A su muerte en 1967, Ackerley legó a su amigo el escritor Francis King sus diarios. En la selección que King hizo de estos documentos, y que abarca un período de nueve años que comienza en 1948, Ackerley habla fundamentalmente de lo que él llamaba “sus mujeres”: su anciana tía Bunny, su perra pastor alemán Queenie y su hermana Nancy.