La infinitud discreta reza que un número limitado de elementos pueden generar infinitas estructuras. En el lenguaje, esto significa que un hombre cualquiera con las palabras de un idioma cualquiera, que siempre son finitas, puede generar infinitas frases, y por tanto, infinitos libros, infinitas cartas, infinitos diálogos, infinitos textos. Infinito. Esta característica, la infinitud discreta, se encuentra en la base de la recursividad, que es otro de los enigmas de este mundo. La recursividad es una propiedad formal del lenguaje, pero también de la música y de las matemáticas, que permite la reiteración ilimitada de una misma construcción. Esto significa que puedo hacer una frase infinita que esté construida por una estructura dentro de la misma estructura dentro de la misma estructura dentro de la misma estructura, y así hasta el fin de los tiempos. Es como Las mil y una noches o mejor, como las muñecas rusas, idénticas y siempre recogiéndose en ellas mismas. Es importante remarcar que esta característica del lenguaje natural humano se da en la construcción de oraciones y frases, y no en sus otros niveles. Es imposible, por ejemplo, tener una sílaba dentro de otra sílaba. Nadie puede tener una ba dentro de una pe, y ni siquiera dentro de otra ba. Esta ordenación de palabras para obtener frases no es otra cosa que la sintaxis, disciplina que la escuela se ha encargado de transformar en tediosa e inútil, pero que en realidad es la semilla misma del hombre, porque de entre todos los animales del mundo, sólo nosotros la poseemos, pero todos nosotros la poseemos. Todo esto me lo contó un día Helena. Helena a veces se siente desbordada por estas cuestiones y últimamente incluso ha perdido el sueño. Esta noche, Helena se ha puesto a pensar, y por esas mismas operaciones por las que uno puede empezar por un tornillo y terminar por una revisión profunda de sus convicciones morales, y otro puede descender al pozo más infecto a partir del recuerdo de unos hermosos ojos azules, Helena, a través de los hilos de su propio laberinto, piensa ahora en el lenguaje y en el infinito, y de repente se siente como en un abismo ¿y si fuera posible, se pregunta, que un hombre escribiera palabra por palabra, estructura por estructura, el mismo libro que otro ya escribió o que alguien escribirá en el futuro? Todos los hombres nos parecemos tanto, reflexiona Helena, que no sería extraño que dos personas tuvieran una misma idea y eligieran expresarla en los mismos términos… La biblioteca de Babel, de Borges, contiene un número de libros que parece ser infinito; ese hecho sólo puede interpretarse como la aguda comprensión de la infinitud discreta por parte del genio, se dice Helena. Sin embargo…, sin embargo, aunque apunta hacia la recursividad, no la nombra en voz alta. Borges dice en el cuento que si bien es cierto que cada uno de los libros es único, existen innumerables versiones que son la repetición casi exacta de ese libro, con alguna variación mínima, como una palabra o una coma; pero, ¿y si esa variación no se diera? En El libro de arena, continúa pensando Helena, Borges habla de un libro infinito, monstruoso e infinito, en el que es imposible hallar de nuevo una página que ya se ha leído; pero, ¿por qué no va a contener el infinito la repetición exacta, el bucle, el loop reiterativo y perfecto?, exclama para sus adentros. Helena se avergüenza de contravenir a Borges, pero no puede evitarlo. La sola idea de esa posibilidad crece y crece dentro de ella. Entonces, revisa sus cuentos con temblor del cielo: ¿Algún desalmado me cambiará una coma? ¿Y si soy yo la que algún día se la cambie a alguien?. También podría ser peor, se dice, y podría ser que algún cabrón me estuviera plagiando en este preciso momento sin cambiar un solo signo de puntuación y se hiciera rico a mi costa. Luego suspira y reza por que Borges tenga la razón y los libros sean realmente irrepetibles. Helena, agotada, se deja caer en esa tierra de nadie que es la entrevela. Y allí, donde la vigilia y el sueño se acercan y se juntan y se confunden, surge el libro monstruoso:
- Si el espacio es infinito estamos en cualquier punto del espacio. Si el tiempo es infinito estamos en cualquier punto del tiempo. ¿Comprendes?
- Creo que no- responde Helena.
- Si el tiempo es infinito, un libro infinito puede leerse infinitas veces. Si un libro es infinito estamos en cualquier punto del libro. Cualquiera, ¿comprendes?
- Sí - dice Helena, definitivamente aterrorizada.
- Cualquiera - repite el libro. Y casi imperceptiblemente, el libro se transforma en un grano de arena, que es el lugar más indicado para esconder un desierto.
F. Una sospecha confirmada
Jajajajajajaja, muy gracioso. Por supuesto, no me llamo Helena.
Me encantará leer tu alucinación filosófica
Alegría!
Hola:
Me ha gustado mucho tu fantasía —¿o pesadilla?— libresca y borgiana. Es un texto muy placentero. Enhorabuena y gracias por compartirlo :O)
Saludos,
Buena espiral de pensamientos, te lleva practicamente de la mano, una delicia llena de originalidad,... aunque yo no sabría decir si realmente se trata de "fantasia"... ese "cualquiera" a mi me ha resultado terrorifico :)
saludos.
Historia que invita a la reflexión. Me ha gustado. Suerte
Muy original el relato, y muy bien llevado. La conversación final con el libro es muy perturbadora, y me ha reconciliado con el arranque algo monolítico: llevaba idea de sugerirte una separación por párrafos pero, en cierto modo, esa primera parte es como la ampolla de un reloj de arena que se va vaciando.
Muy perturbador, vaya, y muy conseguido.
Me gusta mucho Borges. Lo releo continuamente, y se notan sus influencias en lo que has escrito.
Pero quizá veo una introducción demasiado larga y un desenlace demasiado rápido. Convendría compensarlo un poco.
Dark-eyed Lady... ¿Te llamas Helena?
Lo siento, tenia que empezar con una pregunta...
Sobre el relato: Me ha gustado, auque no se si encaja dentro de un relato de Fantasia... me resulta más como un ensayo. Enfrentar lo infinito con la ausencia de repetitividad da que pensar... Aunque parezca imposible a primera vista por nuestras visiones limitadas, el infinito debería producir repeticiones... ¿o no? Acaso no se puede dar, otro planeta "hermano" de la tierra, dentro del universo ¿infinito?, con las mismas caracteristicas que permitieron dar la vida...
Tengo un relato... o más bien una "alucianción filosofica" que voy a presentar... posiblemente tampoco entre dentro de un relato de Fantasia... pero bueno. Si tienes opción, leelo.
Alegria!