Agua para elefantes
Reseña de la novela de Sara Gruen publicada por Punto de Lectura
Sinopsis
En los difíciles años treinta Jacob lo ha perdido todo: familia, amigos, futuro... y decide enrolarse como veterinario en un circo ambulante. Envueltos por el fascinante espectáculo de los Benzini transcurren años de penuria pero Jacob también encontrará la amistad, el amor... y a la traviesa elefanta Rosie.
Pasen y vean: romance, lucha, asesinato, tragedia y humor integran esta gran función que conmueve y asombra por igual.
Crítica
«¡Damas-s-s-s-s-s-s y caballeros-s-s-s-s-s-s! ¡Quedan vein-n-n-nte minutos para que comience el gran espectáculo! ¡Más que suficiente para que puedan disfrutar de las asombrosas, de las increíbles, las fa-a-a-a-ascinantes maravillas que les hemos traído desde los cuatro puntos cardinales y todavía conseguir un buen asiento para el gran espectáculo! ¡Tiempo de sobra para ver las rarezas, los fenómenos de la naturaleza, las atracciones! ¡Nuestra colección es la más impresionante del mundo, damas y caballeros! ¡Del mundo como se lo digo!»
A pesar de que el espectáculo ambulante de los hermanos Benzini desapareció hace mucho tiempo, Jacob Jankowski todavía espera volver a escuchar el sonido de la locomotora que anunciaba su llegada a la ciudad con la promesa de un espectáculo inolvidable. Sin embargo, muchas han cambiado, incluido él.
En la residencia, nuestro protagonista se ha convertido en un viejo cascarrabias prácticamente aislado del resto de pacientes, incapaz de aceptar que sus días vayan a concluir entre pañales húmedos, cremas nutritivas e insípidas, sonrisas desdentadas, miradas pérdidas en el pasado y, sobre todo, la indiferencia de las enfermeras, siempre más pendientes de concluir lo antes posible su jornada que de sus pacientes. No obstante, la llegada del circo trae consigo todos los recuerdos de aquella época en la que nuestro protagonista se subió (literalmente) al tren del espectáculo y conoció la compleja estructura oculta tras las bambalinas.
Y es que Agua para elefantes nos describe este fascinante submundo desde el instante en que abandonamos la pista central y las luces de los focos dejan de deslumbrarnos, con el sonido de los aplausos acompañándonos hasta el exterior de la carpa. Allí, Sara Gruen deja al descubierto el auténtico circo, aquel que solo conocen quienes tienen la oportunidad de trabajar bajo las instrucciones del Tío Al.
De este modo, conforme Jacob asciende en la escala circense desde un simple peón del Escuadrón Volador hasta convertirse en el veterinario oficial del espectáculo, conocemos sus aspectos más desconocidos (y oscuros): las desigualdades entre los artistas y el resto de empleados, los sobornos a las autoridades de cada ciudad, el maltrato a los animales o el contrabando de alcohol a consecuencia de la Ley Seca.
Ambientada durante la Gran Depresión estadounidense, Sara Gruen emplea el circo como metáfora de la ilusión en la que había estado viviendo la sociedad estadounidense durante los felices años veinte. Igual que los espectadores deben abandonar el recinto terminada la función para regresar a sus vidas, la caída de la bolsa de Nueva York supuso un gran cambio para la mayoría de la población, quien contempla la auténtica realidad oculta tras la opulencia de los años previos.
«Dime, ¿de verdad crees que éste es el espectáculo más deslumbrante de mundo? No. Ni por asomo. Probablemente ni siquiera es el número cincuenta en la lista de los espectáculos más deslumbrantes del mundo. Tenemos un tercio de la capacidad del circo Ringling. Ya has descubierto que Marlena no pertenece a la realeza rumana. ¿Y Lucinda? De cuatrocientos kilos nada, doscientos como mucho. ¿Y tú crees que a Frank Otto le tatuaron unos furiosos cazadores de cabezas de Borneo? No fastidies. Antes era un montador del Escuadrón Volador. Se pasó nueve años trabajándose la tinta. ¿Y sabes lo que hizo Tío Al cuando murió el hipopótamo? Cambió el agua por formol y siguió exhibiéndolo. Estuvimos dos semanas viajando con un hipopótamo en conserva. Todo es ilusión, Jacob, y no tiene nada de malo. Es lo que la gente quiere que le demos. Es lo que espera de nosotros.»
