Yo me he enganchado a Jack Vance. Acabado «El jardín de Suldrun», he encargado el segundo de Lyonesse y ahora estoy buscando cómo hacerme con el tercero. Es un autor difícil de encontrar y, por lo que veo en la red, o le adoras o le desprecias (hay quien le pone de bodrio, de intrascendente y hasta de estilo ramplón). Yo, al menos de momento, soy del primer grupo.
Lyonesse es fantasía, pero de un tipo totalmente especial. A ratos parece rescatar trozos de los cuentos de hadas, casi los que leíamos de niños, pero desde un prisma muy diferente. Los seres mágicos son gamberros y a menudo crueles. Depravados, viciosos o simplemente indiferentes a los sentimientos ajenos. Y los personajes igual. He leído que Vance fue el precursor del «realismo sucio» introducido en el género fantástico, que tan buenos resultados le ha dado luego a Martin (y a Abercrombie & co.). Y creo que es cierto. Hablamos de novelas escritas en los ochenta, que describen un mundo medievalizante muy distinto del estilo imperante en el resto de producción coetánea. Hay intriga política y estrategias militares, más que batallas en todo su esplendor. Y paisajes que son familiares y a la vez no. Y luego está el humor, también propio y bastante gamberro. No se parece al de Pratchett, pero está igual de presente, casi, que en las novelas de este.
hace un montón que no cuento últimas lecturas. Ahí van algunas, tras apuntarme El maestro y la margarita.
Kanikosen, el pesquero de Takiji Kobayashi. Es un librito bastante crudo y muy panfletario que, al parecer, se ha vuelto a poner de moda ahora en Japón. Algo simplón, pero se lee en un par de horas.
Hola, América, de Ballard. Una autopsia de la imaginería estadounidense, o un viaje de turismo por los restos de sus clichés. Curiosa, aunque algo superficial. Los escenarios quedan chulos, pero los personajes son muy esquemáticos.
Órbita inestable, de John Brunner. Ya se ha comentado en un montón de reseñas, pero este hombre parece un fake. Es como si un autor de ahora desdibujase un poco la realidad del momento por fines narrativos en lugar de ser un escritor de hace cuarenta años especulando sobre el futuro. La trama es difícil de seguir, yo al menos a ratos me perdía, pero seguía resultando absorbente y ya tengo El rebaño ciego esperando en la pila.
En este momento estoy con El señor presidente, de Miguel Ángel Asturias. Me está sorprendiendo que no es el típico clasicorro peñazo, sino que resulta muy dinámico, con un montón de personajes cruzándose en sus empeños y funciona muy bien. Ya contaré cuando lo termine.
Ferrum ferro acuitur