Reseña de la novela del momento, primer capítulo de la trilogía Millenium, de Stieg Larsson
Me he dado cuenta de que es muy difícil hacer una reseña de una novela, porque irremediablemente terminas dando una valoración subjetiva, que no deja de ser eso: una opinión, sin más. Por ello, no me gusta el trabajo de crítico ya que nunca me he creído con derecho a juzgar el trabajo de nadie. Como alguna vez he oído por ahí: “Antes de criticarme, intenta superarme y, mientras tanto, limítate a admirarme”. Bien, aun así, hay libros a los que inevitablemente he tenido que tachar de “tufo”, porque realmente no cumplían mis expectativas (adelanto ya, que éste no es el caso). Pero… ¿cómo hacer una reseña de un libro que lleva vendidos millones y millones de ejemplares en el mundo? ¿Quién soy yo, simple aficionado, para juzgar un libro de estas características? Y lo que es más complicado: ¿Cómo hablar de él sin desentrañar su argumento?
Cuando le comenté a Akhul que quería hacer esta reseña, creo que no me planteé bien las implicaciones que ello conllevaba, porque de alguna manera, éste no me parece un libro cualquiera, y me da la sensación que puedo meter la pata de muchas maneras, ya sea desincentivando a posibles lectores, ya sea creando unas expectativas demasiado altas que luego, quizá, no se cumplan. Por no mencionar el hecho de que al haber tenido tantos lectores, cualquiera de ellos –de vosotros- podéis mostraros en un desacuerdo total conmigo, y probablemente con toda la razón del mundo. Aun así, quiero hacerla, porque lo he tomado como un reto personal. Así que lo primero que he hecho ha sido plantearme: ¿Cojo el esquema típico de una reseña, esto es… breve introducción, análisis del estilo literario, encuadramiento en el tiempo y espacio de la novela, estudio de los personajes, breve estudio de la vida del autor, y sinopsis? Y después de planteármelo, lo he desechado. Como comprenderéis, he intentado hacer mis deberes lo mejor posible, y he estado un rato largo naufragando por Internet, documentándome lo más posible, y me he dado cuenta de que metiendo el nombre del libro en Google (¿Qué sería de la ciencia sin el Google?), salen reseñas del libro a centenas, por no mencionar la vida y obras de su autor, con lo que, creo, no es ningún secreto ni el hecho de que Larsson falleció al poco de publicarse su primera novela, lo que supongo que ha contribuido (sin ánimo de quitarle méritos, ni mucho menos) al éxito tan brutal de la misma, como tampoco lo es el hecho de que la compañera sentimental del mentado autor está en litigios por motivo de a quién corresponden los beneficios de la obra con el padre y el hermano del autor, con los que, parece ser, no tenía buena relación.
Así que me he dicho, Luis, a tu bola, y a ver qué sale. Con lo que ya sabéis, si estáis leyendo esto, es que Akhul ha sido condescendiente conmigo, y ha decidido arriesgarse a que le destruya la web.
Lo primero que llama la atención del libro, y es algo constante en las tres trilogías, son sus títulos. Creo que es imposible que a alguien le pase desapercibido un título como éste: Los hombres que no amaban a las mujeres, pero aún es más complicado que no te llame la atención el del segundo capítulo, La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina; y ojo al tercero: La reina en el palacio de las corrientes de aire. Si a estos títulos, además, le añadimos una portada negro azabache, con una chica delgada y pálida de traje rojo mirándonos fijamente, pues ya más o menos nos damos cuenta de que estamos ante una novela diferente hecha para provocar.
Uno no es muy aficionado a leer novelas de moda (aunque siempre, tarde más o tarde menos, las termine leyendo), en el sentido de que, supongo que como a muchos, en cuanto un libro se pone en el candelero se enciende la sirena y saltan las alarmas: “Cuidado, es un libro hecho para vender, lo que implica que es literatura ligera, y con polémica gratuita, probablemente cargando contra la iglesia, porque es la moda”. (Sí, no me gustó El código Da Vinci -No me pareció un buen libro, sino un buen producto–, ni la ristra de libros que aparecieron a continuación con temática similar). Tampoco me malinterpretéis: no soy el típico hipócrita que huye de todo lo comercial para dárselas de grunge. De hecho, no hay obras más comerciales que las de Shakespeare, el cual básicamente escribía lo que pedía el público, y hablamos del mejor dramaturgo de todos los tiempos. Vamos, que lo comercial, mal que nos pese a algunos, no tiene porqué estar exento de calidad, y por tanto, me gusta Fito, escucho a El canto del Loco, y no odio a muerte a Bisbal, además, El ocho me pareció un muy buen libro, su continuación, El Fuego, también. Los Pilares de la tierra me dejaron un regusto amargo porque me esperaba más, pero La Catedral del Mar y La sombra del Viento me encantaron, por mentar novelas que en algún momento se han puesto de moda.
