Dino-raiders

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Dinosaurios, viajes en el discontinuo espacio-tiempo y marcianos, por supuesto

 

Los dinosaurios molan. Eso lo sabe cualquiera. Pero para que molen de verdad hay que hacerlos bien, con detalle, con tanta calidad que hasta un museo de historia natural los quiera para sus vitrinas. El problema es ¿qué demonios hacen los niños con dinosaurios tan bien hechos? Bueno, a priori solo pasearlos por la casa o el parque y hacer que devoren, por ejemplo, a sus soldaditos de plástico. Entonces... ¿por qué no acoplarles directamente unos “soldaditos”?

Este era el concepto de los Dino-raiders: tipos apuestos —con un punto ochentero, para qué negarlo— versus marcianos malvados. Molones, como dejaban bien claro esos hombres cobra que no se veían desde... El Imperio Cobra, pero malvados, muy malvados, no vayamos a crear confusiones en las mentes infantiles. El maniqueísmo de estos juguetes era más que evidente y venía mezclado con algunas pinceladas de esoterismo oriental: los buenos se comunicaban telepáticamente con los dinosaurios y su jefe tenía un consejero sabio y ciego llamado Mind-Zei, por si a alguien le quedaba alguna duda de su bondad. Por fortuna, los propios dinosaurios escapaban a esta maldición e incluso terrores clásicos, como el tiranosaurio rex, solo ejercían de carniceros por culpa de los cazacráneos, unos dispositivos que subyugaban a quien los llevase puestos. Dos modos de montarse un ejército de imponentes criaturas antediluvianas, vaya.

Estas magníficas “miniaturas” —hay que entrecomillarlo, que algunos dinosaurios tenían el tamaño de un gato pequeño— venían aderezadas por toda suerte de ingeniosos mecanismos que les daban más color. Cuanto mayor era el dinosaurio, más armaduras, sillas, cañones desplegables, resortes con gomas, palancas para generar movimiento o incluso sistemas automatizados a pilas tenían. Sí, los Dino-raiders presentaban una amplia gama que se ajustaba a todos los bolsillos, desde bichos muy pequeños a titanes y, claro... era imposible no anhelar pillar un diplodocus o, al menos, el triceratops.

Los muñecos que iban con ellos, a pesar de ser muy inestables —sobre todo en casos como Llahd, que llevaba unas incomodísimas botas camperas, supongo que para que los dinosaurios fueran indispensables—, estaban muy trabajados: venían pintados, personalizados, tenían sus propios nombres y los diseños eran muy chulos, muy de space opera. Los marcianos venían en varias especies —cabezas de martillo, hombres cobra, hombres termita u hormiga— y comandados por un marciano especial. Todo muy sugerente.

Si había que ponerles alguna pega era que no podían sujetar nada con las manos —algo insólito: tenían las palmas de las manos abiertas— y que los accesorios solo venían en dos variedades: para buenos y para malos, en blanco y rojo, por si las moscas. Además, las “armas” futuristas eran más bien rarunas, desde pistolas pulsera con pinta de lector de códigos de barra a mazas con cadena pasando por taladros gigantes con forma de sacacorchos.

En cualquier caso, el resultado global era sobresaliente, y cualquier niño amante de los dinosaurios podía soñar con que en la siguiente edición —creo que llegué a conocer dos y un desvarío— lanzarían el dinosaurio de sus sueños y se desmarcarían algo de los consabidos protagonistas de cualquier historia de estos subgéneros. Por desgracia, después de una peregrina edición “Edad del Hielo”, en la que mezclaron mamuts con extraños homínidos peludos que no sé qué pintarían ahí, el juguete pasó a ese territorio tenebroso que solo visitan los nostálgicos.

Una lástima, porque era un juego que sin dar de lado ese afán belicista que parece impregnar el 99% de las jugueterías, aportaba elementos formidables tanto para estimular la imaginación como el interés por la ciencia —aunque fuera la paleontología—. Igual era mucho pedir que un proyecto así tuviera continuidad.

 

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Fly
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Acabo de sentir lo que significa NOSTALGIA. 

Los tenía todos, lo juro, todos. Muchos no vienen en las fotos, el Megaterio, el Stegosaurio... Ummm, no me acuerdo de más pero los tengo, bueno tenía, en casa de mis padres se quedaron. Seguro que se los han regalado a algún primo o ser despreciable similar. 

Durante varios años fueron mis juguetes preferidos. Toda la familia me compraba alguno para cumples y Reyes, no había otra cosa, eran los Dino-Raiders o nada. 

Y menos mal que eran miniaturas el T-Rex y el Diplodocus eran enormes. Incluso andaban gracias a docenas de pilas de las gordas. XDD Qué gozada. Y además los materiales eran bastante resistentes. Los dinosaurios eran sencillamente geniales pero la simpleza de los láseres o misiles de color rojo impactaba muchísimo.

PD. Mi T-Rex hacía el moonwalker. Un día le mete una leche muy gorda y algo le pasó en una pata que hacía que andase para atrás. Era fenómeno.

 

Es probable emitió su esperma de una forma muy descuidada.

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Patapalo
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Fly dijo:

PD. Mi T-Rex hacía el moonwalker. Un día le mete una leche muy gorda y algo le pasó en una pata que hacía que andase para atrás. Era fenómeno.

Risa cachonda

La verdad es que eran una auténtica pasada. Qué envidia, tener todos.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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