Wild Wild West
Reivindicamos un poco la película de Barry Sonnenfeld protagonizada por Will Smith
Un poco, tampoco vamos a exagerar, porque Wild Wild West está lejos de ser una obra maestra. No soy capaz de juzgar si está a la altura o si es una adaptación fidedigna o interesante de la serie televisiva homónima de los años '80, ni creo que sea el problema para la mayor parte de los espectadores, que seguramente tampoco habrán visto los cuatro episodios de esta ni les importará su memoria lo más mínimo. Me pregunto, por lo tanto, de dónde viene la aparente animadversión a una película que en sí misma es entretenida y que, además, presenta un escenario original con unos efectos especiales bastante aceptables para la época (1999).
Es posible que uno de los elementos sea la actuación de Will Smith, que hace precisamente de Will Smith, o más bien de lo que se esperaba de él cuando saltó a la gran pantalla después de lobotomizarnos durante años con El príncipe Bel-Air, pero el caso es que Men in black debería entonces haber suscitado las mismas iras y su acogida ha sido infinitamente mejor. Personalmente, no creo que sea de sus mejores papeles, pero cumple sobradamente lo que se espera de él y funciona bien como contraste a Kevin Kline.
Otra posibilidad es el enfoque humorístico de la historia, que aúna lo excesivo con lo bufo buscando a partes iguales montar un gran espectáculo pirotécnico en la pantalla y relajar al espectador a base de risas. La trama, para ello, es sencilla en su desarrollo y olímpica en sus planteamientos. Tira de lo muy muy grande, es decir, de derrocar al presidente de los Estados Unidos y dar la vuelta al orden mundial (magnífica la escena del nuevo reparto final del territorio), y lo resuelve de un modo directo: con persecuciones, tiros y peleas a puñetazos. En este sentido, recuerda en algo a Van Helsing, otra película incomprendida, aunque el elemento cómico está mucho más acentuado, en algunos momentos hasta el extremo de la parodia.
Luego está el tema del retrofuturismo. Hay mucha gente (supongo que cada vez menos, aunque mucha cuando se estrenó) que no está familiarizada con el steampunk, ese subgénero de la ciencia-ficción que, bajo la alargada sombra de Julio Verne, introduce elementos futuristas reconcebidos bajo la óptica del siglo XIX para crear una suerte de ucronía más estética que prospectiva. En Wild Wild West es uno de los elementos clave, tanto de la tramoya como de la trama. Sin él, los planes del malvado científico loco no podrían funcionar, y sin él la puesta en escena de la conspiración y de los esfuerzos de los malos por destruir a los buenos serían mucho menos vistosos. También estos tendrían muchas menos oportunidades de imponerse a ellos. Curiosamente, es el elemento más cuidado del metraje y deja escenas para la memoria que consiguen incluso sobreponerse al tono humorístico de la historia.
Por eso, me ha dado por pensar que lo que más ha soliviantado a un cierto público, que hace que en imdb no llegue ni al aprobado (!), es haberse atrevido a reírse descarnadamente de la Confederación y de los rebeldes que se negaron a aceptar la rendición (y que en la película son despachados sin miramientos por el malo maloso, interpretado histriónicamente por Kenneth Branagh). Sé que hay un público al que se le pueden proponer ucronías de lo más osado, con arañas mecánicas del tamaño de un fortín y conspiraciones internacionales para acabar con Estados Unidos, pero al que se le atragantan cosas como un negro poniendo en jaque, sin el menor respeto, al mayor genio del mal del sur. Una cosa es ir por ahí rapeando o cazando ovnis y otra, muy distinta, atentar contra la memoria sagrada del país.
En fin, esperando equivocarme, valga este artículo para reivindicar Wild Wild West, una película entretenida dentro del género, que supo utilizar bien los medios materiales de la época y que en su estilo desenfadado funciona lo suficientemente bien como para darnos una buena tarde de entretenimiento.
- Inicie sesión para enviar comentarios