Chica conoce a chico

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El burro
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CHICA CONOCE A CHICO

Dan las ocho y Verónica, fiel a su cita, se acerca a la señal de ganado suelto situada a siete  kilómetros y doscientos metros de su destino. La luna asoma su calva en el cielo aun iluminado por el sol. No le gusta la luna, demasiado pálida, demasiado brillante, le recuerda la noche en que empezó todo. En cambio, adora las tardes de tormenta. Los conductores se vuelven más compasivos y eso facilita su trabajo.

Pasa el primer coche, una berlina con cuatro ocupantes. Una mujer va girada, hablando airada a los ocupantes de la parte de atrás, un jefe siux y la madre de una muñeca desgreñada. Los niños aguantan el chaparrón mientras el padre mete una marcha al pasar justo ante ellos. La ignoran. De hecho, ni la han visto.

Al poco vislumbra otro coche, que para unos doscientos metros antes de llegar a donde ella espera paciente. Una puerta se abre y una niña, de doce o trece años calcula Verónica, abre la puerta y apenas tiene tiempo de erguirse cuando comienza a vomitar. Su madre baja también y le sujeta la cabeza. Ha visto la escena muchas veces. El puerto de Malosvientos es así, malo de subir y peor  de bajar. En cambio, el de Almendrales solo tiene una curva mala. A unos siete kilómetros y doscientos metros de allí.

Los del todoterreno reanudan la marcha y pasan ante ella sin mirarla siquiera, como tampoco lo hacen los marroquíes de la furgoneta sobrecargada, con un colchón ocupando la baca y cortinillas de colores brillantes, ocultando los regalos y los encargos que, como Reyes Magos de miseria, llevan a la aldea perdida en el Rif. Volverá a verlos, piensa Verónica, cuando regresen con los regalos trocados en nostalgia.

Le gustaría poder subir a uno de esos coches familiares y compartir  un rato de vida con ellos, sus ilusiones y sus miserias. Pero no es posible. Hasta para ella hay normas y una es que solo la verán coches con un único ocupante. Un hombre, un varón, un tipo solitario, un cabrón. Como Sebas.  “No voy a llorar”. No es un anhelo, es una realidad. Ya no llora nunca.

Pasa otro cuatro por cuatro, de color barro, conducido por un cazador dentro que, al verla, dice que no con el dedo. En el asiento de atrás un perro aúlla aterrorizado. Los canes reaccionan así al verla.

En la cálida noche estival, Verónica siente frío, como si un viento gélido la traspasase de golpe. Entonces lo ve. Es un Seat Ibiza, de color púrpura, pero podría haber sido un OVNI, tal es su despliegue de luces: a los faros de xenón se unen dos juegos de luces antiniebla y unas luces led que iluminan los bajos de violeta intenso. El coche la sobrepasa y ella cree que también la ha ignorado cuando oye el frenazo y un claxon entona la cucaracha, invitándola a subir.

Ella abre la portezuela. Dentro un joven agarra el volante deportivo con firmeza, mientras la otra mano agarra impaciente el pomo de la palanca de cambios, que tiene forma de diamante falso. El chico, de veintitantos años, la mira tras los cristales oscuros de sus gafas de sol y sonríe.

—¿Te llevo?

—Voy en dirección a La Alberquilla.

—Pues sube, que me pilla de camino.

Verónica entra y él arranca, la radio cobra vida y comienza a lanzar por los altavoces, que ocupan la parte trasera, música electrónica a todo volumen, haciendo vibrar todo en el interior del auto. La muchacha hace un gesto de desagrado y el conductor baja un poco el volumen

—¿No te gusta Chimo Bayo?

—A este volumen no mi gusta ni Paquita Reina.

—No la conozco. Mira,  pon lo que quieras —responde él, generoso. Luego puntualiza—. Menos Radiolé. Ni la radio esa de música clásica.

