Casi ficción
El titubeo del pincel llenó de semen la boca de la puta pintada. Este pintor sinsorgo, a riesgo de estropear su cuadro, dejó el pincel en la paleta y observó en lontananza. No podía creerlo, aquel trazo blanco que le cortaba la boca a la mujer, ahora le parecía un acto de pura pleitesía, una mancha que rompía el armazón de sus terribles obras anteriores, previsibles, repetitivas, incompletas. Lo naíf era entonces necesario, un beso farmacológico para el arte y la ficción casi real que se presentaba ante sus ojos. Había dibujado a su futura mujer sin saberlo todavía.
¿La palabra mágica está puesta para mí?
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