iGhost
Casi todos hemos fantaseado con cómo gastaríamos nuestro dinero el día que fuéramos ricos, pero Mike era una excepción, como para tantas otras cosas. Jamás se permitía soñar despierto y me miraba con desaprobación cuando vuestro padre le confesaba que su sueño era volver a Turquía y comprarse una bonita casa en la Rivera Turca.
–Por eso nunca serás rico y seguirás toda la vida con este restaurante. Piensas en cómo gastar el dinero, antes siquiera de tenerlo, mientras que yo sólo pienso en cómo conseguir más dinero con cada dólar que gano. Seguro que piensas también en las vacaciones.
–Sí, estoy ahorrando para escaparme aunque sea una semana a Turquía para visitar a mis padres... La vida es corta.
–Yo nunca me voy de vacaciones, y por eso algún día seré propietario del WTF.
El WTF (World Trade & Finance) era uno de los rascacielos más imponentes de San Francisco y se elevaba muy por encima de la oficina minúscula en la que había montado su negocio. No quería rebatirle porque, más allá de ser un cliente, nos caíamos bien, pero pensaba que la probabilidad de conseguir mi sueño era infinitamente mayor.
No me cuesta reconocer que él tenía razón. Yo seguí regentando mi restaurante de comida rápida mientras que Mikis Komienzos (para mí simplemente Mike) se convirtió en el primero de la lista Forbes. La historia de cómo creo un algoritmo infalible para encontrar el mejor producto al mejor precio y crear así Optimizer, la aplicación más popular para móviles, es bien conocida. Lo que sus hagiógrafos no conocen es el hombre que había tras el visionario. Ese conocimiento fue el resultado de décadas sirviéndole con dúrums y kebabs. Trabajador incansable, hacía una pausa al mediodía para comer y charlar conmigo. Incluso cuando entró en el selecto club de los multimillonarios y dejó de frecuentar mi local, seguía pidiendo mi comida y exigía que yo mismo se la llevara, supuestamente porque no se fiaba de la poca profesionalidad de los repartidores. Yo sé que en el fondo era una excusa y que le agradaba mi compañía. Durante un rato despedía a su secretaria y cerraba su despacho para comer conmigo.
–En América todo es posible –me decía–, que un inmigrante se convierta en un hombre rico y que un griego y un turco puedan charlar amistosamente...
Son muchos los que camuflan con amistad lo que es una relación comercial pero nosotros camuflábamos con una relación comercial lo que era amistad. Cuando el cáncer interrumpió nuestra farsa, di el paso de visitarle por primera vez sin una excusa comercial de por medio. Había perdido el escaso cabello que le quedaba por la quimioterapia pero su sonrisa era sincera. Me di cuenta de lo solo que estaba y de que quizá fui el único que no se preocupaba por el destino de su patrimonio sino por el hombre que podía morir.
Mike sobrevivió al cáncer pero invirtió ingentes cantidades en la búsqueda de terapias médicas para prolongar la vida, sin ningún resultado. Este afán fue bien publicitado por la prensa. Lo que nadie imaginaba es que fuera una tapadera para una investigación paralela infinitamente más ambiciosa y que fue recibida con la mofa generalizada cuando finalmente salió a la luz.
Como la prolongación de la vida humana se resistía a la ciencia, Mike se había embarcado nada menos que a la búsqueda del alma. La teoría de la transmateria no era otra cosa que la teoría del espíritu. Vine a Estados Unidos con una licenciatura en filología inglesa, así que malamente puedo comprender la teoría de la transmateria. Lo que sé es que los científicos recibieron la teoría con escepticismo y sólo tras miles de experimentos reconocieron que no tenían una alternativa para explicar los resultados. Como estos experimentos también eran inteligibles para cualquiera que no tuviera un doctorado en física de partículas, la verdadera revolución no llegó hasta el momento en que las especulaciones teóricas se materializaron en la posibilidad de comunicarnos con los difuntos.
Nunca me había burlado del objetivo de Mike pero confieso que cuando me enseñó el prototipo de comunicación con entes transmateriales me sentí más escéptico que cuando afirmaba que algún día sería dueño del WTF. Me explicó que las almas tienen enormes dificultades para interactuar con la materia y que por eso raramente ocurre. Sí, la teoría detrás de aquel dispositivo sería una de las cumbres del intelecto humano, pero lo que yo vi fue una fea plancha de plástico del tamaño de una tableta con un alfabeto, números, las palabras "sí" y "no" a izquierda y derecha y una pieza metálica para ser manipulada por los fantasmas. En resumen, aquello parecía una ouija para geeks.
