Pericia
Borracho de determinación se encadenó a un árbol enfermo. Horas después despertó amarrado a una farola, rociado por los perros de la madrugada. Hubiera jurado que no se había dormido, pensó al encontrar la nota de disculpa del jardinero.
Pericia
Borracho de determinación se encadenó a un árbol enfermo. Horas después despertó amarrado a una farola, rociado por los perros de la madrugada. Hubiera jurado que no se había dormido, pensó al encontrar la nota de disculpa del jardinero.
Tópico
El marido juega con sus trenecitos. El jardinero poda los rosales.
El marido es viejo y feo. El jardinero es joven y musculoso.
Ella es una mujercita preciosa y aburrida.
¿Qué podría pasar en esta escena que mereciera la pena contar?
Exacto, el trenecito favorito del marido acabó descarrilando.
He cruzado océanos de tiempo para... espera...
¿Para qué diablos habré cruzado yo océanos de tiempo...?
MALAVENTURADO
Tantas veces había descarrilado que tenía el convencimiento de que los dioses hacían turnos para ponerle piedras en las ruedas. Harto, decidió hacer guardia, con la intención de pillarlos in fraganti. Lástima: no vio el tren que se acercaba.
Aprendiz de amante
En éxtasis continuo amoroso miró cómo se movía, celosa de la luz del sol que saboreaba el tacto de sus pómulos.
Al fin su amado se aproximó inclinándose hacia ella, llenándola con el aroma de su hombría. Osó besarlo.
Y la despidieron por abusar del becario.
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En un lugar de La Mancha de cuyo nombre me acuerdo perfectamente...
Caerse del trampolín
Después de servir mil cafés en el bufete más prestigioso de Madrid, consiguió la experiencia que necesitaba para su siguiente trabajo: encargado de un céntrico Starbucks.
Emociones
Starbuck divisa la ballena. Es grande, blanca, con el lomo aguijoneado de arpones.
Un piloto sinvergüenza de una estrella de combate dispara láseres a los cylons.
Aquí, yo, un puto friki, pido otro café de mierda.
He cruzado océanos de tiempo para... espera...
¿Para qué diablos habré cruzado yo océanos de tiempo...?
SIBARITAS
Las moscas cambiaron de mierda, prefieren la corrupción.
Reencuentro
—Esa mujer... no significaba nada, palabra —dice. Sonrío. Dios, qué mal aspecto tiene. Consumido el pelo, la cabeza parece un coco requemado.
—No te creo —bufo—, palabra—. Le saco la lengua. Agusanada. Me besa. Como antes. Entre mis dientes queda la harina seca de sus labios.
Paradojas
Besaba sus labios, con delicadeza, jugueteando con su lengua en aquél atrevido piercing. Parecía imposible que a través de ese sexo tan tierno e inocente hubiera nacido su hijo. Ese hijo, que encumbrado al poder, masacraba por miles a los hijos de otros labios.
¿Puedo ponerte una sonda anal?
PUNTERÍA LETAL
Durante la cena de empresa, Joaquín sufrió las burlas de Alfredo, el chulesco contable recién contratado. Harto, le lanzó un escupitajo que esquivó botellas y copas a lo largo de nueve metros de mesa hasta impactar en su frente.
Ahora ya sabía por qué le apodaban La Llama.
Los caminos del Humor son inescrutables...
Disfraz
Contempla hechizado el fuego que devora el edificio. Siente en su cabeza el susurro provocador que emana de ese mundo anaranjado y abrasador y que le invita a alimentar esa gigantesca hoguera.
Con ímprobos esfuerzos el bombero resiste la llamada y por fin dirige su manguera hacia el incendio.
Fuego a discreción
Las lágrimas recorrieron sus mejillas cuando vio asomar lenguas de fuego del bosque. A pesar de la distancia impuesta, seguía siendo detallista con ella en el día de su aniversario.
Evocación
Ni siquiera había empezado Luisito a coger aire, cuando un viento helado apagó todas las velas. Fue la última vez que celebramos el aniversario de la muerte del abuelo.
¡¡¡Tachán!!!
Genéticas
Tengo la lengua larga y pegajosa. Ni mi sangre azul impide que las chicas vomiten cuando intento besarlas. Así que he dejado que mi madre me busque esposa. Miro con odio el retrato del abuelo, tan sonriente en el lago, tan feliz sobre las hojas de nenúfar, tan batracio.
Impulso
Ella permanecía expectante y atractiva a unos metros de él.
¿Se atrevería? Sí, adelante, con valentía.
Sin embargo, la chispa del amor no pareció ser suficiente. El impulso a sus ancas no dio para llegar hasta el nenúfar de la bella.
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En un lugar de La Mancha de cuyo nombre me acuerdo perfectamente...
La criatura más hermosa
La belleza es una apreciación incierta que aprendemos cada vez que nos enamoramos. Pero cuando vemos por primera vez a nuestro hijo, se convierte en una verdad absoluta.
