REBELDÍA
A pesar de que nada más llegar a casa siempre la lavaba a mano (a menudo frotando con el estropajo) para, después, guardarla bien planchada en el cajón, por las mañanas, aquella sombra insolente seguía empeñada en volverse de color negro, dejándose pisar o chapoteando en todos los charcos.
¡Madre mía!, esto sí que es entrar pegando fuerte.
Zizyphus jujuba