No se que me pasa últimamente, pero llevo una temporada (desde diciembre) que no le veo la gracia a esto de los videojuegos, cada vez me apetece menos jugar. Cierto es que las navidades han sido fechas bastante ocupadas y si no he podido jugar ha sido más por tiempo que por gusto. Sin embargo ahora mismo, sin más ocupación que unas cuantas horas a la semana, me encuentro en una situación similar, aunque esta vez ya es por gusto y no por tiempo.
Aunque como soy subnormal, sigo comprando juegos, juegos que por norma general van directos al armario. Catherine, Vanquish, Yakuza 3 y 4, Majin, Enslaved, Sengoku Basara, Sonic, Crysis 2, Soul Calibur V... y la lista de empezados/abandonados o directamente sin empezar sigue aumentando. El Catherine por ejemplo lo aparté por que me dió por jugar las nuevas carreras del GT5 y el condenado me reenganchó, ahora me da una pereza enorme retomarlo. Con el SCV es una mezcla que desgana y asco (debido al poco contenido para el modo un jugador).
Dejando de lado el inFamous FoB (que al ser corto e intenso me lo acabé en una sentada) y el DLC de los Teleñecos para LBP2, los únicos juegos que durante estos meses me han seguido "obligando" a conectarme son los modos online de MotorStorm Apocalypse y Uncharted 3. Es que mecagondios, incluso compré el HiB3 y no he probado ninguno de sus juegos.
Y la cosa es que también entro con muchísima menos asiduidad a foros y webs de videojuegos...
Alguno ha tenido experiencias de amodorramiento similares? 
es mitico eso, aunque no juegues, compras.
que me relajen sin obligarme a pensar de masiado. Juegos de temática predominantemente arcade vamos.
A mí me pasa. No sólo con videojuegos, si no también con películas. No sé, va por temporadas, igual dentro de 4 meses tienes unas ganas de viciar a todo lo que pillas que flipas.
Yo ahora mismo estoy un poco como tú, no juego una mierda, pero es porque no me atrae demasiado nada de lo que sale, sin embargo, ahora por ejemplo con Mass Effect 3 sé que voy a enfrikarme las de dios.
Este mundo no está creado por fuerzas metafísicas. No es Dios quien secuestra a los niños. No es la fatalidad la que asesina ni el destino el que los echa a los perros. Somos nosotros. Sólo nosotros.