Errores de percepción
Reseña de la antología coral sobre fantasmas publicada por DH Ediciones
Desde la tumba nos llega esta antología de relatos de varios autores que gira en torno a las presencias fantasmales. El tema es atrayente donde los haya para los amantes del fosco, y la relación precio – calidad lo convierte en un libro muy recomendable para pasar un buen rato. Aunque he tenido la impresión de que los relatos iban mejorando gradualmente, esta es una de las pocas antologías en las que no me ha sobrado ninguno: a todos les he encontrado su aquel y, en conjunto, ha sido una lectura muy agradable y sugerente. Dicho lo cual, voy a hacer un pequeño comentario de cada obra.
Una campana en alta mar (Miguel Aguerralde): La narración nos lleva, como cabía esperarse por el título, a los encuentros espectrales en el mar. En el aspecto formal es el relato que menos me ha convencido. Al mismo tiempo, la historia es de las más sugerentes y el autor consigue crear estampas memorables. A título personal hubiera preferido una evolución más sutil del relato, pero ahí ya entran los gustos de cada uno en materia de terror. Yo me quedo con los momentos poéticos.
El rostro (Arancha Sanz): Un cambio de tercio total: ahora nos encontramos con una historia intimista y una estructura mucho más ambiciosa, que entronca con la fragmentación propia de una experiencia de ultratumba. La historia en sí es clásica, aunque está contada con gracia. Al mismo tiempo, quizás delega demasiado en la afinidad musical del lector, lo que conmigo ha generado un desencuentro. Nada, no obstante, que me haya impedido disfrutar de la lectura.
Habitación 207 (Enrique Luque de Gregorio): Un relato sencillo ejecutado de un modo sencillo que, aun así, consiguió provocarme un escalofrío. No se puede contar mucho más, claro, pero con este título tampoco creo que hagan falta muchas pistas.
La mano del muerto (Jesús Cañadas): Casi una novela corta, este relato es una maravilla que se descubre más y más abisal a medida que pasan las páginas. La prosa del autor es rica y tiene una gran capacidad para transportar al lector; este no puede evitar adentrarse más y más en las capas de esta particular cebolla. Las viciadas relaciones familiares, los fantasmas del pasado, objetos que parecen estar malditos y una ambientación castiza que consigue, no obstante, un sabor a la altura de los Mitos de Cthulhu son algunas de las claves de esta formidable narración.
La soga (Pedro Escudero): Si el relato anterior ponía el listón muy alto, este lo salta sin problemas, y es que es uno de los mejores relatos del género que he leído. A pesar de su brevedad, La soga consigue recrear con un acierto extraordinario la vida de un pueblecito castellano que ve su día a día perturbado por un luctuoso fenómeno que no parece tener explicación racional. Se me ponen los pelos de punta al recordar el final...
La cabaña del lago (Elena Montagud): Un cierre de antología de nuevo clásico (aunque esta vez solo en apariencia) e intimista pero resuelto con mucho acierto. Una buena guinda para leer al amor de la chimenea y cerrar la antología con un magnífico sabor de boca.
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Gracias, Juan, por la reseña =)
Divagaciones de una filóloga zombie
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