Rocky vs Flashdance

Imagen de Jack Culebra

Hablemos de películas de superación, comparemos películas de superación

 

Aunque no creo que sea un fenómeno propio o exclusivo, a finales de los setenta, principios de los ochenta, llegaron a nuestros cines unas cuantas películas de superación que han dejado una huella particular en nuestro imaginario, tales como Karate Kid, de la que hablamos en un artículo previo, o como las dos que nos ocupan hoy: Rocky y Flashdance, sobre las que querría hacer una pequeña comparativa.

Nada más verlas saltan a la vista unos cuantos paralelismos: ambas historias van de una persona que ha de pelear duro para conseguir su sueño, ambas nos presentan ambientes urbanos con una clara vocación de retrato social, ambas prestan mucha atención a los detalles propios de la época (año 76 la primera, año 83 la segunda), ambas plantean el mismo esquema de desarrollo sueño inalcanzable – miedo escénico – final apoteósico...

Sin embargo, aun encuadrándose dentro del mismo subgénero y siendo casi de la misma época, difieren en cuestiones de fondo tan grandes que terminan dejando sensaciones muy distintas en el espectador, y no me refiero a lo obvio (que una está protagonizada por un rudo boxeador musculoso y la otra por una monina bailarina descarada), sino a lo subyacente.

En la historia de Rocky, este es un perdedor que ya ha aceptado su estatus. Su momento ya ha pasado e incluso su antiguo entrenador muestra su decepción con él. Ha acabado por convertirse en un matón del tres al cuarto y solo termina por pelear por su sueño por un azar del destino. Los personajes que lo rodean resultan más crudos que en Flashdance a pesar de ser menos sórdidos sobre el papel. Los chicos del barrio son muy de barrio, es algo que se palpa, y su romance con la dependienta de la tienda de animales enternece de lo mundano que resulta. El propio Rocky no es un lumbrera, no tiene aura de triunfador.

Por el contrario, en Flashdance, Alex Owens, la protagonista, es joven y todavía no ha tentado su suerte. Está, de hecho, llena de energía. Los ambientes de los bajos fondos que retrata no dejan de estar impregnados del American Dream: las casas, aun destartaladas, son enormes y están llenas de encanto (todo lo contrario al cuchitril de Rocky), los secundarios tienen en su mayor parte buen corazón (la amargura del entrenador de Rocky encuentra su contrapartida en la suave melancolía de la anciana bailarina; el liante amigo del boxeador, en el afable cocinero), el propio novio de la protagonista es un triunfador que venía de la clase baja, todo un príncipe azul, y los obreros les jalean encantados cuando se reconcilian en mitad de la obra (muy al contrario del insultante desprecio que muestran los jóvenes en la calle por Rocky).

Así, aunque desde un punto de vista estético (sí, aceptando la diferencia visual entre una Jennifer Beals soldadora y un Stallone en chandal cutre) las dos películas tienen un enfoque similar, rápidamente nos damos cuenta de que el discurso que sostienen es muy distinto. Sí, ambas son historias de superación que transmiten ese mensaje de con esfuerzo, es posible, pero Flashdance es un cuento de hadas que pasa rápido sobre los momentos más siniestros para convertirse en una semicomedia romántica donde todo acaba bien mientras que Rocky bascula hacia un retrato social más descarnado en el que incluso en la victoria asistimos a todo el patetismo del ser humano, por heroico que pueda resultar.

Dos modos, en definitiva, de contar una misma cosa con dos resultados muy distintos.

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Daniel Leuzzi
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Muy buen articulo y acertado. dos pelis de "superacion" que no caen en un manual de autoayuda barato.

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