–Sé que parece una ouija, pero funciona. He contactado con el fantasma de uno de mis ex empleados, fallecido hace un par de años. Aquí está la transcripción.
"Señor Komienzos, es usted un miserable explotador. Le di los mejores años de mi vida y me echaron a la calle como un perro. Ningún cáncer sería suficientemente doloroso para usted."
–¿Verdad que es impresionante? –me preguntó, entusiasmado, a pesar del terrible mensaje.
Yo me limité a señalar que una pantalla que convirtiera en texto el mensaje facilitaría la comunicación. Mi propuesta fue aceptada e incorporada.
Hicieron falta miles de pruebas para vencer el escepticismo general pero valió la pena porque el iGhost fue el dispositivo electrónico más vendido de la historia, dejando la invención del teléfono o del televisor como hechos anecdóticos. Un fracaso menor de aquellas pruebas es que resulto que era imposible comunicarse con fantasmas de tiempos lejanos. No podríamos preguntar a Napoleón por la batalla de Waterloo porque la mayoría de los fantasmas de tiempos remotos habían desaparecido. Salvo unos pocos que se revelaban hostiles e incluso malvados y que podrían explicar las historias sobre fantasmas amenazadores. La explicación más (erróneamente) aceptada fue que la transmateria se degradaba de alguna forma en el tiempo. Debería habernos servido como advertencia.
Mike tuvo la desgracia de probar su invento consigo mismo poco tiempo después, pues el cáncer le había dejado graves secuelas. Su entierro resultó ser un acontecimiento global, el primer entierro en el que el propio difunto pudo participar y leer un discurso mientras era grabado por cámaras de medios de todo el mundo.
La lectura de su testamento fue una ceremonia mucho más íntima pero de una trascendencia infinitamente mayor. Apenas estábamos el notario, el albacea, sus dos hijos y, sorpresa mayúscula, yo. Su hijo, Peter, y su hija, Cassandra me trataron con frialdad. Se preguntarían por qué demonios el testamento de su padre había dispuesto que estuviera presente el tipo que le abastecía de comida rápida y aguantaba sus estupideces.
El notario leyó los prolegómenos legales pero al llegar a la parte relevante calló porque fue el propio testador el que leyó su testamento:
–A mi viejo y querido amigo Mustafá legó mi coche. Dudo que yo pueda utilizarlo en mi condición actual... A pesar de su falta de visión empresarial, siempre he admirado su lealtad, que debiera servir de ejemplo a mis hijos.
Era la primera vez que me llamaba amigo y me emocionó más que heredar un Mercedes Clase S.
–En cuanto a mis hijos, no voy a legarles nada porque he decidido seguir gestionando lo que me pertenece. Peter, hijo mío, antes pensaba que eras perezoso como un mono pero ahora sé que eres tonto como un mono. Las generosas donaciones que tuve que hacer para que aprobaras Derecho en una buena universidad fueron la más estéril de mis inversiones.
>>Y tú, Cassie, hija mía, eres una cabeza de chorlito. Estoy cansado de leer en la prensa rosa sobre tus escándalos sentimentales con algún príncipe europeo. Ni siquiera en mi entierro dejaste de lucir un modelito con minifalda para colgar las fotos en Instagram.
>> Mi fortuna, amasada con tanto esfuerzo, no será dilapidada por sanguijuelas desagradecidas y ni siquiera la muerte acabará con mi sueño. ¡Que os den!
Lo que siguió no fue bonito. Los dos afectados gritaban y maldecían, y la hija incluso forcejeó con el notario para arrebatarle el iGhost y estamparlo contra el suelo. Por supuesto recurrieron a los tribunales, y el caso llegó finalmente al Tribunal Supremo, que falló completamente a favor de Mikis Komienzos en la sentencia más trascendental de la ingente jurisprudencia de Estados Unidos.
Mike siguió al mando de su imperio incluso después de la muerte pero eso no significó que no hubiera cambios. Su tumba fue sepultada en los cimientos del WTF y decidió dedicar el veinte por ciento de todos los beneficios futuros a convertir el WTF en su mausoleo, lo que se materializó en cantidades colosales de mármoles, metales y piedras preciosos hasta que el Taj Mahal pareció a su lado un cobertizo para guardar las herramientas.
