Inevitable
El muñeco fue el primero en cerrar los ojos. El choque frontal no dio tiempo a la madre a mirar hacia atrás. La niña dormía, no necesitó cerrarlos. Y el padre, aunque ya nunca lo iba a poder reconocer, los cerró justo antes del accidente. No pudo evitarlo.
La madre de diez infantas
Cuando entra el rey, la alcoba se vacía de sirvientas y la reina mirándole con ojos apagados desde su cama le solloza: “Lo siento, querido. He vuelto a fracasar, me temo que la guerra de sucesión es inevitable”.
Petonet, beso. Cariño, carinyet...