weno si lo he puesto en 40000 por que no aqui
Relatos
No esta mal, no esta mal...
¿Cada uno pone un relato o es plan de que cada uno pone un cacho y otro continua?
por mi como se quiera pero que no se super po0nga ninguno asta que no se acabe el anterior, por que si no es un lio
Propongamos un tema para comenzar a escribir!
como dirian en pequeños guerreros...me apunto a la motosierra!(contad conmigo)
Uno más que se apunta :D
weno antes de nada traslado estos pequños relatos que son de la despedida de oj que creo que asi no se perderan en el olvido, los autores estan de acueerdo, asi que aqui van
("Y Mundin Silvermouth cansado tras sus errantes aventuras se sento a descansar, algo que no hacia desde... tomo su viejo martillo lo levanto al cielo con gesto de ofrenda y lo clavo en eel suelo por el mango, acto seguido saco una vieja petaca que recordaba a la perfección quien se la habia dado y bebió de ella hasta el final, se sento en una roca y poco a poco su piel comenzo a volverse gris mas incluso que la de un enano, su gesto era el mismo que de costumbre.... Mundin Silvermouth estaria allí hasta volver a escuchar la llamada de la vida")
(mundin silvertmouth)
(-Ya no me queda nada en este mundo,la sangre de miles de almas de inocentes mancha mis manos,sus gritos me persiguen en mis pesadillas.Ahora que la vida se me escapa entre las manos,ahora que mis rodillas se clavan en el suelo y mi garganta se abre en un aullido desesperado,ahora que miro a la muerte con solemnidad a los ojos,ahora sí que comprendo el sentido de la vida y las atrocidades que hice en la mía-Confesiones de un señor del caos)
(asavar-kul)
(El campo de batalla estaba en calma tras la tempestad la batalla final, parecía que ya no quedaran mas enemigos, parecía que llegaba el fin de aquella descomunal campaña, una campaña como no existiría otra jamás…Tras tantos años, nunca pensó como podía acabar aquello, de hecho nunca se planteó tan siquiera el que acabase…Muchos grandes compañeros habían caído durante las batallas y a lo largo del camino, otros seguían en pie, pero ya habia acabado todo...ahora todo quedaba en calma…el viejo Kaudillo resopló, era hora de regresar a su morada, brindar por los caídos y guardar las armas…Puede que todo hubiera acabado, pero nunca olvidaría aquellos días…y puede que volviera a empuñar sus armas algún día…)
(Varagh)
(" Y Ghurk destrabó el hacha del cráneo del enemigo caído. Observó las gotas de sangre que manchaban todo. El suelo, la cara de la víctima, la hoja del hacha, el mango, su guantelete... su cara.
Casi podía notar cómo el calor huía del cadáver del que había osado enfrentarse a él. Moreno. Alto. Diecisiete años.
¿Cuándo había dejado de combatir por una causa? ¿Cuándo había empezado a ser como el resto? ¿Qué había hecho ese crío para que le partiera el cráneo en dos?
Asqueado, lo comprendió. Estaba solo. Siempre lo había estado, pero no lo había visto. Hordas de sanguinarios, siempre deseosas de guerra y muerte, irreflexivos bárbaros..
Nadie se había parado a pensar quién seria su última víctima. Si dejaba hijos o esposa. Si le estarían esperando en casa. Si alguien lloraría su muerte.
De lo que estaba seguro era de que nadie lloraría la suya. En cuanto sus dedos dejaran de agarrar el mango de su hacha, sus lugartenientes, tan fieles como un perro callejero, lucharían hasta la muerte por el control del ejército.
Y él seguiría en el suelo. Como el chico de diecisiete años al que había asesinado.
Diez veces diecisiete llevaba Ghurk haciendo la guerra. Había matado a muchos, pero muy pocos se lo habían merecido. Había luchado contra orcos gigantes, contra robustos enanos, contra gráciles elfos... y todos habían muerto.
Y a él nadie lo recordaría.