Es más, resulta significativo que Jacob sea hijo de inmigrantes polacos y, tras la muerte de sus progenitores, compruebe que «el sueño americano» está reservado exclusivamente para aquellos que pueden pagarlo.
«Miro fijamente a Edmund Hyde, con su traje caro, detrás de su mesa cara, con sus libros encuadernados en cuero. Tras él, el sol atraviesa las cristaleras emplomadas (…) Apuesto a que él no ha aceptado que le paguen con judías y huevos en toda su vida.»
Una época convulsa que la autora recrea con exquisita fidelidad a través del testimonio en primera persona de Jacob, incluyendo detalles desconocidos por la mayoría como las colas de pan o las intoxicaciones por consumir jengibre jamaicano. De hecho, comprobamos que los capítulos narrados por nuestro protagonista de joven conceden una mayor relevancia al contexto que su propia historia. En realidad, el romance entre Jacob y Marlena es solo una excusa, un recurso narrativo cuya previsibilidad nos permite centrarnos en otros aspectos que nos habrían pasado inadvertidos si se hubieran desarrollado de otra manera.
Agua para elefantes no es una novela romántica al uso, sino una maravillosa fábula sobre la vida de un hombre, Jacob Jankowski, narrada desde dos espacios temporales diferentes, pero relacionados. Si analizamos la estructura narrativa, observamos muchas similitudes con a otro clásico, Tomates verdes fritos (Fannie Flag). En ambas novelas, el pasado y el presente confluyen de forma paralela, pues el final de cada capítulo sirve de introducción al siguiente. De esta forma, no se producen interrupciones en la narración, logrando uniformidad en el relato a pesar de que los ritmos de ambas discrepan. El Jacob joven posee mayor acción, su comportamiento es más impetuoso y sus decisiones se rigen por el corazón. Por su parte, el Jacob anciano es más reflexivo, tiende al monólogo interior y nos proporciona algunos fragmentos verdaderamente emotivos. Al contrario que su yo joven, la versión anciana del personaje nos permite recrearnos mejor en la prosa de la autora, sencilla y, al mismo tiempo, llena de complejidad por el argumento del libro.
Sara Gruen realiza un homenaje a todos aquellos trabajadores anónimos que durante unas horas nos permitían evadirnos de la rutina para ofrecernos una experiencia onírica a través de un espectáculo digno de recordar. Es más, cada fragmento de la novela representa un número concreto a representar sobre la pista que esperamos de forma impaciente en nuestro asiento, conforme avanzan las páginas, sabiendo que lo mejor se reserva para el final.
Con todo, la única salvedad a destacar son los personajes. Si los analizamos con atención, tanto los principales como los secundarios, comprobamos que la autora los cataloga desde el primer instante y no permite que evolucionen durante el resto de la novela. Es decir, distinguimos perfectamente entre buenos y malos, sin equívoco alguno véase August o Tío Al. Posiblemente el único con el que resulta difícil establecer una relación de simpatía es Walter a debido a sus constantes cambios de humor, sus problemas de alcoholismo y sus secuelas psicológicas después de participar en la Primera Guerra Mundial.
En definitiva, Agua para elefantes realiza una parada en nuestras librerías para ofrecernos un espectáculo en mayúsculas que incluye todos los elementos necesarios para que repitamos: acción, drama, romance, diversión… Sin olvidar los grandes clásicos como los enanos de gran corazón, las hermosas domadoras de caballos o la asombrosa elefanta Rosie, quien nos obsequiará con más de una sonrisa durante la lectura. Damas y caballeros, pasen y vean las maravillas con las que Sara Gurden nos deleitará durante cuatrocientas páginas con Jacob Jankowski como maestro de ceremonias solo por esta noche. Si, han escuchado bien damas y caballeros, solo esta noche. Os aseguramos que nunca habréis leído nada igual. Dense prisa, la función está a punto de comenzar. Y recuerda, the show must go on.
Título: Agua para elefantes
Autora: Sara Gruen
Editorial: Punto de lectura, 2011
ISNB: 9788466324892
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Pinta muy bien la novela. Me encantan estas recreaciones históricas de escenarios que no son tan accesibles y sí muy sugerentes.
Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.