Buenos días, compañeros. Vengo hoy a traerles un debate, ya que hacía mucho que no pasaba por aquí como quizá el espacio lo merecía, además de que siento todo esto un poco estancado y me parece que el otoño es una buena época para regar de nuevo el coño.
Un tema que siempre me ha llamado mucho la atención es el referido a la metaficción. Esto es, dicho en román paladino, la ficción que habla sobre la ficción, ya sea en una novela, en un poema, en el teatro...
(Magritte)
Muchos autores han dedicado sus obras a este complicado y ¿vanidoso? arte, quizá porque es sobre lo que mejor sabe hablar alguien que lleva toda su vida escribiendo: sobre la escritura. En la narrativa audiovisual Woody Allen rompe la cuarta pared continuamente para llegar y alertar al espectador. En películas como Annie Hall sale de la ficción, del panel de actores, para hacerse patente delante de la visión del que observa: Woody Allen, el director (no actor), habla directamente a la cámara, a nosotros.
Unamuno lo practica en Niebla llevándolo hasta el límite de lo hilarante. En una poderosa muestra de creación, se presenta Unamuno como personaje y charla con su protagonista, al cual le explica que le va a matar porque no es más que una fantasía suya y puede hacerlo. El terreno de la ficción-realidad, tan resbaloso, se ve puesto en peligro en experimentos tan interesantes como estos. En mi blog escribí una reseña sobre el libro cuando terminé de leerlo el pasado verano. Traigo esto:
La nívola nos presenta un debate eterno: qué es lo real. Se sabe y se piensa que la ficción es como un sueño, porque sólo es de uno, pero… como nos plantea el autor, ¿y cuando se comparte? Cuando esa novela y esos personajes llegan a multitud de personas, cuando una vez ya muerto el autor, quizá sin siquiera recordar su nombre, los personajes eternos de sus ficciones cobran todavía más protagonismo que su creador, ¿qué ocurre entonces? ¿No somos nosotros ficción?
Jodorowsky en el plano final de The Holy Mountain aparece hablando en una mesa a sus compañeros: en ese momento son actores y el espectador sigue el guión montado desde las sombras. De repente Jodorowsky dice: «Este es el fin de nuestra aventura, nada tiene un final. […] Si no podemos obtener la inmortalidad, al menos obtengamos la realidad. […] Estábamos en un cuento y volvimos a la vida, pero, ¿es esta vida real? ¡No! ¡Esto es una película! ¡Zoom back camera!». De repente la cámara va regresando lentamente hasta llegar a un plano lejano en el que el espectador ve todo el engranaje de cámaras, realizadores y actores que están rodando la película. Deja al desnudo la ficción. Rompe la ficción para hacer partícipe a la realidad.
Últimamente he estado leyendo algunas cosas sobre este tema que siempre me apasionó, cosas en las que algunos hablaban sobre algo tremendamente actual. Ya saben que vivimos cada vez más en un mundo virtual, dominados por las redes sociales, Facebook, Tuenti, diversas comunidades de citas como Meetic, Badoo, etc. Todo esto, en el fondo, está creando una nueva forma de generar ficción, y eso es lo que me pareció más interesante. Estamos ficcionalizándonos.
No somos nuestro perfil de Facebook ni, como dijo una vez un amigo, nuestra frase de messenger (guiñando un ojo a The Fight's Club), pero muchos están confundiéndolo. En el fondo cada perfil que creamos en estas redes al final se acaba convirtiendo en un personaje. Pasamos de la realidad a la ficción a través de la virtualidad, y es por esto por lo que multitud de personas aprovechan para inventarse conceptos que en la realidad ni imaginarían. No sé si se han parado a pensar estas cosas del modo en que lo hago ahora yo (quizá piensen que estoy loco), pero en el fondo estamos creando una macronovela virtual en la que los terrenos de la realidad y la ficción han acabado por confundirse.
Enrique Vila-Matas, un escritor nativo experimentado en esto de lo metaliterario, recoge en El mal de Montano una cita de Nabokov que dice así: «Ficción es ficción y calificar de real un relato es un insulto al arte y la verdad, todo gran escritor es un gran embaucador». Evidentemente esa verdad de la que habla es la verdad que opera en los parámetros de la ficción, la cual no tiene nada que ver con la realidad nuestra. En este sentido, lo que comentaba antes nos lleva a un paratexto en el que nosotros somos personajes de nosotros mismos, es decir, nos hemos embaucado en una nueva verdad que pretendíamos como verdadera pero ha acabado siendo un insulto, porque es todo mentira. Este pensamiento no lo tengo muy claro así que lo pongo para que lo critiquen y saquen conclusiones más interesantes que las mías.