Soltó el hacha. Miró al cielo. Tiró su escudo. Bajó la cabeza. Se sentó en el suelo, y dijo:
"Demasiado tiempo llevo vivo ya. No me atrae la comida. No me atrae la fortuna. No me atrae la gloria. Estoy cansado de vivir. Estoy cansado de luchar. Así pues, haced lo que queráis conmigo, ruines dioses del caos. Matadme ahora mismo, o dadme algo por lo que vivir")
(Ghurk)
(Y el Querubín sintió la llamada, aunque hacia tiempo ya que solo observaba sin tomar partido seguía guerreando, unas veces dirigiendo a sus leales seguidores del Caos y otras en un universo paralelo por el Taun'va. Se acababa una etapa, a este universo le quedaba poco tiempo, pero no sería su final en particular, seguiría en otros universos, con sus caóticos o sus tau, y antes de emprender su marcha dejó unas últimas palabras de despedida:
"Nunca os librareís de mí, cuando tranquilamente esteís descansando con vuestros ejércitos allí estaré, observando. No importa donde esteís, no importa que hayaís colgado las armas y los bastones de mando, no importa cuánta experiencia tengaís, porque yo soy el Querubín Raziel, y vosotros solo sois un medio en mi estudio sin fin, así que estad preparados, porque os observo y cualquier día os retaré.")
(querubin raziel)
(Nadie se acuerda ya de su nombre, El que nunca muere lo llamaban, una rata especial que en vez de correr hacia un lugar seguro, corría hacia el enemigo, podía haber muerto aplastado por sus enemigos, pero no fue así, podía haber muerto consumido por la espada cruel, aquella que fue forjada para derrotar al mayor de los nigromantes que no debe ser nombrado, pero no fue así, los clanes rivales les mandaron asesinos para acabar con el, pero no fue así, sus esclavos personales se revelaron contra el y aun que estaba solo, no fue así.
Todo comenzó una fría mañana en su agujero putrefacto y húmedo al que llamaba guarida.
Ese día se despertó ante de lo habitual, no pude dormir, mañana libraría un gran conbate, una de esas cosas goblins querían sus territorios y pidieron ayuda a las cosas orcas, la cuestión es que mañana se zanjaría de una vez por todas aquella discusión.
El que nunca muere sopesa la espada en alto y piensa la de enemigos que a derrotado con ella, todos perplejos al ver una rata atacando tan ferozmente y muertos con cara de sorpresa y asco, si lo he pasado muy bien pensó nuestro héroe.
Algo le llamo la atención en una esquina le pareció ver algo y cunado quiso darse cuenta el asesino se coloco a su lado y lo saludo:
- que tal estamos
- algo sorprendido eres el primero que consigue colarse de esa manera
- de verdad, pues seguramente seré el ultimo
- no estaría tan seguro, muchos lo han intentado y como podrá ver no lo consiguieron
- y ¿Que es lo que intentaron?
-y ¿tu me lo preguntas?
-Comprendo crees que vengo a matarte.......
-............ no comprendo
-veras no vengo a matarte, estoy al corriente de cuantos asesino lo han intentado, pero yo no vengo a eso, y tienes suerte pues yo no fallo.
-y entonces que haces aqui
-el consejo de los trece solicita tu presencia y hay un representante que te espera para hablar contigo antes de partir
-....... llévame ante el ¡pero si noto algo raro seré yo el que no falle!
Fue conducido por los estrechos túneles que llevaban a la sala de audiencias, esta y la del propio héroe son las únicas dependencias, por así decirlo que tienen puerta
-Antes de entrar debes de hacerte un corte en la palma de la mano como prueva de sumisión al consejo, aquí tengo una daga muy afilada que podría hacerlo sin que apenas notes nada...
-no os equivoquéis corro siempre hacia adelante pero no soy tonto yo mismo me lo haré con mi daga si no....
-de acuerdo, comprendo tu recelo
Nuestro personaje saco su daga y se hizo un corte profundo el la palma de la mano sin siquiera titubear, esta acostumbrado al dolor.....
Tras el ritual accedieron a la sala y en el fondo había un señor de la guerra como el del clan enemigo, nuestro héroe desenfundó la espada rápido, para acabar con la trampa pero algo le pasaba, las fuerzan le estaban dejando, cuando quiso darse cuenta estaba de rodillas, miró al asesino, se miró la mano, cogió la daga y entonces comprendió, tu nunca fallas, y así fue como murió.
