Bang!

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Análisis de este particular juego de cartas de Emiliano Sciarra.

Estos últimos años hemos vivido grandes cambios en el concepto de los juegos de mesa y, en particular, en los de cartas. Como suele ocurrir en estas situaciones, rápidamente quedan de lado las innovaciones y da la impresión de que se gira en torno a los mismos conceptos una y otra vez. Es por ello que “Bang!” (Wanted) es un juego que sorprende, y muy gratamente.

 

Aunando conceptos clásicos -como el de la identidad oculta que todos conocemos gracias a juegos de toda la vida como “el asesino”- y otros más innovadores -como el uso de acciones- Emiliano Sciarra ha ideado un juego ágil, divertido y, sobre todo, emocionante.

 

Con una curiosa ambientación de Spaghetti Western, “Bang!” nos adentra en el mundo de las películas de Ennio Morricone y nos permite revivirlas con la misma intensidad con que las vivimos en nuestra infancia. El sheriff, el duelo, los indios, el saloon… todo tiene cabida dentro de las innumerables posibilidades de este juego.

 

Presentación

 

En una elegante caja, adornada con sugerentes dibujos, encontraremos un mazo de cartas. Éste se divide en tres tipos diferentes: cartas de objetivo, cartas de personaje y cartas de acción.

 

Cada carta tiene una serie de anotaciones y símbolos que hacen referencia a reglas particulares que podremos consultar en el manual adjunto. Al principio, resultan algo confusos, pero en pocas partidas se dominan. Es un mal menor, puesto que es raro jugar únicamente una…

 

Las dos ampliaciones del juego, “Dodge City” y “A fistful of cards” se presentan en cajas similares, aunque existe una edición que engloba el juego básico y ambas extensiones en una gran caja con la sugerente forma de un ataúd.

 

Sistema de juego

 

El desarrollo de una partida es relativamente sencillo y se automatiza rápidamente. Los jugadores, entre 3 y 7, se sientan en círculo, normalmente en torno a una mesa. A continuación se reparten al azar las cartas de objetivo y las cartas de personaje, una por jugador, y algunas cartas de acción.

 

La carta objetivo indicará a quién encarna el jugador dentro del pueblo: al sheriff, a un ayudante del sheriff, al renegado o a un forajido. Únicamente el sheriff revelará su identidad aunque, en contraprestación, será capaz de recibir un disparo más que el resto de los jugadores.

 

El objetivo, obviamente, cambia dependiendo de quién es quién, y el hecho de mantenerse en secreto las identidades es uno de los puntos más interesantes del juego. Así, el sheriff deberá acabar con los forajidos y el renegado, el ayudante del sheriff deberá ayudar al primero, los forajidos deberán acabar con éstos y el renegado deberá ser el último en quedar en pie, prestando atención a que no hayan acabado con el sheriff demasiado pronto. En la confusión del quién es quién y con cada jugador intentando conseguir su objetivo lo antes posible, la ensalada de tiros está asegurada. La diversión también.

 

Pero, ¿cómo se pone esto en marcha? Las cartas de personaje son el punto de arranque. Cada jugador, además de tener un objetivo, será un pistolero en concreto que vendrá indicado por su carta de personaje: esto le dará habilidades especiales, como disparar más deprisa, cubrirse mejor, aguantar más disparos, robar más cartas…

 

Una vez determinados (secretamente) los objetivos y revelados los personajes, el juego seguirá una mecánica muy sencilla. El jugador cuyo turno empieza roba dos cartas del mazo principal y juega todas las que quiera de cuantas tenga en la mano, teniendo en cuenta que, al final del turno, no podrá tener más cartas que “puntos de vida” le queden (número de tiros que puede soportar todavía).

 

Las cartas de acción pueden ser de uso inmediato -como disparos para acabar con los adversarios, ataques indios, diligencias que traen más cartas, cerveza que da nuevos puntos de vida, desafíos a enfrentarse en un duelo- o accesorios –caballos, pistolas, barriles para esconderse, inestables cartuchos de dinamita-.