En este foro, posiblemente, nuestros avatares, firmas y letras no sean más que parte de un producto también ficticio, aunque intentemos operar desde parámetros reales (se supone que vertimos nuestros verdaderos pensamientos, que nos expresamos como de verdad queremos, etc., pero también existen muchos perfiles foreros de gente que simplemente se ha inventado una personalidad: de ahí nacen los trolls u otros perfiles famosos en estas lides).
Es muy posible que esté perdiendo mi tiempo, y que usted se sienta estafado también al acabar de leer todo esto, ¿pero y lo bien que lo hemos pasado, eh?
Me encantaría que trajeran a colación de todo esto otros ejemplos de metaficción, o que hablen sobre las cosas que hemos propuesto (sí, porque en el fondo al estar leyendo esto ya lo están proponiendo ustedes, no yo. Créanme).
Discútame algo, por favor. Me aburro.
Buenos días, señor Darthz. Me acabo de levantar, así que espero que no tenga usted en cuenta algunas cosas que pueda decir y parezcan chorras.
Respecto a la metaficción, quisiera hablar en un principio de Cortázar. Es mi autor fetiche y creo que es necesario hacerlo. En este magnífico escritor, la metaficción tiene un exponente máximo y ése es Continuidad de los parques. Sin embargo, he de reconocer que años antes otra escritora había utilizado ya este recuerso, y se trata de Silvina Ocampo en La continuación.
Voy a ponerte un breve párrafo de cada uno de ellos para que lo compruebes (tú y todos aquellos que se aventuren a leer este post).
Puede que el fragmento que he escogido de Cortázar parezca raro o confuso pero con una sencilla y breve explicación creo que quedará aclarado. Primero hablemos de las diferencias que hay entre los dos textos (de Silvina, y de Cortázar, y véamos como utiliza cada uno la metaficción, en estos casos os aseguro que muy interesante, pues la metaficción no se utiliza sólo como ha mostrado Julián en su post, esos tan sólo eran unos ejemplos y yo ahora os enseño otros más para completarlo. Bien, vayamos entonces a la explicación, que os la saco de un análisis critico y comparativo que tuveque hacer de estos dos autores).
En “Continuidad de los parques”, el cuento de Cortázar, un hombre lee una novela, describen su entorno: una pieza que mira a los robles y un sillón de terciopelo; posteriormente, la historia cambia a lo que les sucede a los otros personajes del relato. Ellos se hallan en una foresta, se narra su furtiva historia de amor como si se hubiera llevado a cabo desde mucho tiempo atrás y se describe un plan que se cumpliría a toda costa, argumentando que no existe otra opción, que cada segundo tiene su propósito marcado desde siempre. Poco a poco los dos hechos, la existencia del lector en la narración y la necesidad de terminar con un obstáculo por parte de los amantes para verse liberados, se funden como si la realidad fuese una. Los amantes se separan y el bosque de robles narrado semeja la foresta, el personaje masculino camina por los pasadizos descritos al inicio de la obra en la realidad verdadera; él se encuentra avanzando con un cuchillo en las cercanías de la habitación del sillón de terciopelo que daba la espalda a la puerta. Al final, parece ser que el lector de la novela acaba siendo asesinado.
En cuanto a “La continuación” leemos la carta de un narrador que explica los motivos de la separación de su amante. Se nos narra el hecho de que él comenzase a escribir una novela en la que cobraban vida dos personajes, uno masculino y otro femenino, y se involucrase tanto en ella que ya no diferenciase su vida real con la de la novela, llegando a hacer las mismas acciones que las de sus personajes, queriendo ser igual que el protagonista y deseando que el personaje femenino fuese también real. Incluso en un momento dado afirma que a medida que la idea del suicidio de su personaje iba tomando fuerzas, también lo hacía en él.
A partir de aquí nos damos cuenta que en ambos cuentos nos encontramos la ficción y la realidad. Pero además, son relatos circulares en los que se producen digresiones. En ambos, los personajes de los libros - en uno los personajes de la novela que está leyendo y en otro, los personajes de la novela que está escribiendo – se apoderan de la realidad, de su lector y de su escritor. Nos hallamos ante juegos metaficcionales.
Mientras que en Cortázar la brevedad y la dispersión crean un efecto más poderoso, en Silvina hallamos demasiadas digresiones que puede que dificulten el relato, por lo que “Continuidad de los parques” tiene una mayor efectividad. Lo que está claro es que en ambos relatos se concentra una literatura que aspira a revelar las pulsiones reprimidas por el racionalismo, es decir, lo real se encuentra distorsionado por la extrañeza.
