Hola, primero que nada una breve introducción, soy escritor novicio y quisiera participar con esta historia, ojala les agrade.
LA NOCHE DE LOS ESPECTROS
Jose Antonio D.C.
I.
Jaime era un niño muy alegre y juguetón cuyo mundo giraba en torno a su imaginario acompañado de carritos de juguete y muñequitos de pelea. A pesar de lo inocente que podría parecer la situación, un ambiente de peligro merodeaba su cuerpo, ya que a este le encantaba jugar con personas mayores.
En medio de una ciudad bañada por una capa de niebla que parecía un manto blanco abrazando los tejados, Jaime tenía la extraña costumbre de buscar chicos y chicas mayores a él para poder jugar. Cuando un día la maestra le preguntó por qué no jugaba con chicos de su edad, se limitó a contestar que ninguno estaba a su altura.
Para muchos, arrogante, a pesar de su corta edad; aun así, a veces manifestaba peores conductas. A pesar de ello, Jaime era un buen hijo, aunque imperfecto, como todo ser humano.
Un día, Jaime conoció a una jovencita algo mayor para su edad, se llamaba Azahara, y se refirió a él como «peque». Jaime la detuvo y le dijo que él no era ningún «peque» y que lo tratara como adulto. Fue el día en el que conoció a esta joven que su vida cambiaría.
Azahara tenía dieciséis años y era la chica más bella de la escuela, pero tenía un trauma que siempre intentó obviar: había presenciado cómo un delincuente huía de su casa, cuando ella apenas era una joven de catorce años, después de que este hubiese asesinado a su padre y a su hermano en su propia casa. El sucedo apenas tenía dos años de ocurrido, y desde entonces intentó suplir su trauma con los placeres carnales.
Jaime se sentía muy ilusionado con ella, tanto que confundía su ilusión con amor.
Fue en la fiesta de Tato, el mejor amigo de Azahara, el momento en el que se conocieron. Ambos se miraron y al instante sintieron el llamado de sus cuerpos al agitado ritmo de sus corazones.
Fueron a la habitación de los padres de Tato, quienes se encontraban de viaje y abrieron la posibilidad de realizar a sus espaldas la presente fiesta. La oportunidad estaba allí, así que Jaime y Azahara la aprovecharon. Se miraron, Jaime tímidamente y Azahara un poco más segura de su objetivo. Se desnudaron con la mirada y luego lo hicieron con las manos, al principio con calma, después con rapidez. Azahara cogió los pequeños genitales de Jaime, él lo disfrutaba. Jaime no sabía qué tenía que hacer pero su instinto lo ayudó; hasta ahora no tenía experiencia, pero lograron, pese a todo, ser uno.
II.
Aquella noche, una mano negra se mecía sobre el velo de la tranquilidad, era como cambiar un compás de blancas a una triada de semicorcheas sobre una clave de seis octavas. «¿Qué fue eso?», era una sensación distinta a la del sexo con un humano, le dolía mucho cerca a las nalgas; sin embargo, intentó ignorar aquello.
Jaime, quien estaba sorprendido de lo que había pasado, se dio cuenta de que había cometido un error. Creyó que Azahara lo amaba y que esa noche habían hecho el amor. Se levantó de la cama y se sorprendió al darse cuenta que Azahara no estaba con él. Se vistió y fue a buscarla. Lo que vio entonces le aceleró el corazón, nunca había sentido nada igual, ¿eran acaso celos? No. Esto era diferente, una sensación más parecida al odio. Azahara se encontraba desnuda, masturbándose sobre una mesa en frente de todos los chicos de la fiesta, quienes, a su vez, tenían sus penes erectos frente a ella, masturbándose, incluso Tato, quien se su pone era «su mejor amigo».
Una lluvia se semen corrió por las tetas de Azahara.
―Quiero lechita ―decía entre gemidos― ¡quiero que me bañan de leche, papis!
