A la sombra de un adiós
–Kotenze no se queda conmigo. Al menos, por fortuna, siempre me quedará al final la soledad, en toda su desnudez –le dijo el poeta, filosofando–. Aunque si la soledad es tenerme a mí mismo como única compañía, la muerte será quedarme solo.
DROGAS
─Descansa, padre, que ya he vuelto. Tu primer vástago yace en la nieve. Al segundo lo devoró en un instante. El tercero cabalgó en un sprint final y se vació. Yo vine alucinando, pero dejé atrás todos los monstruos que nos habían perseguido. Deja la botella y ven conmigo.
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