La espada salvaje de Conan: El coloso de Shem

Imagen de Anne Bonny

Reseña del vigésimo cuarto volumen reeditado por Planeta DeAgostini

En esta entrega de la reedición de Planeta DeAgostini de los cómics de La espada salvaje de Conan nos encontramos tres historias con guiones variopintos en cuanto a su concreción y, por el contrario, un apartado gráfico ya estable gracias al icónico trabajo de John Buscema, que colabora con Steve Mitchell en la primera historia y con Ernie Chan en las dos siguientes. Es gracias a este que tenemos una sensación continuidad, a pesar de las exigencias dispares de los guiones.

La espada salvaje de Conan: El coloso de Shem John Buscema Ernie Chan Bruce Jones Michael Fleisher Planeta de AgostiniEl tomo arranca con Los habitantes de las profundidades, una historia de Bruce Jones que peca de tener demasiados elementos para que fluya adecuadamente. La idea de fondo es atractiva y emparenta con los horrores cósmicos que inspiraron las historias de espada y brujería de Robert E. Howard: en una región apartada nos encontramos con un pueblo esclavizado por una deidad insectora, que transmuta a sus siervos en una especie de híbridos subyugados en algo que podríamos denominar colonia-colmena. El tema es atractivo y tiene momentos eficaces, como el encuentro con la reina, pero se esparce quizás demasiado, perdiendo eficacia: el pueblo abandonado solo con mujeres, la compañera de Conan, el flashback... hay potencial y no se puede decir que la cosa no funcione, pero le falta cierto ajuste.

El que acecha en el laberinto toma el relevo con guión de Michael Fleisher, quien muestra su experiencia en el tema y, al mismo tiempo, quizás peca de falta de ambición, lo que lo lleva a reincidir en un buen puñado de tópicos, uno detrás de otro: taberna, algunas intrigas palaciegas, Conan hecho prisionero y encerrado en unos subterráneos donde... por supuesto habrá monstruo tentacular. Poco nuevo bajo el sol, aunque manejado con eficacia y con unas escenas de acción bien resueltas por John Buscema y Ernie Chan. Como puntos a destacar, el perfilado de los personajes, en particular del joven príncipe que será rey, que hace subir el nivel general de una historia que, si bien no es sobresaliente, sí se resuelve con solvencia.

Para terminar, vuelve Bruce Jones con una historia mucho más osada y que da título al volumen: El coloso de Shem. El planteamiento, al principio, parece más bien clásico: una tierra desolada en la que se adivina el paso de un monstruo atroz. Sin embargo, hay algo que empieza a no encajar cuando vemos las distintas perspectivas de los personajes implicados. Al final, no todo es lo que parece, y esta narración de maldiciones, brujos que intentan crear sus propios reinos y pobres gentes atrapadas en medio se resuelve de un modo francamente original. Quizás Conan pase un poco como comparsa en la historia, pero se agradece lo inesperado de la propuesta, sobre la que me resisto a contar más.

En conjunto, este volumen de La espada salvaje de Conan no es, sin duda, de los más emblemáticos o conseguidos, pero el nivel medio es alto y hay elementos muy originales, así como un buen ritmo y un apartado gráfico reseñable. En definitiva, una buena lectura para amantes del género.

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