¿Por qué le di una oportunidad a este libro?
Bien, en mi caso ha sido el boca a boca. Ahora vas en el metro camino al trabajo, y ves a muchísima gente con el libro de portada negra y mujer de traje rojo mirándote fijamente y, lógicamente, la gente de mi entorno no iba a ser una excepción. Dos compañeros míos de la oficina se lo leyeron y terminaron encantados. Así que al final, como todos, decidí dejarme llevar, (al fin y al cabo realmente ese título y esa portada habían conseguido en mí el efecto deseado, esto es, provocar mi curiosidad, con lo que creo que tampoco necesitaron hacer muchos esfuerzos para convencerme a leerlo), eso sí, forrándolo, porque cada uno tiene sus manías y en mi caso no me gusta que en el metro nadie sepa lo que voy leyendo, más si lo que leo lo están leyendo tres personas más en el mismo vagón. Es algo irracional y sin sentido, pero así soy. Y, de hecho, ése es el motivo por el que forro los libros, y no porque las portadas puedan estropearse. Afortunadamente, mi afición a la lectura hace que devore los libros de una forma relativamente rápida, con lo que no suelo dar tiempo a que el libro se descorche.
Centrándonos ya en la novela en sí, está ubicada en Suecia, en un pueblo llamado Hedestad donde prácticamente se desarrollará toda la acción. Un periodista y una investigadora un tanto especial terminarán colaborando en la investigación de un misterio irresoluble acaecido treinta y seis años atrás. Toda una vida. El argumento en sí deja claro que estamos ante una novela encuadrada dentro del género de novela negra. Lo que en sí ya consiguió un punto a favor por mi parte. Soy un ferviente amante de los dos Guardias Civiles protagonistas de un número importante de novelas del genial Lorenzo Silva. El alquimista impaciente (¿Cómo de un libro tan bueno, se pudo hacer una película tan pésima?), y El lejano país de los estanques han de ser lectura obligatoria para los amantes de este género. Si después de leeros estos libros habéis disfrutado tanto como yo con las habituales ironías del sargento Bevilacqua, podéis continuar con Nadie vale más que otro, La doncella y la niebla, o La reina sin espejo. La cuestión, es que Los hombres que no amaban a las mujeres, y, por ende, La trilogía Millenium, han conseguido que este género esté más de moda que nunca.
Con un estilo narrativo genial, rápido, directo, y sin ambages de ningún tipo, Larsson consigue atraparnos desde el primer momento. Lo bueno que tiene la novela negra es que normalmente el bien y el mal suelen confundirse, mezclarse, creando y entretejiendo personajes y relaciones de dudosa moral. Si el protagonista, periodista y mujeriego, Mikael Blomkvist, encarna a un personaje con una moral bastante pura, la que será su compañera de aventuras, Lisbeth Salander, muchacha tatuada, con piercings, y con un trauma infantil que no se revelará en este libro, aunque se deja caer, es todo lo contrario. En ella, encontramos a una investigadora con unos principios morales bastante abstractos, donde “el fin justifica los medios” parece ser su única ideología. El contraste que conforman él, tipo comprensivo, inteligente y socialmente adaptado y ella, chica inadaptada, rencorosa con una sociedad que siente que le dio la espalda, impulsiva en ocasiones y con un carácter bastante inestable, hará las delicias de los lectores. A través de los ojos de ambos dos, contemplaremos el fresco de una familia extraordinariamente bien pintado, la familia Vanger, y sus numerosos miembros, con sus oscuros secretos, pasiones y complicados caracteres, serán el centro de la investigación y por tanto protagonistas principales de la trama de este genial libro.
No quiero arriesgarme a hacer un spoiler mayor de lo que ya he hecho, pero en definitiva hablamos de una novela negra, fresca, atrevida, provocativa y, sobre todo, dura.
Leedla, no os dejará indiferentes.
Una reseña poco ortodoxa, pero que no creo que hunda la web Muy interesante la reflexión sobre los títulos; yo también creo que es un elemento que han sabido utilizar muy bien para llamar la atención de los lectores.
En cuanto al libro en sí, supongo que no tardaré en leerlo. He oído muy buenas opiniones sobre el mismo (aquí a Francia llegó algo antes que a España), y la temática me atrae.
Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.