La nota
La ventana abierta y las cortinas flotando. Esas fueron las primeras señales de que algo iba mal. Las siguientes fueron el griterío de la gente en la calle y aquel papel sobre la mesa: palabras de despedida mezcladas con lágrimas. No se atrevió a mirar por la ventana.
Fallido
Magullado, entró en la tienda de disfraces e irritado lanzó el traje de Superman en el mostrador. «Cámbieme estos andrajos del demonio por unos más mundanos que, a este paso, mi mujer me va a encontrar encima del puente y no debajo como le dejé escrito».
Petonet, beso. Cariño, carinyet...