Dibujos y fragmentos póstumos
Reseña de la obra de Charles Baudelaire recopilada por Sexto Piso
Hay autores, como es el caso de Charles Baudelaire con Las flores del mal, que parecen verse devorados por sus propias obras. Es tal la fuerza que encierran que es imposible pensar en ellos sin que se vean eclipsados, en cierto modo, por estas. Al mismo tiempo, aun bajo la penumbra de dicho eclipse, es difícil no preguntarse por ellos, por la persona detrás de la obra inmortal.
Libros como este Dibujos y fragmentos póstumos que nos brinda la editorial Sexto Piso en una edición de lujo pueden ser la clave para un primer acercamiento. Incluye, en papel de gran calidad, reproducciones de la obra gráfica de Baudelaire, un artista obsesionado con la imagen que no la trabajó únicamente con palabras, sino también con bocetos, caricaturas y dibujos. Esta primera parte del libro ya sorprende y seduce por el ingenio y la honestidad que encierra. Desde ese autorretrato bajo los efectos del hachís que sirve de portada a los retratos de amigos, mujeres y adversarios con los que convivió, se percibe una franqueza y una agudeza fuera de serie. Y es solo el preludio —hermoso, eso sí—, de lo que nos espera más adelante, un ángulo más desde el que redescubrir al artista.
Dibujos y fragmentos póstumos recoge en su parte central una serie de anotaciones que hizo el propio Baudelaire en la etapa final de su vida. Se trata de un compendio de ideas y bosquejos de posibles trabajos que quizás hubiera terminado más adelante, pero también de reflexiones, obsesiones, aforismos y citas con los que nos podemos hacer una idea de su carácter y de su genio. En ocasiones es poco más que una palabra, en otras, una frase certera que se queda marcada a fuego en nuestra memoria, pero siempre, incluso cuando resultan crípticas, tienen su valor como una pieza más del puzle dejado por el poeta.
En cierto modo, el libro funciona como una ventana abierta al taller literario del autor. Todos aquellos que se hayan abandonado alguna vez a la pasión de escribir podrán captar ese deseo furibundo de cazar las ideas, de evitar que se evaporen con el paso del tiempo. Presa de la enfermedad, o quizás solo atacado por sus nervios, nos damos cuenta en ocasiones de lo erráticas o reiterativas que pueden ser estas notas, algo que, lejos de restarle valor, se lo añade: nos sentimos partícipes de su intimidad y privilegiados por poder vislumbrar algunos de sus engranajes creativos.
El conjunto resulta conmovedor y fascinante al mismo tiempo. Dentro de sus controversias y sus manías personales —los apuntes sobre mujeres y conserjes son, por lo menos, chocantes—, es innegable el genio y la agudeza del autor, y aquí lo encontramos sin filtros, a pecho descubierto. En este sentido, los prólogos inéditos de las reediciones de Las flores del mal resultan estremecedores.
El libro se cierra con una breve traducción de unos apuntes de Edgar Allan Poe que engarzan con las reflexiones que dejó en los fragmentos y un artículo de Ernesto Kavi que nos acompaña a la hora de digerir todo lo leído.
En definitiva, Dibujos y fragmentos póstumos no es solo una obra de gran interés para estudiosos de Charles Baudelaire o de la época y el entorno en el que vivió, sino también un destilado de literatura pura, un vistazo a la trastienda de uno de los grandes maestros de la palabra, un compendio lleno de filosofía, vitalidad y amargura, un canto al arte y a la poesía. Un fragmento, en definitiva, de la grandiosa obra que invocó este escritor y que nos presenta en una edición extraordinaria Sexto Piso.
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