En cuanto a su clan encontró su cuerpo muerto y sin su espada, su general muerto y mañana batalla, decidieron que pelearían en recuerdo a el pues a sido el único que consiguió que este clan fuera lo que es.
Enterraron a su general en el que se leía (EL QUE NO DEBERIA MORIR), y al día siguiente presentaron batalla, para conmemorar la muerte de la única rata a la que si respetaban, ese día todos corrieron hacia el enemigo, nadie retrocedió, todo fue furia y sangre, no quedo ni un Skaven vivo, este fue el amargo final de quizás el único clan escaven con algún principio y un héroe que no debería morir.)
(Tairon, fue mi primer relato)
(Arioch despertó y abrió lentamente los ojos mientras se incorporaba lentamente. Se sentía muy bien, recién levantado del sueño más reconfortante de su vida. Contempló sus manos, llenas de cicatrices por las incontables batallas que habían librado, y repletas también de arrugas que denotaban que los años y las décadas no pasaban en balde. Se tocó el pecho, -"Vaya, parece que me he quedado dormido con la armadura puesta.. supongo que mi cabeza ya no es la misma, puesto que no tengo ni la más mínima idea de dónde estoy"-. También estaba allí su hacha, en el suelo, siempre lo suficientemente cerca como para poder blandirla sin demora si el peligro se acerca. Aquel arma era incluso más antigua que él, a veces se preguntaba si no provendría de una era anterior al abuelo de su padre, el primero de su clan en blandirla.
Miró a su alrededor y se dio cuenta de que el lugar no le resultaba familiar, algo no marchaba bien. Confuso, y temiendo un peligro inminente empuñó su hacha dispuesto a golpear a quien osara atacarle. Avanzó con paso firme pero seguro, mirando a izquierda y derecha, arriba y abajo. Era un salón enorme, al parecer hechas las brillantes paredes, las imponentes columnas e incluso el liso suelo, del más brillante metal que Arioch hubiera visto nunca en sus dos siglos de vida. Para ser un lugar extraño, resultaba extrañamente acogedor.
Al cabo de unos minutos, llegó a los pies de una enorme puerta dorada, y se acercó para escuchar los ruidos provenientes del otro lado. Sin duda había mucha gente allí, y parecían estar pasándoselo en grande. Su nariz de enano le dejó clara una cosa: no olía a orco, skaven o cosa que se le pareciera; olía a enanos. Enanos y cerveza de la más alta calidad, posiblemente Burgman's XXXXXX. Colocó su hacha en el cinto y abrió la puerta con precaución.
De repente, todo el ruido cesó. Una cegadora luz cubrió su campo visual, obligándole a taparse los ojos momentáneamente. Entonces los abrió y se encontró con una escena totalmente inesperada: efectivamente, aquellos eran enanos, y estaban brindando y cantando, pero no eran unos enanos cualesquiera. Todas las caras le resultaban familiares. Aquel rostro era el de su primo, fallecido noblemente en combate contra un orco; el de su derecha era el de su primer compañero de armas, asesinado al salvar la vida de Arioch interponiéndose entre él y la brutal espada de un guerrero del caos; más allá estaba su hermano, muerto tras acabar con una docena de skavens en una sangrienta batalla. Todos los que reconocía habían muerto noblemente en combate, ¿Qué hacían allí? Y, sobre todo, ¿qué hacía él mismo allí? Institivamente miró hacia el fondo de la larga mesa, todos le observaban con una sonrisa en sus labios. Y entonces lo comprendió.
Aquel que portaba la armadura dorada era su padre, acompañado por su abuelo, y flanqueado por su madre y su hermanita, a la que no pudo defender de aquel ataque. Los ojos se le llenaron de lágrimas. Todos los que estaban allí eran amigos, camaradas, familiares que habían vivido dignamente, tal como un buen enano debía hacer, y que ya habían recibido el cálido abrazo de la muerte, la mayoría de ellos en combate. De repente vino a su memoria el recuerdo más reciente que tenía, dónde se encontraba antes de despertarse hacía pocos minutos. Estaba rodeado por una centena de guerreros del caos muertos, trabado en combate con el más grande de todos ellos, el que portaba una enorme espada imbuída de un misterioso poder. Lo último que recordaba era ver su hacha en el suelo tras parar una brutal acometida de la espada demoníaca de su rival, y escuchar el sílbido de ésta acercándose a su cuello... Mientras ese pensamiento palpitaba en su cabeza, divisó tres figuras que presidían imponentes la mesa, y le sonreían amistosamente. Uno de ellos parecía un matador y portaba dos hachas enormes; el segundo parecía un respetable Señor de las Runas; y el tercero.. no, la tercera, era una sacerdotisa cuya mirada parecía capaz de conocer todos sus pensamientos.
