Grotesque
Reseña de la obra de Ignacio Cid Hermoso y Javi Hernández publicada por Dissident Tales
Dicen que este es el trabajo más personal de Ignacio Cid Hermoso y no es difícil de creer: en sus páginas se plasma una energía franca y sincera, arriesgada y emocional, que atrapa sin remedio. Al menos, a los que nos fascinan esos otros lados del espejo en los que nos inició la Alicia de Carroll. Es también, por lo mismo, una obra difícil de explicar.
Su estructura es la de un fix-up poco preocupado por las conexiones y las costuras: se plantea como una serie de relatos independientes que terminan por construir una semana extraordinaria. Cada historia funciona por sí misma y tiene sus propios protagonistas, pero dialoga con las demás; de hecho, al final, y sin ningún tipo de aspavientos, todas terminan enlazadas.
Pero más que de un modo argumental, lo hacen de un modo entre estético y vital: Grotesque es un abanico de emociones y un modo de transmitirlas al lector. No es surrealismo ni realismo mágico, aunque tiene algunos de sus ingredientes y toma algo de sus lógicas quebradas. También hay un lado kafkiano que se muestra a través de cotidianidad revivida desde una perspectiva inesperada. Sin embargo, es sobre todo un trabajo personal, con carisma propio. La obra te invita a un juego único que es incapaz de dejar indiferente.
¿Por qué funciona tan bien este trabajo, que además ha sido realizado a todas luces para el propio autor quizás sin pensar siquiera en un lector? Es difícil de decir. Se podría hablar de la solvencia de la prosa, de la cercanía de los escenarios y cómo se conjuga con ellos el elemento fantástico, de la originalidad y de la crudeza (porque los textos son crudos, mucho en algunas ocasiones), de la estructura, de esos recovecos que parecen sacados de una bifurcación borgiana, de la humanidad universal que en el fondo rebosan... pero sería como intentar cazar sombras. Grotesque fascina tanto que resulta muy complicado diseccionar sus andamiajes.
Para rematar la jugada, el trabajo gráfico realizado por Javi Hernández es sobresaliente y encomiable. Si ya escribir esta reseña resulta complicado, no quiero imaginarme cómo habrá sido abordar las ilustraciones que acompañan los relatos. Y las borda. Una detrás de otra. Son sutiles, complejas en su sencillez, llenas de significado, de signos y códigos que, si no son nuevos, lo parecen. Es el trabajo de un artista en comunión con otro, algo fascinante. La química que desatan ilustraciones y relatos hacen de la edición de Dissident Tales una auténtica joya.
Sí, esa es la palabra: Grotesque es un libro precioso, para regalar (a alguien, a uno mismo), una obra de las que dejan huella. Un magnífico trabajo que no debería pasar desapercibido, algo grande, a pesar de su corta extensión, un hallazgo de los que marcan, como las cabezas de estatuas, inquietantes y atractivas al mismo tiempo, que asomaron un día por una gruta olvidada no muy lejos de Roma.
- Inicie sesión para enviar comentarios