No sé si recordáis que el año pasado os comentaba que los miércoles en Francia no había colegio y que este año lo implantaban. La moto se vendía como que así las jornadas escolares tendrían menos horas y, por lo tanto, los niños se cansarían menos y les cundiría más. Además, se contaba con que el rato hasta que los padres pudieran ir a buscarlos (porque, claro, las jornadas laborales no han cambiado) se completarían con actividades extraescolares tipo música, pintura, danza, deportes, etc.
Bueno, pues ya ha llegado el cambio y, después de un mes, empiezan a salir voces que dicen que igual lo quitan el año que viene. Los críos están agotados y sobreexcitados, con lo que atienden menos en clase y llegan a casa como motos. Los profesores aseguran que aparte de resultar más complicado gestionar las clases, con los nuevos horarios no les da tiempo de aprovechar ciertas horas sueltas. Los padres están que trinan porque no consiguen organizar su nueva rutina para recoger a los niños del colegio. Parece que si no tienes canguro o abuelos que te solventen la papeleta, eres un bicho raro.
La verdad, no me esperaba que la cosa se torciera tanto (sobre todo, porque en España siempre hemos tenido cinco días lectivos a la semana y nos ha parecido normal), y me sorprende también lo combativos que son los padres de a pie (en la reunión del APE -asociación de padres de alumnos- del otro día se ve que pusieron a caldo en vivo y en directo a los representantes del ayuntamiento que fueron a dar explicaciones).
También me ha suscitado la impresión de que igual uno de nuestros problemas básicos en enseñanza es que pasábamos demasiadas horas en los centros y les sacábamos, por lo tanto, poco rendimiento. Aquí las jornadas, ahora, las tienen de 8:30 a 15:45 horas, excepto los miércoles que son de 9:00 horas a 12:00 horas. En mis tiempos, eran de 9:00 a 17:00 todos los días. La reflexión sería extensible a las jornadas laborales.
Y me pregunto, una vez más, si dada la cantidad de parados que tenemos no sería factible repartir las horas de curro.
Respecto a cambiar la jornada española, no creo que funcionase. Creo que el problema de la baja productividad española viene de serie. Tal vez empezó por el horario, pero hoy en día parece genético.