Cada vez que entraba allí para "visitarle" me sentía abrumado por las sucesivas reformas, pero mucho más que aquel lujo obsceno me preocupaba que Mike estaba cambiando. Un largo número de científicos e ingenieros que había trabajado en la teoría de la transmateria y el diseño del iGhost, pero la masa necesitaba un único hombre al que convertir en un héroe y ése fue Mike, que pareció olvidar que sólo había financiado el trabajo de mentes geniales. Primero le hicieron un héroe, luego un ídolo y finalmente un dios. Nuestras charlas se fueron tornando cada vez menos gratas porque aquel fantasma era cada vez menos mi amigo Mike.
Mi amigo Mike siempre había sido ambicioso pero no un mesías con ambiciones divinas. Mi amigo Mike aceptaba una crítica (aunque luego hiciera caso omiso, el muy testarudo), pero el fantasma reaccionaba con hostilidad a cualquier crítica por sutil que fuera. Hasta que perdí la paciencia y le dije lo absurdo que era todo aquello:
–Mike, tú no eres un dios ni lo necesitas, como tampoco necesitas atesorar riquezas sin un propósito. ¿Necesitas ser el dueño del mundo? Comparte toda esa riqueza con la humanidad y también con tus hijos, que merecen una necesidad de probar que no son tan inútiles...
No pude seguir hablando porque ya no estaba hablando con Mike. Mi amigo Mike no se habría puesto como un energúmeno y llamado a seguridad para que me expulsaran sin contemplaciones. Que nuestra amistad acabase así es uno de esos recuerdos que hubiera querido olvidar a cualquier precio.
No fue mi primera decepción porque antes había contactado con vuestros abuelos. Lo sabéis bien porque estabais conmigo y me visteis llorar como un niño al leer sus palabras. Pero poco a poco nuestras conversaciones se tornaron cada vez más agrias hasta degenerar en abiertas discusiones. En vida siempre habían apoyado mis decisiones pero ahora revisaban mi vida y me reprochaban cada elección que había tomado. Mi problema, decían, es que no tenía ambición y habían sacrificado sus vidas para que un perdedor estudiara una carrera y acabara regentando un restaurante de comida rápida.
Como millones de personas de todo el mundo, desperté de lo que pensaba que era un sueño y era en realidad una pesadilla. Nuestros queridos difuntos eran rencorosos e intolerantes. Amigos, conocidos y clientes me hablaban de cómo sus difuntos les criticaban y pretendían condicionar sus actos. Jamás hubiéramos imaginado tanta mezquindad en aquellos a quienes habíamos amado. Utilizaban nuestro amor para chantajearnos y también sus recién adquiridos derechos, empezando por el de la propiedad. Millones de viviendas y otros bienes muebles e inmuebles que habían vuelto a sus manos eran un arma formidable. Llegaron al extremo de chantajearnos con nuestra intimidad, que también les pertenecía ahora que podían espiarnos para divulgar nuestros secretos con impunidad. La mayoría de la gente incluso dejó de practicar sexo si no era en la mayor oscuridad y secreto. Por otra parte, y aunque esto no me afectase a mis años, sabía que todos los fantasmas eran tremendamente hostiles respecto al sexo y no perdían la ocasión de ridiculizar a los vivos.
La reacción popular llegó pronto pero no fue tan fácil como deshacerse de los iGhosts. Los fantasmas tenían derechos, eran astutos y contaban el apoyo de con muchos vivos. Algunos lo hacían porque se resistían a aceptar que sus seres queridos habían cambiado y otros lo hacían simplemente por dinero. Luego estaban los adoradores. El culto a los muertos se había convertido en una religión cruel y fanática en la que Mikis Komienzos estaba en lo alto del panteón. Por último estaban los vivos que apoyaban aquel estado de cosas con la esperanza de mantener su poder terrenal más allá de la muerte. Era el caso de los multimillonarios que quería seguir el ejemplo de Mike y acaparar riquezas por toda la eternidad.
Sólo podemos especular sobre hasta dónde habría llegado aquella necrocracia porque la gota que colmó la paciencia de los vivos fue la petición del derecho al voto. Jamás había visto unas revueltas tan violentas y generalizadas. De la noche a la mañana millones de iGhosts fueron destruidos, primero a mano de las turbas pero después de forma más organizada y sistemática, pues jueces, políticos y policías estaban tan hartos como los demás.