La insoportable levedad del Rey
Le hubiera gustado que, al igual que su poder, su real «cetro» fuera ilimitado, pero ninguno de los sabios del planeta se sintió capaz de resolver aquella pequeñez.
¡¡¡Tachán!!!
¿¿¿SEGURO???
"Jajajaja, no debe preocuparse", le tranquilizó el doctor tras palpar aquel granito de su espalda.
Dos semanas después, el insignificante bulto mutó en una joroba, y sólo bebía agua cada treinta días.
Luego su cuerpo se cubrió de pelo marrón.
A los tres meses, nadie lo distinguía de un dromedario.
Los caminos del Humor son inescrutables...
Porque tenía un dromedario (¡qué dolor!) dentro de un armario
El suspicaz marido llegó a casa antes de tiempo. Raudo, se dirigió al dormitorio para encontrar a la sorprendida mujer desnuda bajo las sábanas. Abrió entonces el armario...
-¡Ajá! Es justo lo que imaginaba.
El pollito cruzó la verja
El zorro fijó la mirada en la pelusa amarilla que correteaba por el bosque picoteando cositas invisibles del suelo.
Se aproximó hasta colocarse justo delante. Lo olisqueó.
El pollito sabía que nada más allá de la granja era real, que nada podía hacerle daño.
Pió.
He cruzado océanos de tiempo para... espera...
¿Para qué diablos habré cruzado yo océanos de tiempo...?
Discusión
Cuando le quemamos el dedo gordo con un cigarrillo, Rafa, medio inconsciente, emitió un sonido muy raro. Bruno, al tiempo que sacudía una cuchara pringosa, dijo que había sido un graznido. Sara -un trozo de intestino enrollado a la muñeca-, que había cacareado. Nada, no nos pusimos de acuerdo.
Hambre
Una semana ha pasado, desde que el avión se estrelló, y nadie viene a rescatarnos. Entre los dos acordamos echar a suertes los recursos. Ahora él posee la botella de agua y una pequeña esperanza. Yo tengo el destornillador y esta desquiciante punzada en el estómago.
Guerra a lo grande
El viento acaricia la calavera de su colvac y deforma su bigote, arrastra las mangas de su casaca y las crines del caballo; el brazo en alto sostenía el sable apuntando... hacia la retirada.
Los tanques ingleses habían roto el sueño heróico y su vientre.
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En un lugar de La Mancha de cuyo nombre me acuerdo perfectamente...
Anatomía para lerdos
Muy bien, prosigamos con el estudio del cuerpo humano –dijo el profesor–. A ver, Luisa, ¿qué es esto que estoy señalando?
–Eso es el vientre, señor profesor.
–Ajá, muy bien. ¿Y esto de aquí, Jaimito?
–Pues si no me fallan las cuentas, el vientriuno, profe.
Profesionalidad
Suspira: la niña repipi hoy trae lazos rosas en la cabeza, al monstruíto pelirrojo le asoma un tirachinas del bolsillo, el sabihondo repeinado luce una tirita en la barbilla. Fuerza una sonrisa, inhibe sus impulsos y programa su cerebro para funcionar seis horas en modo simpático y tolerante.
URGE INTERMEDIARIO
Está dispuesta a consentirle todo: el pitillo en la cama, recibirlo a las tantas demasiado contento… Si hay que parir tres o cuatro, lo hará. Hasta una infidelidad casual le perdonaría. Pero no le aguanta más que ignore sus guiños. Así va a ser muy difícil conocerse.
El enemigo
Sé que la voy a liar. Me conozco. Si ese imbécil sigue insinuando con la mirada que soy un gallina, le voy a arrear una hostia que se va a arrepentir de haber nacido.
Golpeo el espejo. Me sangran los nudillos. Me arrepiento de haber nacido.
He cruzado océanos de tiempo para... espera...
¿Para qué diablos habré cruzado yo océanos de tiempo...?
Germen
Lo que más le sorprendió fue verlo tan entero: sus diminutos pies con todos los dedos, sus brazos perfectos, aquellos labios tan bien perfilados, las dos ventanas de la nariz, sus ojos aún cerrados, el abdomen, todavía unido a un delgado tallo, y todo por plantar una judía.
¡¡¡Tachán!!!
¿Regalo?
Partió un pedazo de chocolate y se lo ofreció. Tras un rato charlando la mujer se despidió. Un deje de tristeza se dibujaba la cara de la pequeña.
— Para que te acuerdes de mí —dijo la anciana.
La niña nunca olvidó a la anciana ni aquella maldita estrella amarilla.
¿Puedo ponerte una sonda anal?
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Perspectiva
Miraba al cielo encapotado, extrañado de su inquietante cercanía y esas compactas nubes de color tierra. No era supersticioso, pero aquello le daba mala espina.
De pronto recordó algo y sus malas sensaciones se evaporaron: él era un murciélago y colgaba boca abajo de la rama de un árbol.