Hay que pensar que
a temática de mundos paralelos es recurrente en la literatura de corte fantástico, una continuidad entre dos mundos físicamente incomunicados: el de la realidad y el de la ficción. Podríamos pensar que la intención de ambos autores es la de romper la barrera que existe entre esos dos mundos, comunicarlos de tal modo que se produzca un sentimiento de lo sobrenatural en los lectores. Además, encontramos también un desdoblamiento del yo, puesto que en el caso de “Continuidad de los parques” el protagonista del plano real se desdobla y pasa a formar parte del plano de ficción, y en “La continuación” sucede lo mismo, puesto que el escritor se involucra tanto en la novela que incluso siente que se va a encontrar con su personaje y que lo que le sucede es más horrible que lo que le sucede a él mismo.
También podríamos llegar a pensar (sobre todo en Cortázar) que el autor pretende criticar la comodidad del burgués e incitar al lector a abandonar dicha comodidad y a intentar colaborar activamente en la lectura e interpretación de los cuentos, y en Silvina Ocampo que el escritor también se involucre, puesto que, por ejemplo, intenta socavar los principios de la ideología burguesa y es innegable el surgimiento de las fuerzas reprimidas por la estructura social. Pero esto ya es algo que tal vez debería discutirse en otro post.
También tengo que decir que Cortázar destaca por su metaficción en casi todos sus cuentos y en casi toda su obra, para qué negarlo. Otro caso bien claro es "La noche boca arriba". ¿Qué podemos decir de este cuento?
En La noche boca arriba, un hombre no sabe si está soñando a otro o si es el otro quien lo está soñando a él. Se produce un abrupto cambio de coordenadas entre dos puntos donde no es necesaria una correlación rigurosa entre las duraciones de una y otra realidad. Cada vez que despierta, lo que el protagonista llama "pesadilla" fue pura vida, pura vigilia en una realidad simétrica. Por eso no se omiten detalles realistas, ni en los fragmentos que corresponden al hombre de la moto ni en los del moteca; salvo en el final, cuando se cuenta como recuerdo de un sueño lo vivido por el indio en la otra realidad. Se trata de una alternancia entre esas dos realidades.
Diganme, ¿acaso no es fascinante? Porque a mí me lo resulta. Creo que la metaficción es un recurso que debe estudiarse a fondo. Aun así no es fácil, se necesita desmontar toda la maquinaria por la que está formada.
A partir de estos ejemplos me gustaría que continuasemos reflexionando. Hace poco leí otros textos que presentaba un recurso parecido al que Julián señaló en su post: el del autor que acaba asesinando a su personaje. Eran textos del escritor Paul Auster, autor que utiliza este recurso de un modo inquietante pues es muy frecuente en él y a veces puede parecer incluso obsesivo. Sin ir más lejos, en La trilogía de Nueva York . En este libro, compuesto por tres relatos, habrá momentos en los que nos volvamos locos de confusión. Auster maneja el intercambio de personajes de forma espléndida. Incluso el autor sale visto desde fuera como un personaje, ¡y encima secundario! Pero Auster también nos habla de ese otro yo que se encuentra detrás de nuestras palabras y actos.
Y bueno, podríamos hablar de mucha metaficción a lo largo de la historia. Ya en poemas clásicos grecolatinos podemos hallarla, pero quiero pararm aquí. He puesto estos ejemplos porque creo que nos son cercanos y que posiblemente hallamos leído alguno de ellos y así podamos comprobarlo.
Y puedo enlazar gracias a todo esto lo que Julián ha dicho respecto a que con las nuevas tecnologías estamos ficcionalizándolos. Estoy de acuerdo, pero no del todo, porque pienso que ya desde mucho antes (desde que somos pequeños) lo estamos haciendo aunque no nos demos cuenta. Sí, es cierto que con el Facebook, el tuenti, el messenger, queda mucho más claro. Reconozcamos, sin embargo, que en este foro casi todos somos escritores, y que tal vez comenzamos a escribir algún tiempo antes de poseer un ordenador, internet, y de introducirnos en las redes sociales. Entonces, en esos momentos de escritura, estábamos ya ficcionalizándonos. Retornamos a un pasado más lejano, aquellos instantes en los que éramos unos cándidos niños y jugábamos a papás y a mamás, o éramos un personaje al que admirábamos. En ese caso estábamos ya ficcionalizándonos, y de una forma pura.
Pero me atrevo a decir todavía más, en la vida cotidiana nos estamos ficcionalizándo (esto es algo sobre lo que hablamos largo y tendido el año pasado o el anterior, no lo recuerdo bien, y tampoco recuerdo muy bien en qué asignatura) porque cuando estamos en casa con nuestra familia somos de una forma, cuando vamos a clase somos de otra forma, cuando quedamos con los amigos, cuando nos vemos a solas con nuestro novio... Y no, no me digan que no,q ue siempre son iguales, porque esto no puede ser cierto y si lo es yo me escandalizaría al saber que me comporto igual con mi padre que con mi pareja.
Y al igual que Julián dijo, esto pueden discutírmelo.
Muchas gracias y un saludo.
Divagaciones de una filóloga zombie
http://divagacionesdeunafilologa.blogspot.com/