Ella le toma la palabra y busca una emisora. Están poniendo Don Diablo. Adora a Miguel Bosé.

—¿Te gusta esto?— pregunta él, asombrado.

—Pues sí. ¿Pasa algo?

—Nada, nada. ¿Cómo te llamas?

—Verónica —dice ella. Donde tendría que haber un “¿y tú?” se hace un silencio incómodo. A ella le importa un pimiento el nombre de ese tipo. Solo quiere recorrer a toda prisa los siete kilómetros y doscientos metros que la separan de su destino. Seis kilómetros ya.

—Me llamo Quique—se presenta él, ignorando el desplante.

Verónica pone una sonrisa de compromiso en su rostro. “Ahora vendrá la mirada al escote o la mano en el muslo”, piensa. Se equivoca.

—¿Eres de por aquí? —pregunta el muchacho.

—De aquí mismo —dice ella. Cuatro kilómetros. Hay que empezar ya el ritual—. Esta carreta es muy mala, hay muchos accidentes.

—Sí que los hay, pero tu tranqui, yo controlo. Me conozco esta carretera con los ojos cerrados. El puerto de Almendrales solo tiene una curva mala, sin visibilidad. Luego bajas un poco, encuentras una recta muy larga y, tras pasar las ruinas del mesón, está el desvío a La Alberquilla.

—El puerto empieza aquí.

—Apenas dos kilómetros.

—Ten cuidado con la curva, vas muy rápido.

—¡Qué va! ¡Ya verás en la recta, ya verás!

Ha llegado el momento.

—En esta curva me encontró la muerte. ¡Y ahora te encuentra a ti!

Al volverse, Quique se encuentra el rostro de Verónica transformado en un monstruo infernal. Su pelo flota y se retuerce como si estuviese vivo, sus ojos son dos esferas rojas recorridas por diminutos relámpagos, su boca sonríe diabólicamente, dejando al descubierto hileras de dientes, afilados como agujas.

—¿Tú eres…? ¿Eres…? ¡La chica de la curva! —exclama él. No parece asustado, ni siquiera alarmado.

—La que te enviará esta noche al infierno —insiste Verónica, con un rictus demente.

—¡La chica de la curva en mi coche! ¡Menuda sorpresa! ¡Y qué honor!

Desconcertada, Verónica no sabe qué hacer. El aminora hasta detenerse en la cuneta. Abre la guantera y busca algo.

—Oye, ¿no te he asustado nada? ¿Ni un poquito? —dice ella con desmayo.

—No es culpa tuya —responde Quique—. Cuando te lo digas no te lo vas a creer. ¡Ajá!

Quique ha encontrado lo que busca, un rotulador dorado de punta gorda que ofrece a Verónica.

—¿Me firmas un autógrafo?

—Mira Quique, no sé qué está pasando aquí pero, como comprenderás no estoy para firmar autógrafos. Tú tendrías que estar muerto. Y no es así.

—No puedo morir.

Verónica le echa una mirada entre curiosa y rencorosa.

—Yo también soy un fantasma. Soy el chico de la recta.

A Verónica le da la risa floja.

—¡Qué copión!—dice entre carcajadas. Como ve que el chico se mosquea, intenta ser amable.

—¿Y cuál es tu numerito?

—Llevo una luz de freno rota. Si alguien me da las luces para avisarme, lo persigo y los echo de la carretera.

—¿A empujones?

—O de un susto. Mira.

Quique se echa las manos a la cabeza y, con un leve impulso, la separa del cuello. Verónica no puede evitar reírse de nuevo. Esta vez Quique se une a ella y empieza a hacer el ganso, poniéndose la cabeza al revés o haciéndola girar. Verónica llora de risa. No recuerda cuando había reído por última  vez. Probablemente seguía viva. Al fin se controla.

—¿Y lo de ser alma en pena?

