Las aventuras del capitán Torrezno: Babel
Reseña del cómic de Santiago Valenzuela publicado por Panini
Hace ya unos cuantos meses que descubrí el universo del capitán Torrezno con La estrella de la mañana. Y si ya en su momento me sedujo por completo y me fascinó, ahora con este Babel me termino de quitar el sombrero.
Es difícil explicar el intrincado mecanismo que ha puesto en juego Santiago Valenzuela para crear una obra como esta. Lo primero que llama la atención y que hay que encomiar es el estilo propio. Es algo que se percibe en cuanto a estética, tanto en la realización, con ese toque caricaturesco y lleno de referencias, como en la concepción, con esos fabulosos escenarios que transportan los mundos de fantasía a lo más cotidiano a través de un cambio de escala y algunas adecuaciones. También se percibe en cuanto a estilo narrativo: el contraste entre el discurso de la epopeya, solemne y bien medido, y el contrapunto algo descreído del capitán Torrezno, con sus diálogos y sentencias tan lapidarios como hilarantes, es magnífico.
Luego está la narrativa en sí, la trama. Humor y fantasía épica, pero no parodia. Sí, hay algunos momentos esperpénticos que se cachondean hasta cierto punto del género, pero la inmersión en el mismo es total. No hay un afán de ridiculizar, sino de poner en relieve los mecanismos subyacentes y la humanidad que se eclipsa muchas veces con la grandilocuencia de la épica.
En este sentido es clave otra de las maravillas de este cómic, que queda particularmente patente en Babel: el fondo. El tomo gira en torno al elefantiásico asedio de la todavía más colosal Babel. Es como la contienda definitiva: Occidente y Oriente confrontados en una ciudad portuaria que podría ser un trasunto de Constantinopla y que parece serlo de Babilonia, o todo mezclado a la vez. Pueblos y alianzas y ejércitos que el autor caracteriza de un plumazo y les da un sabor único con pequeñas transformaciones de nombres y apariencia. Conocimiento a raudales que en vez de mostrarse para lucimiento se ha pulido hasta darle una nueva forma y crear un nuevo puzle que, al final, permite hablar del meollo.
Entonces nos encontramos con el juego y la comunicación establecida entre niveles de existencia: el micromundo donde tiene lugar la confrontación titánica y el advenimiento del Fin, con mayúsculas, y el mundo superior mundano en el que Valenzuela engarza todavía más juegos metaliterarios y de palabras que te dejan alucinado. Nuestra propia existencia queda ligada a la de ese mundo dentro de un mundo. Y mitos, leyendas y demás cimientos de la épica se contemplan a través de otro prisma que de tan revelador parece nuevo.
Fascinante. Ambicioso. Trepidante. Asombroso. Todo eso y mucho más es Babel. Algo difícil de explicar en una sola lengua. Quizás por eso el autor ha decidido usar varias (la escrita, el dibujo, los ecos del imaginario colectivo, la tradición, la iconoclasia, la mitológica) para darle esa dimensión abrumadora que, al mismo tiempo, el capitán Torrezno desdeñaría con algún taco. Más que recomendable.
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