Te lo dije
No tenía ganas de nada. Solo de permanecer en la cama. Tendría que haber denunciado, se decía. Pero enseguida caía en ese sopor que debía agradecer a los somníferos. Y a su madre, que al verla llegar con la ropa desgarrada, solo había pronunciado su famosa frase.
La batalla que tenía que ganar.
- ¡Oh supremo señor!
- Dime, pequeño
-¿He vencido el combate del Verano Agonizante en el Castillo Siniestro?
-No - respondió el Alto sacerdote del culto del Bolígrafo rojo-. Has sido derrotado sin paliativos
-Vamos, que repito tercero, ¿no?- dijo Adrián con desánimo.
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