Una idea malévola se apoderaba de la mente de Jaime, una idea que pensaba poner en práctica. Recordó que el padre de Tato era campeón nacional de Tiro al plato, así que fue al salón de los trofeos y cogió la escopeta Falcon Shootgun del padre, la cargó con municiones, había visto suficientes series y cómics que le enseñaron cómo hacerlo, la diferencia es que pesaba más de lo que imaginaba. Regresó a la habitación donde estaba Azahara haciendo la orgía.
―¡Muere, perra de mierda! ―gritó.
El último gemido de Azahara fue acallado con el estruendo de cuatro disparos, seguido de un silencio sepulcral y varios penes perdiendo la erección.
Los chicos de la fiesta quedaron petrificados, algunos con semen resbalando por sus piernas y dedos. Jaime, firme frente al cuerpo perforado de Azahara, tenía una expresión sombría, era odio, ira, rencor… y alivio.
La puerta principal se abrió de golpe, Jaime temió de inmediato que se tratara de la policía por culpa de algún vecino soplón, pero grata fue su sorpresa al ver a Jennifer, su mejor amiga.
―Salgamos de aquí, he venido para llevarte conmigo ―dijo Jennifer con voz agitada después de intentar disimular su sorpresa al verlo desnudo y con un arma en la mano― deja esa arma, ya hubo testigos, no vale la pena borrar la evidencia, solo vámonos.
Jennifer era una mujer inteligente y hermosa, aunque Jaime no se dio cuenta de eso nunca. A pesar de ello, tenía un gran defecto: amaba a Jaime. Un instinto, probablemente la conexión de su obsesión hacia Jaime, la impulsó a la hora y en el momento preciso a buscarlo en la fiesta de Tato, aunque se lamentaba no haber podido llegar antes y haber evitado la tragedia. Su corazón se estremecía con la presencia de su amor platónico, a medida que se acercaban, sentía la chispa de la emoción.
Los amigos de Tato, después de reaccionar, habían cogido sus ropas y se fueron a esconder a las habitaciones superiores, Tato se quedó frente al charco de sangre y carne que quedaba de Azahara.
El hedor de la sangre junto al del semen que lograron esparcir algunos, llenaba con cierta repugnancia el aire de la casa; con el pasar de las horas, más disparos se oyeron.
Los padres de Tato, que regresaban de su viaje de placer, se extrañaron al ver policías, forenses, personas y vecinos rodeando las afueras de la casa. Fue una impresión tan grande para ellos ver a Tato conversando con policías mientras cuerpos en bolsas negras eran trasladados. Se acercaron a él y le preguntaron qué estaba pasando. Él les contó que Jaime mató a Azahara y después mató a los demás, y aunque él trató de matar a Jaime por defensa propia, no pudo.
Tato necesitó justificar lo que había hecho. Después de que Jaime hubiese abierto la brecha del placer al asesinato, Tato no perdería la oportunidad para asesinar a todos los que tenían el ojo sobre Azahara, a quien amaba,y a pesar de que solo le importaba la felicidad de ella, así se acostase con cualquier chico, ya con ella muerta, nada tendría sentido. Tato no tenía más ganas de vivir, así que como un acto suicida, decidió «matar» a Jaime en cada uno de sus amigos, haciendo este acto como una catarsis.
Buscó a cada uno y con guantes de látex, cogió el arma y los mató.
A pesar de que la casa estaba llena de cuerpos sin vida, sentía la presencia de todos sus amigos a su alrededor, así como la de Azahara. «¿Acaso son sus almas?» se preguntó. Pero él no creía en eso y la idea desapareció rápidamente de su cabeza; sin embargo, algo raro se sentía en la casa después de los asesinatos, algo más allá de la culpa, era algo sensorial pero invisible.
III.
La sola idea de que hay vida después de la muerte es algo fascinante para muchos parapsicólogos; pero no lo era tanto para Madame Mushu. Era una famosísima vidente y la única que había previsto los hechos acontecidos. También era tía lejana de Jennifer.
