Contigo, pan y cebolla
Estaba enamorado, ¿cómo no reír ante aquel plato de lentejas carbonizadas? “Con el tiempo aprenderá a cocinar” –pensaba yo con esa ingenuidad de recién casado.
Pero han pasado diez años y de aquel amor sólo quedan las cenizas y un inconfundible olor a chamusquina.
In fraganti
Siempre que llegaba a casa, la pillaba en la cocina, y en plan de broma le decía: ¡te pillé! Otras veces chanceando le espetaba: ¡aquí huele a hombre! al estrecharla. Hasta que un día aquello le olió a chamusquina, cuando llegó demasiado pronto a casa.
El endesabé no ocupa lugá