Cuando el bien no es relativamente homogéneo sino diferenciado se habla de competencia monopolística.
Competencia desde luego que hay en el mercado de la cultura y muy fuerte, pero no por ofrecer mejores precios o más calidad sino de un tipo muy distinto, estratégico, que en los llamados mercados de competencia perfecta no existe. Las grandes distribuidoras compiten entre sí con campañas de marketing, captando los canales de distribución, mangoneando a los artistas, haciendo presión política... Al mismo tiempo hacen fuerza común contra los pequeños distribuidores para mantenerlos lejos del pastel y hay un acuerdo tácito para que la competencia se desarrolle en este ámbito y no en el de los precios.
Existe la idea errónea de que cualquier tipo de competencia entre empresas es buena pero no es cierto. Como consumidor no me beneficia en nada que compitan por desarrollar las campañas publicitarias más agresivas o ingeniosas y no tengo interés en pagar ese tipo de estrategias empresariales.
Solharis, si no niego que la producción de un disco o una película tenga una estructura de costes similar a un monopolio natural, pero es que yo no veo el poder de marca o la imagen como un monopolio.
Tenemos un problema de distinta percepción: tú tienes una concepción del monopolio muy amplia (un autor tiene el monopolio sobre sus obras) y yo más restrictiva (nadie tiene el monopolio de la música o del cine).
Mi postura es simple: desde el momento en que hay empresas que compiten (Marvel compite con DC, Fox con WB...) no creo que quepa hablar de monopolio, por mucho poder de marca que haya.
En cualquier caso, sí que coincidimos que las discográficas, entendidas como epresas que ofrecen producción y promoción a los cantantes, son un oligopolio.