Madame Mushu sabía algo más: el mundo de las almas sí existe y las de los jóvenes de la fiesta no descansarían en paz, ellos estaban sedientos de venganza, pero necesitarían un cuerpo.
La primera muerta, Azahara, regresaría de los infiernos para apoderarse del cuerpo de Jaime. Jaime sintió en la alcoba del hotel donde se había hospedado que su cuerpo se llenaba de frío y que algo estaba entrando en él. «Es ilógico», pensaba, pero después de aquélla noche, ya nada le parecía lógico en este mundo. La sensación de miedo se apoderaba de Jaime; de pronto, en su mente, los ojos de Azahara se aparecieron con odio en las venas y consumaron su maldad sobre su cuerpo moribundo.
En otro lugar, alejado de la gente, Madame Mushu veía con horror lo que acontecía a su amada sobrina. Desesperada por tratar de auxiliarla, desempolvó una llave vieja y bajó las escaleras con dificultad para llegar hasta el garaje y subir a su viejo Dodge Caliver color verde.
Mientras conducía, tomó su celular y llamó a Jennifer.
―¿Aló? ―contestaron el otro lado.
―Hijita, ¿dónde estás? ―preguntó Madame Mushu, sabiendo ya la respuesta.
―Con un amigo, tía ―respondió algo incómoda― Jaime, ¿lo recuerdas?
―Sí ―respondió soltando un suspiro mientras con el volante esquivaba un bache― necesito verte.
―¿Pasa algo?
―Sí, dile a tu amigo que no tardas en volver. Necesitamos hablar. Te veo fuera del hotel.
Colgó.
Jennifer conocía muy bien el poder de su tía, así que no le sorprendió que atinase el lugar donde estaba, mucho menos desconfiaría de ella, algo más sabía. Se despidió de Jaime prometiendo volver pronto y salió disparada de la habitación.
Azahara, que ahora poseía el cuerpo de Jaime, se apresuró a tomar control de la situación con respecto a Jennifer que, si bien no tenía culpa de lo que había hecho Jaime, lo ayudó a escapar y eso, en cierta forma, la convertía en cómplice. Buscó a su alcance alguna cosa que le sirviera para repartir justicia, y fue ahí cuando vio un espejo, lo aventó contra la pared, luego cogió el pedazo puntiagudo más grande, lo envolvió en un pañuelo y con dificultad logró dar unos pocos pasos para colocarse detrás de la puerta y cortar a Jennifer cuando regresase. Pero estaba en el cuerpo de un hombre, y se le dificultaba mantener el equilibrio de su alma en él; después de una larga espera, sintió cómo los ojos se cerraban hasta desmayarse.
No fue hasta el día siguiente que Jaime despertó desnudo y amarrado de manos y pies en el centro de un triangulo satánico, al menos eso es lo que pensaba él. Fue cuando vio a Madame Mushu y a Jennifer, ambas se habían puesto de acuerdo para ayudarlo a expulsar al espectro de Azahara. El problema es que Azahara ya no estaba allí y, con ayuda de alguien más, había logrado su objetivo.
Durante el breve tiempo que estuvo dentro del cuerpo de Jaime, descubrió una información importante del pasado de Jaime.
Hacía dos años atrás, Jaime tuvo un mejor amigo, Cristian, con quien intercambiaba cómics y a veces jugaban videojuegos. Un día tocó su puerta, pero nadie abría, lo cual le pareció extraño ya que las luces estaban encendidas y se escuchaba a lo lejos el televisor; la hermana mayor, quien vivía con su madre, aparentemente lo iría a visitar ese día, pero no estaba, ese día la conocería, así que decidió abrir la puerta y entrar por su cuenta. Al llegar a la habitación de Cristian, se encontró con que estaba temblando en su cama en posición fetal.
―¿Qué sucede? ―preguntó alarmado.
