Inspiración
Desanimado, miró los gorriones que habían ido a posarse en los cables del tendido, como notas de un pentagrama. Hacía tiempo que no componía, ni una canción, en meses. Casi sin darse cuenta empezó a tararear, leyendo la tosca partitura. Al cabo se volvió, contento: tenía un fantástico estribillo.
Locas motoras
Cuentan que se detenían, sin razón aparente, cuando alcanzaban las grandes praderas, sobre todo con la puesta de sol; que llegaban con retraso y que lloraban humo negro al cruzar los tramos dónde estaban instalando las nuevas catenarias.
Se acabó el cuento.