—Cuernos, ¿qué va a ser? —dice Quique mientras se coloca la cabeza—. Perseguía a mi novia y a su amante, y después de pasar los puertos me la pegué en la recta larga. El parabrisas se desprendió y me seccionó la cabeza. Lo peor fue que el claxon no paraba de sonar y me fui al barrio oyendo la cucaracha. Así de ridículo fue.

Verónica calla y toma la mano del chico. El tacto es frío y viscoso, pero siente algo de calidez en su interior. Toma aire y pregunta:

—¿Eres de La Alberquilla? Lo mismo te conocí.

—No sé, yo nací en el ochenta.

—Yo morí en el ochenta y uno. ¿No serás el hijo de Lola, la hija de Santos, el perdiguero?

—El mismo.

—¡Pero si yo vivía al final de tu calle! Seguro que conoces a mi madre. Juani, la Peroja.

Quique se muerde la lengua. El conoce a Juani, la seca, una mujer amargada y gruñona, enclaustrada en su casa, que da miedo a los niños.

—Sí, una señora muy simpática—miente él.

Continúan charlando un rato del pueblo que conocieron hasta sus respectivas muertes, ella en mil novecientos ochenta y uno,  el en el dos mil seis. Se ríen, lloran, hacen el tonto, se cuentan sus respectivos desamores… la noche se escapa lentamente y caen en la cuenta que tienen que separarse.  Verónica volverá a su curva, él a su recta.

—Estoy harto, ¿sabes? Harto de la venganza sin sentido, de esta vida vacía —al oír la palabra vida, ella levanta una ceja—. Bueno, ya me entiendes. Mira, yo antes de ser el chico de la recta, era cocinero. Y bastante potable. Hacía unas hamburguesas estupendas. A veces, cuando llego al final de la recta y me encuentro con las ruinas de casa Pepe, sueño con verlo abierto, con cocinar allí, con volver a tener algo a lo que llamar vida.

Verónica mira a Quique con otros ojos. Va a decirle algo, pero en vez de eso de sus labios brota otra frase.

—¿Me llevas a la señal de ganado suelto? Ya  sabes, donde me recogiste.   

Él no dice nada, pero la lleva a su destino.

—En esta señal me dejó Sebas. El muy cerdo me dijo que me dejaba aquí porque era como la vaca de la señal: gorda y tonta.

— Ese Sebas era imbécil. Se arruinó, se casó con una cazafortunas y acabó en la miseria ---dice Quique.

—Me alegro, pero eso ya no me sirve de nada. Anduve siete kilómetros y seiscientos metros. Hasta la curva mala de Almendrales. Y allí, el autobús de La Puntual, que venía con media hora de retraso,  me arrolló.

Él acerca su rostro al de Verónica, que nota su respiración después de muchos años.

—Quique, ya tuve un Sebas en vida, no quiero uno en la muerte.

El chico de la recta tiene sus labios casi pegados a los suyos. Verónica siente esa desazón que creía que no existía ya. No sabe que hacer con las manos. Sin querer, apoya una en el claxon y suena la cucaracha. Y al son de un mariachi de automoción, hacen el amor.

***

Son las ocho de la tarde y Verónica se coloca en la señal de ganado suelto. Ve venir el primer coche, que para nada más hacer el gesto clásico con el dedo. Dentro va un señor con pinta de contable, con un bigotito fino y unas gafas gruesas.

—¿A dónde vas, chata?   

—Camino de La Alberquilla.

—Anda sube —dice el tipo mientras los ojillos tras los enormes cristales buscan su escote.

Se ponen en marcha y a los tres segundos llega el primer roce en el muslo.

—Las manitas quietas —advierte ella.

—Vale, vale, no te enfades —dice el freso.

—Tú atento a la carretera que hay por aquí una curva muy peligrosa. Luego viene una recta larguísima y al final hay un mesón. Allí me quedo yo.

—Me viene de perlas, porque busco un sitio para cenar.