El que estaba en medio comenzó a hablar, -"Bienvenido seas, Arioch"-. Y entonces fue cuando definitivamente comprendió todo. -"Vaya... parece que al final he vivido más dignamente de lo que pensaba, y he muerto con honor.. Así que este lugar realmente existe.."-. Cogió una jarra de cerveza y se acercó al final de la mesa, preparado para disfrutar del merecido descanso entre sus seres queridos.)
(Arioch señor de los infiernos)
(Fingolhir Aethion miró desde el balcón de la alta torre, apoyado en la balaustrada, cómo caían aquellos con los que en otro tiempo había convivido.
Bajó las escaleras, y sonrió nostálgicamente mientras veía las muchas estancias donde había compartido sabiduría y se había divertido. En la planta baja, desde donde ya se escuchaban las solemnes diatribas que a modo de epitafios lanzaban al viento sus compañeros, vio un alto trono.
La sala estaba vacía, pero el regio sillón mantenía su vieja dignidad. Recordaba haberse sentado en aquel trono en numerosas ocasiones, cuando medía su ingenio con Lord Drage y Mundin Silvermouth.
Sacudió la cabeza y salió de la torre. A su alrededor todo parecía muerte, y lo comprendía. Jamás había pensado en que habría de llegar el día de dejar aquel lugar. Ahora recibía una lección: nada es eterno.
Sí, era el final de una etapa, pero no era el final. No su final.
Su errático vagar lo condujo más pronto de lo que había pensado a otro edificio. Era más sencillo que aquel en el que había estado, y no se escuchaban tantas voces como había oído antaño, pero la esencia de aquel sitio era la misma que conocía.
Se arrancó la placa metálica que lo identificaba como miembro de su anterior comunidad. Fingolhir Aethion, Ociojoven, cayó al suelo con el ruido del viejo latón.
Entonces atravesó las puertas, abiertas de par en par, y una filigrana de plata se trazó sobre su piel, haciendo que durante un instante se doblara por un ardiente dolor lacerante. Lo miró, y sonrió satisfecho. Sobre su pecho estaba escrita su nueva identidad: Fingor, Ociozero.
-Que los nuevos años sean tan venturosos como los que ya fueron.)
(Fingolhir Aethion)
Y esos son los que se quisieron depedir sinbolicamente matando o despidiendo a su personaje
Gracias por la recopilación tairon,se agradece,ha quedado muy bonito
Muchas gracias por recuperar estos relatos-despedidas...
Me uno a los agradecimientos ;)
molan
Sáludos! Os pongo aquí un relato que he escrito de un caballero Bretoniano que tenía la misión de rescatar a una dama. Espero os guste:
Había llegado a una planicie, el cielo estaba gris oscuro y esto junto con las paredes de piedra que rodeaban el lugar ofrecían un no agradable pero excitante presagio. Había una arboleda al fondo pero lo que llamo mi atención fue una negra edificación que ahora quedaba a su izquierda. No era una casa sino mas bien una guarida. No pude evitar emocionarme y alegrarme ante la idea de un combate que se aparecía ya próximo. Una cálida sensación ascendió por mi espalda al pensar en la lidia, toque casi instintivamente la empuñadura de mi espada y me sonreí. Comencé a caminar hacia aquel horrible lugar mientras meditaba esto. Había oído si, como el rey me había dicho claramente que evitase entrar en combate, pero para eso, que no hubiera escogido un caballero, lo que el realmente necesitaba era un cazarrecompensas, imbécil. Desde luego, desde que este rey ascendiera al trono el reino había ido progresando pro una burguesía que….
El ver unas huellas que bien podían ser de troll me saco de mis reflexiones, no había duda, aquel debía de ser el lugar donde habitaban los trols.
