Las crónicas de Conan 22: Arranca la saga de Tetra
Reseña de Saqueadores en las tierras fronterizas y otras historias
Planeta DeAgostini continúa con la reedición de la serie original de Conan el bárbaro y entramos con este volumen en una edad de plata de la colección: la saga de Tetra, cuyos dos primeros números se recogen en este volumen.
Después de un buen puñado de números a las riendas del guión, Michael Fleisher iba consiguiendo sentirse más cómodo con la Era Hiboria y con el concepto de espada y brujería. Sus historias son menos peregrinas y van encajando más y más con el personaje creado por Robert E. Howard, que no es un bárbaro ni un héroe arquetípico, por mucho que algunos no lo vean. Especiales como La ira del dios de la confusión ponen de manifiesto hasta qué punto había conseguido cogerle el pulso y son una buena despedida de una etapa algo caótica.
Jim Owsley, de quien se recogen en este volumen un especial anual y los dos primeros números de la saga de Tetra, es el encargado de asumir el relevo y desde los primeros compases se nota que se toma la colección de otra manera. Una mucho mejor. Para empezar, recupera la idea original de Roy Thomas de darle una continuidad cronológica a las aventuras del bárbaro. Por supuesto, a estas alturas es imposible retomar el hilo dejado por este o intentar acoplarse a la vida original del personaje, pero este golpe de timón es determinante en el desarrollo posterior de la colección por la profundidad narrativa que propicia.
Para empezar, los secundarios dejan de ser meras sombras que se pasean por las viñetas, o incluso conocidos recurrentes que van para delante y para detrás en función del guión, como el pobre Fafnir, el ladrón manco pelirrojo de inconsistente existencia. Delmurio, Keiv, Tetra y compañía se hacen un hueco inmediato en el lector y Jim Owsley sabe cómo explotarlo. Los propios diálogos van ganando intensidad y huyen de esa irritante impresión de que Conan no interactúa realmente con nadie.
Luego, evidentemente, permite dar un recorrido más consistente al protagonista: Conan es un aventurero errante, sí, pero tampoco quiere esto decir que tenga que saltar de un sitio a otro como en una máquina de teletransporte enloquecida. Verlo tomar tierra es una novedad de lo más agradable, sobre todo cuando los escenarios se van haciendo reconocibles y cada territorio es único con sus particularidades.
Contribuye también que la presencia de John Buscema, aun con altibajos, vuelve a dotar de estabilidad a la serie. En este volumen comparte faena con Val Mayerik y Ernie Chan —a sumar al entintado de Bob Camp y Armando Gil— y algunas páginas sugieren que la conservación de algunas planchas originales no ha sido lo que se dice óptima, pero en conjunto se va asentando una estética que recupera todo el sabor de la colección.
En definitiva: con Las crónicas de Conan 22: Saqueadores en las tierras fronterizas estamos de enhorabuena. Volvemos a un redil puramente hiborio, con un planteamiento que nunca debería haber abandonado la colección y con unos mimbres más que prometedores. Vuelve el Conan que se nos metió a tantos en el bolsillo en la época de Fórum.
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