—Pues en ese mesón trabaja mi novio de cocinero.

— ¿Se come bien?

Verónica sonríe.

—Se come de miedo.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            

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Patapalo
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Relato admitido a concurso.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Puntos: 209184

no Muy buena la última frase.

Desde el mismo título estaba convencido de que iba a encontrarme con la chica de la curva ("la dama blanca" la llaman aquí mis alumnos) y, hasta cierto punto, contaba con el tono en el que está contada la historia. Y, a pesar de ello, me ha gustado mucho. Creo que está muy conseguido el ritmo, el perfil de los personajes y el modo en el que fluyen los elementos en la narración. El final me ha parecido muy tierno y original. Buen trabajo.

Luego, tirón de orejas. Estaba yo muy contento con que en los primeros párrafos solo se te había escapado una tilde y hacia el final... festival de ausencias. Paciencia, compañero. Paciencia y reposo. Es importante también en la narrativa.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Lenteja
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Puntos: 106

No va a sonar muy fantasmal, pero lo voy a decir: es un relato precioso. Me ha recordado a una novela que acabo de leer y disfrutar, “El fantasma y la señora Muir”, porque comparte con ella toques de humor, de fosquedad, de ironía, de ternura, de sorpresa, y todo en su justa medida. Consigue un equilibrio perfecto entre todos esos matices y me ha gustado tanto que no voy a quitarte ningún trocito de estrella por las comas y los acentos (¡Ay...!). Además es un fabuloso homenaje a uno de nuestros fantasmas más populares, la chica de la curva.

Por poner una pega, no me convence mucho el título, pero aún así, para mí es un relato de cinco estrellas.

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Ligeia
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Poblador desde: 03/12/2013
Puntos: 1152

Coincido en que es un estupendo relato que combina terror, costumbrismo y humor. Y eso que a mí, personalmente, no me gusta donde se junta terror y humor, que mal lo paso con Un hombre lobo americano en Londres XD por eso me chirría cuando la chica se transforma o el chico hace el tonto con la cabeza, me recuerda cuando el Jinete sin cabeza, valga la redundancia, hace el absurdo con su testa en Sleepy Hollow (1999), pero eso, solo es gusto personal mío. Sin embargo, lo del claxón me ha encantado jajajaja

Bueno, y unas palabrillas que se han escapado mal escritas. Lo peor, la primera, porque me sacó del relato total, donde pone "carreta" en lugar de carretera. Es que de repente, el seat ibiza tuneado se me convirtió en la carreta de heno rústica de El jovencito Frankenstein jajajaja (que ya de por sí se cachondea creo de cuando en las pelis de terror clásicas aparece el misterioso y elegante carruaje para llevar al castillo XD). Más adelante, "barrio" así, cuando debería ser "otro barrio" y al final "freso" por "fresco".

Por todo ello, le resto medio punto.

Cuatro estrellas: ****

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jane eyre
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Poblador desde: 02/03/2009
Puntos: 10051

Ligeia dijo:

 me chirría cuando la chica se transforma o el chico hace el tonto con la cabeza, me recuerda cuando el Jinete sin cabeza, valga la redundancia, hace el absurdo con su testa en Sleepy Hollow (1999), 

A mí esa escena me ha llevado a los fantasmas novatos de Bitelchus buscando apariencias aterradoras no

 

 

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Ligeia
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Poblador desde: 03/12/2013
Puntos: 1152

También, también me vino a la mente jeje

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Danduay
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Poblador desde: 07/05/2020
Puntos: 256

Un estupendo relato para empezar con el certamen, pone el listón bien alto así como quien no quiere la cosa... Cuatro estrellas en mi opinión.

Poco que añadir a los comentarios anteriores (sí, remarcar lo de las tildes y las erratas, qué importante es y cuánto se nos pasa, a mí el primero). Equilibrado el tono humorístico con el ambiente fosco, impagables y bien escogidas las caraterizaciones (todavía estoy oyendo la cucaracha y viendo al fantasmal "neng" o escuchando el típico diálogo de pueblo que "si es el hijo de tal o de cual"). Muy bueno el título y la frase final.

