Alquimia, asceta, arponear, asma, agarrotado, zozobra Zopenco Zurrón Zanahoria y Zafra.
El Secreto
El asceta caminaba como agarrotado, sin duda por efecto del asma y del peso de su zurrón. La zozobra de su empresa era algo que no podía contemplar y sin embargo, por culpa del inútil de su ayudante había estado a punto de fracasar. A veces le daban ganas de arponear a ese zopenco. En realidad, no recordaba si lo había hecho en efecto, pero al darse cuenta de que no le acompañaba, resolvió que así había sido. Una mala idea, después de todo, porque llevar la zafra llena de aceite era un trabajo arduo para su vieja espalda. Pasó junto a un pequeño huerto, escudriñando la tierra. De pronto se detuvo, estiró una mano (tan encorvado iba que no necesitó agacharse) y arrancó una zanahoria del suelo. "Aquí yace, después de todo, el secreto de la Alquimia" dijo mirando la hortaliza con una mezcla de sarcasmo y adoración.
A mí también me salió un poquito largo, pero beuno, creo que cumplí con el pedido de Asha:
La supuesta avidez con que Minos encauzaba sus proyectos generó una ola de descontento entre la enervada multitud cretense, sobre todo después del dudoso enfrentamiento entre la mentada bestia y ese tal Teseo. La murmuración fue originada no más que por el mismísimo arquitecto real, cuya lengua de fuego hablaba del asunto con total liviandad: « ¿Teseo? Si ese joven no es más que un pobre actor, de esos que se atoran en el colador. De hecho, fue el que interpretó a Dioniso en la celebración pasada. Os digo que no es un guerrero, si hasta tuve que confeccionarle un mapa como tatuaje para que pudiera escapar. Todo el evento fue un movimiento comercial, con el único objeto de convertir a Creta en uno de los principales emporios de Grecia.»
El aturdir de su susurro llegó a oídos del Rey, quien lo apresó inmediatamente e ideó el mejor castigo para el perjuro. Para ello, lo condujo por los pasillos del palacio de Cnosos hasta su recámara, en donde los esperaría la Reina. Al ingresar, la hallaron desnuda, introduciendo con renuencia un insecto negro en el abismo de su vagina, a modo de masturbación.
«Te preguntarás qué es esto, infiel Dédalo; pues luego de meditarlo un rato y teniendo en cuenta la amistad que nos ha unido hasta hoy, decidí que lo mejor sería que pagues tu traición con la construcción de otra obra, en los alrededores de mi retiro, como lugar de asilo para la próxima cría que Pasífae dará a luz. Pero para asegurarme de que jamás vuelvas a calumniarme ante el pueblo, a fin de que no acabes dicha obra y de que te sobrevenga la muerte antes de que termines, te encomendaré construir una infinidad de laberintos, porque mira, —y enseñó una risa cínica— le solicité a mi esposa que esta vez copulara con una cucaracha.»
Mauro Alexis.
"Habla de tu aldea y serás universal."