Antes de que la destrucción degenerase en el linchamiento masivo de los colaboradores de los fantasmas el Congreso aprobó con rapidez sin precedentes la trigésima enmienda a la Constitución de Estados Unidos, sin duda la más extraña, que determinaba que todos los derechos de los seres humanos se extinguen con la muerte salvo el derecho al honor y al reconocimiento público y privado. Además prohibía expresamente la comunicación entre vivos y difuntos. La necrocracia había terminado y el velo del misterio volvió a correrse sobre la muerte.
Todos respiramos aliviados, empezando por los hijos de Mike, que se repartieron la descomunal fortuna de su padre, peleando primero como lobos entre ellos por cada bocado y malgastándola después. De acuerdo, Mike tenía razón en que eran un caso perdido.
Para entonces yo era muy viejo. A pesar de la tristeza por el rumbo que habían tomado aquellos tiempos interesantes, dediqué los últimos años de mi vida a disfrutar de vuestra compañía. No podría haber tenido hijos mejores que vosotros. Sin embargo, nada puede aliviar completamente lo que significa envejecer, sentir la inexorable decadencia física y mental que no tiene otro final que la muerte. Además temía la muerte como nunca la había temido antes ahora que sabía que algo cambiaba la esencia de los seres humanos.
Antes que nada, mi muerte fue una liberación de los achaques y limitaciones de la vejez, sentir la felicidad inmensa de moverme a placer en el mundo de los vivos. Una felicidad que empezó a disminuir desde el primer segundo. No sé cómo podría haceros entender el sufrimiento que supone la existencia después de la muerte. Para vosotros el mundo es cambio y unas veces se gana y otras se pierde, pero para nosotros todo cambio es una pérdida. Las caras conocidas desaparecen y son reemplazadas por extraños. Cambian el barrio y también el mundo, que me es cada vez más ajeno porque ahora que no tengo necesidades físicas mi única necesidad es que el mundo siga igual. Los fantasmas no podemos cambiar ni amar las novedades.
Otros sufren más que yo. Lo sé porque mi único intento de contactar con otro fantasma fue con Mike y me produjo terror descubrir en lo que se había convertido. Sí, incluso los fantasmas conocemos el miedo, y tememos tres cosas.
Nuestro primer temor son los monstruos, los fantasmas que como Mike se atan al mundo rebosando odio y amargura, hasta el punto de tener algún poder sobre él, para desgracia de los vivos. Ni el resbalón en la ducha de su hijo ni el fallo de los frenos cuando su hija conducía un Ferrari fueron accidentales.
Nuestro segundo temor son nuestros sueños. Los fantasmas no dormimos pero guardamos un recuerdo exacto y preciso que nos sumerge más allá de nuestro nacimiento hasta existencias pasadas. Antes que vuestro padre fui el padre de otros en otros tiempos y lugares. Mi propio yo me resulta extraño cuando retrocedo a mis vidas anteriores y al volver siento vértigo. Comprendo con terrorífica claridad que no hay más constante que el cambio y que el tiempo es tan inexorable para los muertos como para los vivos.
Pero nuestro peor temor es odiar un día a nuestros seres queridos. Cada día que pasa sois menos mis hijos. Envejecéis sin apenas daros cuenta pero yo advierto cada verruga nueva en vuestros rostros. No sólo cambiáis vosotros sino que estáis empeñados en cambiar el mundo que yo amaba aunque eso para mí sea como destruirlo. Siempre deseé vivir para ver crecer a mis nietos pero yo amo a los niños que se sentaban en mis rodillas y me llamaban abuelo. Esos hombres y mujeres adultos no son mis nietos. Sé que, si no lo evito, ha de llegar el día que todos seáis para mí enemigos que acabaron con todo lo que amaba.
Ahora sé porque los muertos no permanecen largo tiempo entre los vivos. La muerte no es más que el tiempo de comprender que Heráclito tenía razón antes de sumergirse otra vez en el río en que no es posible bañarse dos veces.
Sólo me ata una cosa y es aquel prototipo que me mostró un día Mike y que me regaló con toda su buena intención. Como era un prototipo no estaba seriado y jamás lo buscaron. Fue un error conservarlo y ahora os ruego que lo destruyáis. Saber que puedo hablar con vosotros e influir de alguna forma a ese mundo que amo y que se obstina en cambiar me retiene como una droga a un adicto. Mi única esperanza es dejaros para nacer y ser niño otra vez. No puedo saber qué me espera pero no me importa porque redescubriré lo maravilloso que puede ser el cambio y amaré a otros como os amé a vosotros. Destruidlo. Por favor.
Relato admitido a concurso.