Ah, y un placer conocer por fin a la muerta de la curva (en un cuento, menos mal).

 

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Tony Kanapes
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Poblador desde: 08/12/2015
Puntos: 173

Primer relato que leo de esta convocatoria y solo puedo decir que me ha gustado mucho. Me gusta como empiezas enumerando los coches tipo que Verónica ha visto en su caminar, como soy muy listo pensaba "solo espero que la sorpresa final no sea acerca de la leyenda urbana", y no: el relato se va desenvolviendo muy dinámico y, sobre todo, deja una sonrisa de buen rollo en los labios.

Que el final sea previsible no impide que me haya gustado mucho.

Tres estrellas y media, felicidades y gracias por compartirlo.

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Dr. Ziyo
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Poblador desde: 30/01/2016
Puntos: 2776

Muy buena historia, sin duda. Creo que tiene el equilibrio justo entre fosquedad y humor, empezando el relato de manera seria y dejando detalles humorísticos más adelante. Me ha parecido todo un acierto la figura del chico de la recta, compañía perfecta para la chica de la curva.blush

El detalle de humor que más me ha gustado ha sido cuando el chico cuenta cómo murió (lo de la cucaracha).no

También me ha gustado la escena final y la frase última de la chica como colofón.

Lo he disfrutado mucho y creo que se merece 4,5 estrellas.

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Arriezu
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Poblador desde: 05/12/2015
Puntos: 163

Es la primera vez que me asomo al Polidori y el primer relato que leo. 

Me ha gustado bastante, enhorabuena. Aunque al principio se sabe que estamos ante la chica de la curva, el desarrollo es original (tiene un momento de ritmo vertiginoso muy adictivo) es gracioso y hasta tiene una pizca de ternura.

Está bien escrito, en un estilo práctico y efectivo para la historia.

Final mágnífico. 

Valoración: Cuatro estrellas

****

 

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torpeyvago
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Poblador desde: 29/02/2016
Puntos: 1890

El fantasma y la señora Muir
[Veo en los comentarios que ya lo ha mencionado alguien ;)]

Amores ninis del más allá. Y ya tenemos a los mariachis, ¿aparecerán los tunos y los zombis?

Lo +

El enfoque de la historia. La muy, muy, muy difícil tarea de la combinación de humor, tragedia y cotidianidad que lo hace tan creíble. El título lo dejo en tierra de nadie. El «nini» que resulta no serlo, de diez.

Lo -

Un montón de errores tipográficos que me han descolocado de la historia —vaaaaale, es injusto que esto lo esté diciendo yo—. Un pequeño problemilla con la trama, —aunque tan pequeño que si se cae se rompe y seguro que es muy fácil de solucionar—: ¿por qué, si ambos «trabajaban» la misma carretera, no se conocieron antes?

Un relato para el placer de leerlo:

★★★¼

Estadísticas:

Palabras     : 1883
Matrices     : 10.321
Caracteres   : 8487
Letras       : 8034
Párrafos     : 87
Sílabas      : 3521
Frases       : 199
Szigriszt1993: 81
Perspicuidad : Muy fácil

___________________________________________________________

En un lugar de La Mancha de cuyo nombre me acuerdo perfectamente...

https://historiasmalditas.wordpress.com/

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Curro
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Poblador desde: 24/09/2015
Puntos: 1048

Un relato breve y a la vez, muy completo.

Me gusta mucho el comienzo lento, sin prisas. Una autoestopista que busca un perfil de conductor particular, aunque quede claro que este sea el más peligroso y desagradable para ella. Eso ya adelanta algo siniestro poco definido al principio pero que va cogiendo forma conforme avanza la trama.

