado, están amparándose en la ambigüedad de la terminología.
Pongo dos ejemplos cercanos. El primero, es mío. Me ofrecieron una coedición y me pasaron una factura desorbitada. Yo les dije, "ok, pero ya me encargo yo de reducir costes, que nos saldrá más barato". Y les fui diciendo que me encargaba de determinados puntos: maqueta, diseño de portada, correcciones de estilo, encontrar una imprenta más barata. Como no era realmente una coedición (si no, hubieran estado encantados de reducir costes), al final dejaron de contestarme, sin explicaciones. Obviamente, no pretendían que yo pagara la mitad y ellos la otra mitad, sino que yo pagara todo y no participara en el proceso de edición.
Otro caso, este al revés. Un autor recibe una propuesta de autoedición pero no quiere o no puede pagar, así que se encuentra un mecenas: el ayuntamiento de su pueblo. El ayuntamiento decide que tiene fondos para apoyar la cultura y a un miembro de su comunidad y es el que aporta el capital. La autoedición se convierte en coedición porque es el autoeditor quien ha decidido publicar el texto y es el ayuntamiento quien corre con los gastos.
Los casos intermedios son numerosos, pero creo que lo importante es saber qué se firma y qué te están ofreciendo y exigiendo. Que los nombres no nos despisten.
Reproduzco aquí lo dicho en otro post por si fuera de interés
Mi experiencia con la autoedición fue, como casi todo en la vida, agridulce.
Yo en aquellos tiempos me veía muy alejado de los circulos editoriales y de la calidad que presuponía en ellos. No he recibido nunca ninguna oferta de coedición en el sentido del que hablaís, pero quería hacer algo despues de ese primer año de feliz encuentro con este mundo y los compañeros que lo pueblan. Necesitaba darle un colofón, un broche.
Me informé, vi que existía ese mundillo de la seudoedición, y, por la experiencia que contó un compañero y la que me han dado los años de talego, supe que no me podía fiar, pues todo es negocio (o como dice House, everybody lies).
Aún así quise dar el paso y trate con ellos como lo que son, empresas que ofrecen servicios de edición. Tu pagas, y ellos hacen lo que contratas. A pesar de ello, me resultaron un poquito farrulleros. Claro, juegan con un producto que conlleva mucha implicación emocional y lo saben.
Aún así, con sus más y con sus menos, fui luchando por alcanzar mi objetivo: publicar los relatos que escribí ese año, controlando y cuidando el resultado lo mejor que supe. Acerté en algunas cosas, como los ilustradores, estupendos, los maravillosos prologuistas y la calidad material del libro. Fallé en otras, como no haber contratado a un corrector que puliese esos 'problemillas' que tengo con los acentos, y que maquetase correctamente los relatos.
Cuando lo recibí me sentí orgulloso, y decidí que quería compartirlo, así que mi forma de buscar lectores y comentarios fue regalar el libro a quien se comprometiera a hacerlo. De ese modo conocí a nuevos y estupendos compañeros. También lo mandé a cuanta página se me ocurrió, con mayor o menor fortuna. Hubo quién se apiado de mí y mi descaro, y hubo quién simplemente ignoró mis correos. Allá ellos, les espero en la siguiente reencarnación. Me hice un blog dónde plasmé todos estos comentarios y reseñas, de un modo bastante artesanal, y he de reconocer que durante los primeros tiempos disfruté mucho con ello. Las críticas eran buenas y yo me ilusionaba y animaba con ellas. De hecho, se lo he seguido dando a algunos compañeros nuevos que me lo han pedido, y sigue haciéndome ilusión recibir sus comentarios, reseñas y opiniones (es lo que queremos, ¿no?, ser leidos)
Teneis la página en mi firma, por si teneis curiosidad.
Más tarde, no sé si por circunstancias de la vida, agotamiento mental o simple período de bajada, mi producción ha decaido bastante en calidad y cantidad. Probablemente una simple etapa. En todo caso, tras esos momentos comprendí que tenía que buscar una nueva senda. Buscar lectores de otro modo. En definitiva, salir al mercado.
Hoy en día gran parte de esos relatos y algún otro posterior están comprometidos con una editorial para ser publicados. Hasta cierto punto, y es mi noñeria de siempre, me parece como una pequeña traición al espiritu de ese primer libro. Pero imagino que para crecer hay que progresar, buscarse un sitio donde poder conseguir nuevos lectores, nuevos intereses que llenen el motor y las ganas de seguir escribiendo.
Tengo algunas antologías más en cartera, pendientes de ser mandadas al frio mundo de las editoriales esas de verdad, de las que te juzgan y te rechazan. No estoy con mucho animo, lo confieso, y ahora me meto de nuevo en la cocina de las emociones del protoescritor que soy (¿recórdais los post de OJ, como"Odio la fantasía..."?). Sé, y mi cerebro lo tiene claro, que Pedro tiene razón cuando dice que se trata de perseverar. Pero por otro lado también es cierto que de nada sirve saber que al final del camino hay un gran banquete si no eres capaz de conseguir el sustento imprescindible durante el camino. Es fácil morir de inanición, porque la promesa de comer no alimenta. Y los protorcillos necesitamos nutrirnos. Ya sabéis de qué. Llamadlo, orgullo de padre/creador.
Pero también llevar tiempo en esto te hace más sufridor, te da más aguante, hay que reconocerlo. Y, en el fondo, acabas dandote cuenta que realmente dónde estás bien es en el camino, con sus derrotas y dificultades, pero también con sus pequeñas alegrías y la hermosa compañía. Por eso, llega un momento donde lo único que quieres es seguir caminando, escribiendo, soñando...
¿Sacaré más antologías? Sólo el casquivano dios del azar y el mercado lo sabe. Buscaré nuevas formas de llegar a los lectores, seguiré participando en certamenes tentando a la suerte, y compartiré con vosotros dichas y pesares. Y, si lo intangible lo quiere, volveré a escribir, a buscar ese relato perfecto, a sentirme vivo y pletórico embriagado de creación, sin saber si me esperan laureles o un simple palo que chupar en un charco. Y puede que entonces llegue a acariciar 'lo sublime'. Aunque sólo sea un poquito.
PD: Y pasaros por la sección de relatos de la página, protorzuelos, que ya os vale, que no apestamos... ¿O sí?
Muy claro, gracias por la información. El problema es lo dificil que es encontrar puertas. Yo he tropezado con un pequeño editor que no puede permitirse sacar libros de otros y hace una autoedición, pero entre todos los que he encontrado me parece el mejor. He tropezado con autenticas aberraciones económicas.
Supongo que es cuestión de tiempo tanto para ser conocido, como experiencia y encontrar mas puertas.
Gracias por la entrada, me ha gustado
Clarito, clarito, Patapalo XDDD
Me lo llevo al muro por si alguien no lo veía tan cristalino.