Kanya
Su desliz puso el mundo patas arriba. Ya no podía conformarse con su mujer, ella era anodina donde el recuerdo magnificado era excitante.
El día de su aniversario, Ana lo preparó todo. Le recibió en picardías y le susurró al oído: “yo soy Kanya”.
Él volvió a ser feliz.
Hilillo
La queja de su mujer lo llevará a la caja de herramientas donde no encontrará esa gomita por la que preguntará al portero cuya ignorancia lo empujará a buscar una fontanería hasta que un viandante le recomiende al famoso butanero que ha de conducirle de nuevo a su mujer.
Il cuore batte a sinistra