El segundo protagonista y su extravagancia aportan una nota de color. Los diálogos simplones pero eficaces son una delicia, terminan de pincelar a los personajes de forma bastante amena. Tiene toques de humor bien hilados ―sobre todo el sonido del claxon y la maestría con que se recuerda este detalle varias veces sin que resulte repetitivo, al contrario, cada vez va siendo más divertido― y algunos un poco más directos ―los juegos de malabares con la cabeza; por continuar los comentarios de otros participantes, a mí me recordaron a Nick Casi Decapitado, de Harry Potter―. Termina con unos toques de ternura que, sorprendentemente, encajan muy bien, sobre todo, supongo, a cierto tipo de lector que sabe apreciar la mezcla morbosa de amor y fosquería.

Buf, qué espeso me está quedando esto… A ver cómo sigo…

Como pega, quizás, ciertos aspectos de la trama podrían resultar desconcertantes para público exigente y reseñadores que buscan la vuelta de tuerca. ¿A cuántos autoestopistas se han cargado ya? ¿Con qué frecuencia hacen su numerito? Quizás solo se activan una vez cada X meses o años y la mayoría de la gente atribuya los accidentes a tramos peligrosos de carretera. ¿Explica eso por qué han tardado tanto tiempo en coincidir? Como ves, ganas de dar por saco, en realidad :D

En definitiva, un relato redondo. El argumento puede no ser muy ambicioso, la escritura es sencilla, terror, humor y amor se entremezclan sin un claro ganador, pero el resultado deja muy buen sabor de boca. Aunque no he avanzado mucho con las lecturas y ya he comentado que no adelantaré puntuaciones, ahora mismo este es de mis favoritos.

PD: Es de los pocos en los que he anotado erratas. Yo no he visto muchas, aunque lo he leído de un tirón y se me pueden haber pasado:

  • Cuando te lo digas no te lo vas a creer. (aparte, me sonaría mejor con coma tras diga)
  • ― Ese Sebas (sobra espacio tras el guion).
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jane eyre
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Poblador desde: 02/03/2009
Puntos: 10051

En una convocatoria sobre fantasmas, la primera frase te lleva del tirón a pensar en la chica de la curva y eso le resta mucho impacto porque el lector camina justo por donde sabe que va a caminar. Pero por otra parte, esa comodidad hace que en la recta llegue una sorpresa que no se ha visto venir.

Creo que están muy bien elegidos los detalles que muestran los autos y sus ocupantes porque son pocos pero transmiten unas imágenes potentes conocidas por todos.

Es una historia sencilla, con un ritmo que hace entretenida su lectura y que se adapta a la convocatoria tanto en tema como en foscosidad.

Gracias por compartirlo y suerte.

 

*La colleja es para la poca atención en el pulido, que ha hecho que una carretera peligrosa acabe siendo una carreta muy mala y que se muestre a un conductor que, ¡¡oh, sorpresa!!, conduce dentro del coche.

 

 

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Angelito
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Poblador desde: 25/12/2013
Puntos: 263

Retorcijón de esta vieja historia que se barniza con humor, que se introduce con una carga dramática para contrastar con las secuencias cómicas que se producen durante el desarrollo. Ágil y bien engranado, le faltó alguna repasada para ajustar alguna que otra tuerca.

“La luna asoma su calva en el cielo aun iluminado por el sol”. Si ese aun significa todavía, entonces falta tilde.

“… malo de subir y peor  de bajar”. Sobra espacio entre peor y bajar. familiares y compartir  un rato”. Sobra espacio entre compartir y un.

“En el asiento de atrás un perro aúlla aterrorizado. Los canes reaccionan así al verla.”

“Pasa otro cuatro por cuatro, de color barro, conducido por un cazador dentro que, al verla, dice que no con el dedo”. Sobra dentro.