Cuando ya me encontraba a unas veinte varas del lugar ví que había un pequeño monstruo de aspecto trolesco guardando la entrada. Desenvaine, corrí hacia el y tras una finta hacia la izquierda y algunos otros movimientos tan gracilísimos como el primero, le metí la espada por el cuello. Me aparte con un raudo movimiento para que su negra sangre ni me rozara. El me había visto antes de que le matará, por supuesto, yo me había hecho ver ¿Porque que gloria hay en matar si la victima no puede defenderse? Lo que ocurrió es que aquestas criaturas simplemente no eran rival para un caballero como yo, nada mas ni nada menos que el hermano del que fue paladín real, además de castellano de Avignon. Seguramente ninguna de todas cuantas me encontrara podría siquiera despeinarme en combate. Tal vez su líder pero ni aún así, derrotarlos era mi deber y así sería. Iba sumido en mis reflexiones las cuales ya había tenido mucho tiempo ha, pero nunca me cansaba de pensar en el miedo que no tenía a la muerte y a lo mucho que amaba el combate si este era honorable.
Tras acabar con las vidas de otras tantas abominaciones, llegué a la boca de un túnel que se internaba en la montaña di gracias por haber hallado un lugar aunque fuera uno semejante en el que resguardarme de la inminente lluvia. Del túnel ascendía un hedor que bien podía ser el producido por la paulatina descomposición del cadáver de una princesa. Princesa, cuya mano se me concedería sin yo desearlo si la salvaba. Como si yo quisiera a la hija de ese rey bastardo amando como yo amaba a mi dama Luna. Introduje la mano bajo la pechera de mi pesada pero preciosa armadura para ver si aún conservaba un pequeño retrato suyo a carboncillo pero y en su lugar no encontré mas que el amuleto mágico del rey. Lo saque de donde estaba y lo arrojé al suelo antes de pisarlo y me pregunté para que podría necesitar un caballero, cuya fe en sí mismo es su coraza, de hechicerías de ningún tipo…….
Noté que cuanto mas descendía mejores eran las habilidades con las armas de mis impíos oponentes lo cual era señal inequívoca de que se acercaba para bien o para mal el final de mi desventura. Pese a que posteriormente descubriría lo equivocado que estaba en referencia a esto. Así, llegue a un sitio que podría llegar a definirse como seco e incluso cómodo en el que decidí hacer noche, en parte porque ya me pesaba hasta el escudo. Me acomode en la piedra sobre un saco de dormir que aún conservaba en mi petate. Comí pan, queso y un trozo generoso de longaniza, bebí algo de vino de mi bota y me acosté pensando en que si me mataban por la noche habría alcanzado la muerte sin mácula alguna en mi honor.
Amanecí, recogí y tras un en absoluto opíparo desayuno me puse en marcha. La luz natural aún alcanzaba, pese a hacerlo tenuemente, la zona del túnel en la que había dormido. Antes de ponerme en marcha encendí una antorcha usando pedernal y yesca. Decidí avanzar con la espada desenvainada asi que me colgué el escudo del brazo para poder también llevar la antorcha. Podría llegar a usarla como arma. Después de un rato de caminata, me pareció vislumbrar un fuego a lo lejos y hacia dentro del túnel. Al rato un guardia cayo muerto solo consiguiendo rayarme el blasón del escudo, hubiera preferido un golpe pero al menos aún se podían distinguir sin dificultades el grial, la flor de lis y la espada característicos de mi familia. Aquello empezaba a parecerme aburrido, quería vencer rápido o morir en el intento, no pasar días en aquel apestoso túnel.
Una hora mas a pie y pareció que mi deseo hubiese sido escuchado porque llegué a un ensanchamiento de la galería o caverna, solo Dios sabía lo que era aquello. Bien, llegue al ensanchamiento y había todo tipo de cosas sobre el suelo rocoso. Destacaban del conjunto una puerta al fondo de la estancia y diversos tesoros. Por el medio de la sala y atravesando a esta de lado a lado por la mitad discurría un pequeño caudal de agua. Agua friísima por cierto de la que bebí un buen trago. También había antorchas diversas por las paredes, cinco en concreto. Me acerqué a la puerta y descubrí que había una hendidura en la pared que daba a otro habitáculo, parecía un dormitorio asi que tras mirar las paredes, en busca de algún posible pasadizo. Al fin me situé ante la puerta y la abrí de un puntapié con mi arma en la mano derecha y el escudo en la izquierda. La antorcha la había dejado en el suelo.
