La mar es la vida, es la alegría para los sensibles a la belleza. Quizás otras cosas sean más importantes, como el arte, la poesía, la filosofía... Pero, antes de todo eso, ya existía el mar.
Estás solo si sólo quedan noches de piano y surrealismo. A fin de cuentas, a nadie le gusta pisar cucarachas en la alborada del verano mágico; mágico porque sólo hay brujas y tormentas cósmicas y alineaciones de planetas reflejadas en un gran charco de cristal.
La mar es la vida, es la alegría para los sensibles a la belleza. Quizás otras cosas sean más importantes, como el arte, la poesía, la filosofía... Pero, antes de todo eso, ya existía el mar.
La mar es la vida, es la alegría para los sensibles a la belleza. Quizás otras cosas sean más importantes, como el arte, la poesía, la filosofía... Pero, antes de todo eso, ya existía el mar.
Fue justo en ese momento de la noche en que las estrellas brillan con demasiada fuerza. En ese momento en que los sueños se rinden y vencen las pesadillas; en el que el miedo sale a buscarte guiado por los perros de caza de la nostalgia: