Ciudad de brumas

Imagen de Anne Bonny

Reseña de la obra de Andersen Gabrych y Brad Rader publicada en Panini Noir

 

La bruma en esta novela gráfica de Andersen Gabrych y Brad Rader es la propia novela negra. El tono, los escenarios, el ritmo, el modo de enfocar la trama... todos estos elementos, que despiertan ecos de ideas preconcebidas en el lector, son los encargados de que la visión se distorsione, de que las sombras y los espacios indefinidos sirvan de refugio a la historia auténtica y de que, en definitiva, el visitante se pierda por las calles de Ciudad de brumas.

Cuando comenzamos la lectura de este cómic, lo primero que capta nuestra atención es el estilo de Rader a los lápices. Su trazo es duro, casi simple en algunos momentos, y cede todo el peso narrativo al encuadre de las viñetas. En ellas, los personajes juegan a actores, se dejan mimar por una “cámara” que se esfuerza por llevar las riendas de la lectura. Tenemos la impresión continua de ser guiados con mano firme, de ver nuestra mirada conducida como en una película de animación.

Los personajes son, a primera vista, toscos, y Rader no hace ascos a los estereotipos: es un modo eficaz de meternos tanto en la atmósfera propia de una novela negra como en el ambiente de los Estados Unidos en tiempos de la Guerra de Corea. Detectives, matones, curas de barrio, prostitutas, policías, bares de mala reputación, mansiones... hay pocos tópicos que no hagan acto de presencia. Poco a poco, no obstante, uno se da cuenta de que el apartado gráfico es un vehículo bien planificado, tan eficaz como la bruma, para ponernos en manos del guión.

Resulta complicado hablar del trabajo de Andersen Gabrych en Ciudad de brumas sin entrar a desvelar los detalles y sorpresas que son la sal de esta historia. Baste decir que, aun manteniéndose dentro de los cánones del género (no hay hibridaciones ni giros excesivos), esta novela gráfica desvela una trama de fondo insólita y original, donde el sexo es uno de los principales ingredientes.

En este sentido hay que señalar también que el cómic tiene algunas escenas de violencia bastante duras, aunque creo que cualquier lector que aborde la línea Panini Noir cuenta con ello. Después de todo, esto va de novela negra.

La edición, en la línea de Panini Cómics, es de gran calidad y el formato muy agradable. El conjunto, muy interesante, capaz de poner los pelos de punta y de enternecer al lector.

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