La espada salvaje de Conan: El pájaro de diamante
Reseña del trigésimo segundo volumen de la reedición de Planeta DeAgostini
Este es un volumen algo particular porque dos de las tres historias que incluye son (más o menos) continuaciones de sendas aventuras incluidas en el vigésimo octavo volumen de La espada salvaje de Conan: El demonio de las sombras. No se sabe muy bien, no obstante, si es la intención del responsable de los guiones, Michael Fleisher, el ir consolidando un universo propio dentro de la Era Hiboria o, más bien, reutilizar algunos elementos que estéticamente le habían quedado resultones y que, al final, narrativamente tampoco habían dado mucho de sí.
La primera de estas historias es El pájaro de diamante, que viene ilustrada por John Buscema, Bob Camp, Dave Simons y Armando Gil... de un modo sorprendentemente homogéneo para haber contado con tantos artistas. La historia en sí es bastante clásica dentro de lo que es la colección y adolece de cierto exceso de elementos fantásticos y llamativos para lo que ofrece la trama: hay pájaros gigantes con sus jinetes, una “amazona” aliada con Conan, demonios, criaturas de “cristal”, civilizaciones perdidas de gigantes venidos de otro mundo... para, sencillamente, contar una pequeña incursión de saqueo. La propia presencia del archienemigo de Conan derrotado por (ya) segunda vez en El demonio de las sombras es algo accesoria y no consigue subir el nivel de tensión. Así, al final la cosa queda en una historia resultona pero algo artificiosa.
El mundo más allá de las tinieblas, que fue ilustrada por John Buscema, Rudy Nebres y Ernie Chan es mucho más interesante en cuanto a trama y está mucho mejor ajustada en cuanto a la mecánica del guión. En ella, Conan, huyendo de una orden de asesinos que ya apareció en El demonio oscuro de Raba-Than, termina perdido en una densa niebla... que lo lleva a otro mundo en el que reina un hombre idéntico físicamente a él. Esta situación hará que termine en medio de las conspiraciones palaciegas de rigor al mismo tiempo que va descubriendo todos los peligros de ese mundo y seduciendo a todas las hermosas mujeres que lo habitan. Hay combates, conspiraciones, huidas, monstruos, seres involucionados, algo de misterio... vamos, una trama lo bastante completa para dejarnos satisfechos y perdonarle los aspectos gratuitos o no del todo explotados, como el de la propia orden de asesinos. Así, sin ser una historia sobresaliente, sí tiene unos cuantos puntos fuertes que la hacen la más sólida del tomo.
Como cierre tenemos Desafío, un poema épico protagonizado por el cimerio y escrito por Jim Neal que viene ilustrado de una manera espectacular, a página completa cada vez, por Pablo Marcos. Es una oda a las aventuras del bárbaro, que se van glosando en estrofas de cuatro versos de corte clásico, así que sirve más de homenaje y recordatorio que otra cosa.
En conjunto, La espada salvaje de Conan: El pájaro de diamante es un tomo que no resulta particularmente brillante, pero que tampoco tiene grandes fallas. Se disfruta pero sin aportar demasiado a la colección.
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