Lo que ví al abrir la puerta no era mas que una especie de cocina, con un círculo de piedra para hacer hogueras en el centro y algunos instrumentos tales como espetones y ollas. Pero al otro lado de la estancia había otra puerta, por tanto, repetí el mismo procedimiento que con la anterior.
Y menos mal que estaba preparado, porque al instante siguente de abrirla, tres grises criaturas se abalanzaron sobre mi. El primero fue a golpearme con un garrote de madera, se lo paré alzando el escudo. El segundo me atacó con un estoque mediante un movimiento como de extender el brazo, girando la muñeca cambié la dirección del ataque para acto seguido clavarle mi hoja al del garrote por debajo de mi propio escudo. Al caer este, el tercero, que resultó ser el jefe, rompió mi guardia y me abolló el escudo con su lanza pero debido a la fuerza del ataque, tuve que retroceder. Al alejarme de el, pude acabar con el del estoque tras partir este último por la mitad cuando lo blandió en un arco de abajo hacia arriba contra mi. Llegado ese momento, solo quedábamos el y yo tomé aliento y el volvió a atacarme, lanzazo hacia mi vientre. Lo esquive poniendome de perfil respecto a el pero lo hice con lentitud y relajación, medidas por supuesto, y tras ese movimiento que casi fue un insulto para mi oponente, tome impulso, salte sin vacilaciones hacia el y pasando al saltar por encima de su lanza y pisandola para darme el último impulso le rasgué con precisión quirúrgica el lugar donde un humano tiene la carótida. Sus tres últimas pulsaciones fueron a caer sobre un cuerpo tendido en el suelo.
Cuando hube limpiado mi hoja, y dejándola a un lado junto al escudo, descubrí que el cadáver no era otro que el de Catherine! Parecía que habían intentado comérsela.
Al salir de la cueva le dí sepultura en el bosquecillo y le hice una lápida con piedras.
Al acabar me fui.
Pero no acaba ahí la historia de este caballero, para enmendar este fallo a su reino, que no desde luego a su rey, desde entonces vivió apartado, nadie le volvió a ver. Desde entonces se dedico a dar caza a los monstruos que atormentaban al mundo. Desde entonces, es leyenda.
Muy bueno felicidades una gran historia
Gracias
si, muy buena
está muy bien,sólo criticaría que el caballero va muy sobrado y que en el último tramo no se sabe qué clase de enemigos son.
Podrías continuar con el mismo protegonista que pierde la fe en si mismo y en la dama,empieza a cuestionarse cosas,eso da mucho juego
Lo de que va muy sobrado igual si es verdad pero así es como yo veo a los caballeros Bretonianos y no como los tienen ahora en el codex. La verdad es que no pensaba seguir su historia pero ahora que lo dices me parece interesante así que tardará pero lo haré.
Importa el resultado no el tiempo,así que si consigues la calidad de esta historia o mejor me merece la pena esperar
Yo le daría el enfoque de que fracasa y pierde la fe en sí mismo,en su habilidad y en la Dama,y tiene que afrontar una misión difícil,a la que antes se habría arrojado sin pensarlo pero ahora se siente inseguro
Ahora que estais leyendo relatos os animo a leer este que puse en ociozero hace tiempo ya:
a alguen le apeteceria hacer una hisoria por trozos, es decir, alguien postea un trozo de una historia , otro la continua, luego otro, luego otro y asi hasta completarla o hasta que nadie mas postee....¿que os parece?
por mí bien
Ejemplo de relato largo y elaborado con oprofundiada en los personajes:
El gnoblar le dio el muslo al ogro y este se lo comio, y el muslo tambien
XD
y aqui que se pone por que yo no soy de meter una frase ingerniosa tipo:
si todos los caminos van a Roma, como se sale de Roma
Las drogas producen amnesia y algo más que no me acuerdo
Nacemos desnudos, húmedos y hambrientos. Después la cosa empeora