A propósito del uso de sufragistas en las acciones de campo
Un artículo de la Sociedad Carter para la prevención del vampirismo de la mano del profesor Emmerett Johnson
La elección de acompañantes para acciones de campo, tales como la purga del cubil de un no-muerto, es una de las más cruciales en nuestra profesión, tanto o más que mantener las herramientas y el equipo en buenas condiciones. Sin embargo, por meros prejuicios se obvian en ocasiones elementos de gran interés, como aquellos a los que dedico este artículo: las sufragistas.
Aunque estas mujeres pueden llegar a ser un problema en la retaguardia por la energía mental que requiere dialogar con ellas, llevarlas de misión resultará de gran utilidad, además de permitirnos alejarlas de entornos en los que no se sienten cómodas y ni nos dejan sentir cómodos, como el salón de fumar o la cocina.
En primer lugar, son personajes robustos, habituados a la intemperie, a los palos, a la presión y los gritos y, en algunos casos, también a cierta actividad física, como lanzar adoquines o correr frente al peligro. Ni siquiera el dolor parece arredrarlas y los elementos más destacados y militantes tienen experiencia con las cadenas y los calabozos, algo que puede ser una baza crucial cuando las cosas se tuercen. La mayor parte muestran una agresividad muy conveniente.
Además, su interferencia con el resto del equipo se atenúa o incluso se vuelve productiva, a diferencia de lo que ocurre con las habituales damiselas. Los hombres más caballerosos, sobre todo los gallitos, no solo tienden a mostrar menos deferencias con las sufragistas, y por lo tanto a distraerse menos, sino que se ven espoleados a mostrar sus cualidad físicas y anímicas más excelsas, y su valor y su arrojo, para no quedar rezagados y darles el huevo salado a sus compañeras.
Al contrario, los posibles antagonistas con los que nos veamos obligados a lidiar en las acciones de campo serán cogidos con la guardia baja al verse confrontados a ellas: como la serpiente de la que desciende toda mujer, podrán pillarlos por sorpresa y darles el toque de gracia en el momento oportuno. Este ardid resulta particularmente eficaz con criaturas como los vampiros, que provienen de épocas pasadas donde no existían especímenes como nuestras sufragistas contemporáneas.
Hay que señalar, así mismo, que estas no consideran de buen tono que las ayuden y las asistan, por lo que se esforzarán por mostrarse útiles y no una carga. Esto se puede acentuar mediante alguna galantería puntual que, por supuesto, rechazarán, sobre todo si viene de una persona de cierta edad, como el aquí firmante. Del mismo modo, se les pueden facilitar armas con el sencillo procedimiento de prohibirles llevarlas o usarlas de exploradoras indicándoles por dónde no deben aventurarse.
En definitiva, las sufragistas son mucho más útiles en las acciones de campo que los ratones de biblioteca que suelen servirnos de asistentes o los robustos aldeanos a los que se recurre con frecuencia. Los primeros tienden a verse sobrepasados por los eventos más banales mientras que los segundos se desinflan cuando algo escapa a su entendimiento, como ocurre con los fenómenos sobrenaturales, particular que nunca se da con las sufragistas. Para nuestro oficio, su testarudez es una virtud encomiable.
Por supuesto, es prudente no hacer pública esta información ni compartirla con aquellas personas que tienden a irse de la lengua o no valoran en su justa medida la ira femenina. Por mi parte, recomiendo quemar esta circular después de haberla leído. A mis años, no conviene exponer la osamenta a determinados castigos, ni tampoco el intelecto.
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