El sádico
De pequeño disfrutaba torturando animales, viendo cómo sufrían sus dueños y los niños sensibles. Ahora tenía aquel trabajo sublime en el que pasaba el día rodeado de lágrimas, dolor y cadáveres a los que mutilar sin remordimientos bajo la ropa escogida por las familias para su último adiós.
Sí quiero
En realidad, quería quererlo. Se pasó toda la vida intentándolo. Pero no se dio cuenta de que no lo había logrado hasta que tuvo que fingir el llanto en el tanatorio.