“… la cucaracha…”. Nombre propio de canción, debería ir comenzar con mayúscula la primera palabra y, posiblemente, entre comillas o en cursiva (ver http://aplica.rae.es/orweb/cgi-bin/v.cgi?i=KMCJdOctvolEQwxU)

“—Me llamo Quique—se presenta él, ignorando el desplante”. Falta espacio entre Quique y la raya de diálogo.

“Cuando te lo digas no te lo vas a creer”. Cambiar digas por diga, Salvo que sea una forma de expresarse típica de la región…, no sé.

“… no sé qué está pasando aquí pero, como comprenderás no estoy para firmar autógrafos”. Cambiar La coma va antes de pero, y si se ha querido abrir inciso, entonces falta el cierre del inciso.

“—Sí, una señora muy simpática—miente él”. Con lo bien que hubiera quedado el chiste sin su explicación.

“… sus respectivos desamores… la noche se escapa lentamente…”. Falta la mayúscula después de los puntos suspensivos, o la coma en caso de que no.

"— Ese Sebas era imbécil". Sobra espacio después de la raya de diálogo.

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Stendek
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Poblador desde: 27/05/2020
Puntos: 198

Los relatos de El burro jamás decepcionan. Son sencillos, son directos, son frescos.

Genial la última frase-

Le doy cuatro estrellas.

Un saludo

Javier

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Invierno
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Poblador desde: 21/09/2010
Puntos: 903

Bien escrito, con buen ritmo. El giro es muy simpático. El cierre, como ya han dicho, muy acertado. En ciertos puntos me ha recordado a la peli Bitelchús, lo cual mola. Lástima que a pesar de haberse colgado dos meses y pico antes del final del plazo al texto le falte un pelín de reposo y un repaso.

3,5 estrellas

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Germinal
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Poblador desde: 08/03/2016
Puntos: 1307

Empiezo a leer tras terminar “La tormenta” y parece que estamos ante un relato contemporáneo, sin embargo, veo que hace referencia a una señal de ganado, una tormenta, una berlina, un jefe siux… Mi mente no ha soltado el relato de vaqueros con todos estos elementos que parecen una continuación.

Es quizás la ocasión en el que el orden de lectura ha influido más en mi percepción (o confusión) en el inicio del relato. Obviamente, a medida que voy avanzando todo esto se diluye, pero de entrada se me hizo bola por estos motivos.

Ya se han apuntado diversos errores a causa de las prisas o falta de repaso que viene a ser lo mismo.

El relato en sí, al margen de mi confusión inicial, es simpático y arranca una sonrisa, aunque como siempre sucede con el humor (ver video de Pata para reflexiones sobre ello) los elementos escogidos funcionan mejor o peor en función del lector (también a mí han acudido unas reminiscencias a Beetlejuice, por contra, el claxon de la cucaracha me recordaba a Homer Simpson y me ha sacado un poco).

En cualquier caso, original, simpático, un estilo propio.

Felicidades y gracias por compartirlo

3,5 estrellas

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solharis
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Poblador desde: 26/01/2009
Puntos: 21906

(relato 15)

Un relato original, divertido y hasta con cierto toque de ternura para variar. El costumbrismo resulta muy apropiado.

4 puntos

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Curro
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Poblador desde: 24/09/2015
Puntos: 1048

Puntuación: 3,5 estrellas.

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El burro
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Puntos: 90

Bueno,al final entró. Por los pelos y con la lengua fuera, pero está entre los seleccionados.

Me hace muy feliz que entre, porque el núcleo del relato fue una historia que inventé para mi hija. Eva,la chica que la llevaba al cole por la mañana,le contó la historia de la chica de la curva. El caso es que cogió un poco de miedo y, para quitárselo nació el chico de la recta. Una ida de olla que le hizo mucha gracia y se le pasó el miedo.

Como sabe que su padre maljunta letras mepregunto si lo iba a mandar al Calabaza (si, sabe lo de los Calabazas, la pobre) y le dije que má adelante. Y así dos años hasta que en este Polidori dije "es ahora o nunca". Y el relato salió solo.