 

Toda la mecánica del juego se basa en la distancia a la que está un personaje de otro. Los personajes cuyos jugadores están sentados al lado en la mesa se consideran a distancia 1; los que tienen un jugador entre medio, a distancia 2; y así sucesivamente. Con algunas cartas, como los caballos, podemos aumentar la distancia. Con otras, como los rifles, reducirla.

 

Así, con este sistema tan sencillo y gracias a la variedad de cartas (hay 22 distintas dentro del mazo, aunque algunas, como disparar se repitan 25 veces), las posibilidades son casi infinitas. Añadiendo que cada vez que se elimina a un jugador el autor de la proeza gana nuevas cartas –salvo si ha eliminado por error a un “aliado”- y que desde el principio vamos a contrarreloj para conseguir nuestro objetivo sin saber quién nos echará una mano o quién nos dará una puñalada, el juego resulta totalmente impredecible.

 

La ambientación, de simpático Spaghetti Western, sin duda ayuda a desinhibirse y a meterse en el papel de tu personaje, ya sea un curtido sheriff o un siniestro renegado dispuesto a imponer su ley en el más bien cercano Oeste.

Conclusiones

 

El punto más fuerte de este juego, a mi parecer, es la gran variedad de situaciones que plantea: con un sheriff, dos ayudantes, tres forajidos y un renegado, las posibilidades son innumerables.

 

Bien es cierto que, para aprovecharlo plenamente, es conveniente jugar al menos 6 o 7 jugadores, aunque sin duda con 5 ya resulta apasionante. Ésta es otra de sus grandes ventajas, pues es raro encontrar juegos dinámicos que permitan la participación simultánea de tanta gente.

 

Además, aunque en la primera partida siempre es de agradecer la presencia de un “veterano”, las reglas son muy sencillas y bastante intuitivas, por lo que el juego resulta ágil y fácil de aprender. Las “perrerías” se aprenden rápido, por lo que es normal tener ganas de “revancha” desde el principio. No es raro que una partida se encadene con otra.

 

Un punto negativo es la eliminación de jugadores durante el transcurso de la partida, aunque es un mal menor, puesto que la muerte de un personaje suele ser indicio del fin de la misma.

 

Por otro lado, hay que señalar que la estrategia tiene una importancia más bien limitada en el desarrollo del juego: azar y un buen ojo para identificar las intenciones de cada jugador son las claves del éxito.

 

En conclusión, podemos decir que el “Bang!” es un juego que merece la pena probar… y que da ganas de repetir.

 

Ideal para pasar una tarde con la familia o con los amigos, sin complicarse mucho la existencia con las reglas y disfrutando de toda la emoción y de todo el humor que se esconde bajo ese ardiente sol de nuestros queridos Spaghetti Western.

 

Datos técnicos

 

Número de jugadores: 4 – 7

Duración de la partida: 30 minutos

Jugabilidad: alta

Dificultad: baja

Autor: Emiliano Sciarra

Editor: DaVinci, 2002

 

La primera ampliación, Dodge City, permite ampliar el rango de jugadores a de 3 a 8.

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Gilgaer
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 Autentico juegazo, lo tengo y se ha convertido en un continuo divertimento semana tras semana, Bar Irlandes, mesa del rincon y Pintas hasta que se acabe la noche, las partidas a 7 son geniales... sobre todo cuando empieza a haber piques por partidas anteriores (y al sheriff le da por disparar sin ton ni son hasta que se carga a su ayudante... XD). Es mas, el juego lo tenia un amigo mio, luego se lo compraron otros dos, luego yo, y ahora otro colega lo pidio por internet... vamos, un must have como la copa de un pino, y encima baratito.

Como curiosidad en una partida el Sheriff duro un turno (es mas, solo jugaron 2 personas de 5... XD), la partida mas rapida que he jugado... y en otra un colega con el personaje de Willy the Kid se cargo a dos forajidos en el primer turno... ratatatata. JUEGAZO.

Y la estrategia es muy importante, un forajido que se mantenga al margen de los tiros en los primeros turnos puede ser facilmente confundido con un Vice o un Renegado... y tirotear al Sheriff a traicion en el ultimo momento, con el tiempo me he dado cuenta de que lo mejor es no actuar hasta estar muy seguro de que tienes delante.

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ViejoBastardo
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