Tan común como que los escritores se rasguen las vestiduras porque no se leen libros de autores españoles es que estos mismos confiesen que... ellos tampoco los leen.
Hace poco han entrado unos cuantos nuevos miembros en Nocte, un momento tan bueno como cualquier otro para constatar que ese tópico de que no se leen autores nacionales está ahí, y tiene una base fuerte y arraigada. Uno de los nuevos, incluso, comentaba que cuando se decidió a mover su novela lo comprobó de inmediato: sus estanterías, que se nutren de grandes librerías, eran la primera evidencia: ni un solo español. En ellas no encontró, por supuesto, ningún sello donde colocar, a priori, su obra, pues a esos sellos a los que nunca les había comprado libros de paisanos suyos, ¿cómo iba a interesarle un manuscrito suyo?
Su reacción es la que hace, precisamente, que se perpetúe el fenómeno: en vez de comprar unos cuantos libros de editoriales que sí publiquen autores españoles y ver al lado de cuáles querría que estuviera su novela, se puso a mandar indiscriminadamente su manuscrito a todos lados. Mala elección. El resultado, como os podéis imaginar, fue variopinto y, por supuesto, le llegaron unas cuantas propuestas de autoedición. Sí, esas empresas se conocen bien el percal.
No pretendo aquí criticar al compañero, quien además ha tenido el valor de decir las cosas claras y por escrito, sino señalar la aparente incompatibilidad entre ambas posturas: o nos quejamos de que no se leen autores nacionales y los leemos, o no nos quejamos cuando nosotros somos el autor y no nos leen. Las dos cosas, no, por favor.
Por supuesto, no estoy diciendo que haya que leer autores nacionales. Cada uno que haga lo que le dé la gana. Personalmente, leo cada vez más obras escritas originalmente en castellano por dos motivos: se me indigestan las malas traducciones y estoy fichando escritores que me encantan que trabajan en mi lengua natal.
Lo que sí estoy señalando es que, como se suele decir, conviene aplicarse el cuento. En primer lugar, es bueno para un escritor leer a autores que trabajan con su misma lengua. Un traductor bueno, y subrayo lo de bueno, es un buen sustituto, pero no deja de ser un sustituto salvo contadas excepciones. Excepciones que, además, se hacen cada vez más raras con las condiciones laborales que se les imponen en el gremio, cosa que daría para otro artículo.
En segundo lugar, si queremos que los sellos apuesten por autores nacionales, es necesario que perciban que estos tienen sus lectores potenciales. Si no los tienen, no les publicarán, porque las editoriales no funcionan (salvo excepciones) por sentidos universales de la justicia, sino por inercias de mercado. Por eso, quejarse de que los editores no publican autores de aquí cuando no lees a autores de aquí es absurdo.
Sin embargo, este absurdo tiene su raíz en algo muy propio de muchos protoescritores: tienen el convencimiento de que leerles a ellos merece la pena (algo que consideran, en su fuero interno, indiscutible) pero no tienen la más mínima impresión de que, por el contrario, les puede venir bien leer a otros autores (menos aún nacionales, que rara vez son publicados por grandes sellos, y por algo será). Al final se recolecta lo que se siembra.
La reflexión la voy a apuntillar con una gota de veneno. Ya he dicho alguna vez que si tuviéramos tantos suscriptores o lectores como aspirantes a autores en el Calabazas en el Trastero, la cosa iría viento en popa. Ahora añado: si tuviéramos tantos pedidos como felicitaciones recibimos por convocatoria por la magnífica labor que hacemos dando una oportunidad a los autores en castellano, podríamos doblar la tirada inicial. Ahí queda.
Pero tampoco es cosa de quedarse con el vaso medio vacío. Los tiempos cambian y confío en que dentro de un tiempo ya no será posible rasgarse las vestiduras con este tema: lo bien que están funcionando las apuestas de sellos como Dolmen y Salto de página entre los lectores, que son los que al final cuentan de verdad, abren camino a la esperanza.
Pues yo estoy leyendo cada vez más hispano. No terror, que me va menos (aunque alguno hay) pero fantástico y SF, un montón. En mi vida había visto tanta publicación y tan buena. Y me gusta. Y hasta me quita las ganas de escribir, pensando... ¡jamás lo haré igual!
Desde luego es una pena que nuestros autores patrios se lean poco. Pero creo que esto está cambiando. Autores como David Jasso, o David Mateo, cada vez se leen más. O Juande Garduño, apunto de ver convertido su libro en película. O Susana Eeve o Virginia Perez, cuyas novelas han alcanzado notoriedad, y otros muchos...
Respecto a Calabazas, entono un mea culpa, pero con matices. Me gusta la revista, me gusta como lo haceis, pero soy perezoso. No la veo en las librerías, y me cuesta pedirla por internés y andar con las transferencias pacá y pallá. y que me llegue el ejemplar dañado por culpa de la brutalidad postal. Por eso las pillo de hispacón en hispacón, cuando las veo en vuestros puestos. Si consiguierais que se vendieran en más librerías, que tuviera más visibilidad en el puesto de venta... Pero eso es dificil, lo se. Implica más tirada, más riesgo. De todas formas estaría bien que pusierais una lista de librerías donde puede conseguirse el nº que salga a la venta en cada momento.
De todas formas, si que estoy de acuerdo contigo en que á los autores patrios debería reservarseles un huequecito al menos en nuestras domésticas estanterías. O un huecazo. Se lo merecen.
Yo soy la Justicia... en MegaCity One