Así que ya sabeis, la versión definitiva irá dedicada.

Gracias a todos por los comentarios y las notas.

¡Larga vida al Polidori!

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Curro
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Poblador desde: 24/09/2015
Puntos: 1048

El burro dijo:

Bueno,al final entró. Por los pelos y con la lengua fuera, pero está entre los seleccionados.

Me hace muy feliz que entre, porque el núcleo del relato fue una historia que inventé para mi hija. Eva,la chica que la llevaba al cole por la mañana,le contó la historia de la chica de la curva. El caso es que cogió un poco de miedo y, para quitárselo nació el chico de la recta. Una ida de olla que le hizo mucha gracia y se le pasó el miedo.

Como sabe que su padre maljunta letras mepregunto si lo iba a mandar al Calabaza (si, sabe lo de los Calabazas, la pobre) y le dije que má adelante. Y así dos años hasta que en este Polidori dije "es ahora o nunca". Y el relato salió solo.

Así que ya sabeis, la versión definitiva irá dedicada.

Gracias a todos por los comentarios y las notas.

¡Larga vida al Polidori!

Comentar que, según la RAE, el verbo mepreguntar lleva tilde al conjugarlo en 3ª persona del pretérito perfecto simple. A ver si maljuntamos un pocomejor esas letras, porfavor.

También se echa de menos que el autor no interiorice un poco en el personaje de la hija; el lector (al menos el que suscribe) se queda con ganas de saber qué impresión le genera a esta el hecho de que su padre finalmente publique el relato.

Que nos cuentes qué te ha dicho, vamos :D

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El burro
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Poblador desde: 20/05/2020
Puntos: 90

Curro dijo:

El burro dijo:

Bueno,al final entró. Por los pelos y con la lengua fuera, pero está entre los seleccionados.

Me hace muy feliz que entre, porque el núcleo del relato fue una historia que inventé para mi hija. Eva,la chica que la llevaba al cole por la mañana,le contó la historia de la chica de la curva. El caso es que cogió un poco de miedo y, para quitárselo nació el chico de la recta. Una ida de olla que le hizo mucha gracia y se le pasó el miedo.

Como sabe que su padre maljunta letras mepregunto si lo iba a mandar al Calabaza (si, sabe lo de los Calabazas, la pobre) y le dije que má adelante. Y así dos años hasta que en este Polidori dije "es ahora o nunca". Y el relato salió solo.

Así que ya sabeis, la versión definitiva irá dedicada.

Gracias a todos por los comentarios y las notas.

¡Larga vida al Polidori!

Comentar que, según la RAE, el verbo mepreguntar lleva tilde al conjugarlo en 3ª persona del pretérito perfecto simple. A ver si maljuntamos un pocomejor esas letras, porfavor.

También se echa de menos que el autor no interiorice un poco en el personaje de la hija; el lector (al menos el que suscribe) se queda con ganas de saber qué impresión le genera a esta el hecho de que su padre finalmente publique el relato.

Que nos cuentes qué te ha dicho, vamos :D

El maljuntamiento se debe a tres causa:

A.- El descuido.

B.- Las prisas.

C.-Cierto problema neuromotor que me hace darle a las teclas con poca fuerza o  con demasiada o sin darse cuenta. Se nota especialmente en la tecla de espacio, a veces entran dos y a veces cero. Fácilmente solucionable con revisión de no ser por:

1- El descuido.

2.- Las prisas.

3.- Cierto problema de control de impulsos provocado por una medicina para controlar C. Fácilmente restringible también.

La niña lo ha celebrado mucho, tal vez para que su padre ignore un rotundo 4 en mates. Me ha preguntado si va a ser un libro electrónico o "de verdad".

 

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Patapalo
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no Magnífica intrahistoria.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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