Cristian solo balbuceaba sin dar una respuesta concreta, entonces vio una mano que lo cogía por detrás, era su padre con el cuerpo desnudo, quien acaba de violar a su hijo.
Jaime reaccionó de inmediato cogiendo una navaja suiza que estaba sobre la mesa de la computadora y le cortó el genital; luego, en el forcejeo, enterró la navaja en el corazón de Cristian. Preocupado por no dejar evidencia, asesinó también al padre. Antes de huir, tomó un pasamontañas y cubrió con él su rostro, saliendo disparado hacia la puerta principal, pero en ese momento vio la silueta de una mujer entrar, «¡la hermana, carajo!», pensó, así que huyó por la ventana y logró escapar.
Azahara ahora lo sabía todo, conocía el lado oculto de Jaime, el asesino de su familia, y ahora de ella. «No es la primera vez que el desgraciado mata» pensó su alma.
Madame Mushu, sin embargo, aún no tenía idea de lo que el destino estaba tejiendo para todos en aquel hotel perdido. Algo se interponía en su poder, algo más allá de su alcance.
Por otra parte, los muertos exigían venganza, y si nadie se la daba, ellos mismos irían a por ella.
IV.
Es muy diferente el mundo de los muertos al de los vivos. Siempre se piensa que cuando mueres, sea como sea, te vas al cielo o al infierno, pero en realidad no vas a ninguna parte. Todas las almas que dejan sus cuerpos permanecen en la tierra, solo que en otro plano. Es decir, hay dos realidades. Pero el mundo de los muertos no puede cruzarse con el de los vivos porque hay leyes que tienen que ser respetadas. Pero, ¿siempre es así?
En casa de Tato se cerró un pacto que había sido abierto hace tiempo. Azahara acababa de cumplir su parte esa noche, pero todo tenía un precio.
En el hotel, Madame Mushu sintió que había fallado con el ritual, normalmente sentía las almas salir del cuerpo después de la depuración, esta vez no sintió nada.
―Debemos regresar a la casa de los sucesos para acabar con esto ―dijo.
La sola idea era de miedo, Jaime no quería volver y enfrentar sus actos; además, ignoraba que Tato había aniquilado a los otros. Por lo que, a pesar de no desearlo, Jaime y Jennifer fueron hasta la casa, aquella casa del horror que pronto comenzaría su venganza.
Los policías ya se habían marchado, la familia de Tato tuvo que dejar la casa porque era la escena de un crimen. Cuando los tres llegaron hasta la casa, algo sucedió: las almas de los muertos se materializaron y tomaron al cuerpo de Jennifer, arrastrándola hasta un lugar en la cocina.
―Jaime… ―empezó a decir Madame Mushu― esto no es normal. Algo así solo puede ser cosa de un demonio, uno poderoso, las almas por sí solas no pueden materializarse.
En ese momento fue corriendo hasta la cocina tras Jennifer. Jaime quedó solo en la sala, hasta que escuchó los movimientos de alguien, al voltear, estaba su enemigo, era Tato, traía consigo el arma que horas antes había asesinado a los otros.
V.
―Eres escoria muy escurridiza ―comenzó a decir Tato― te atreviste a matar a la mujer que amaba.
―¿Qué amabas? ¿Y estabas en una orgía con ella? ¡Por favor! Yo sí me había enamorado de ella, esa mujer no era tuya ―dijo con voz temblorosa.
―¡Claro que era mía, yo la amaba! ¡No tenías que matarla! ¡Nunca entenderás el tipo de relación que tuvimos! ¡Yo solo quería su felicidad! ―lo apuntó con el arma en la frente― me hiciste matar a mis mejores amigos, pero ahora lo pagarás.
En ese momento Azahara apareció y cogió el rostro de Tato. Él no supo cómo reaccionar, ¿en verdad era ella? Trató de besarla, pero el fantasma metió su mano en su pecho y este sintió cómo se le cortaba la respiración. Poco a poco cerró los ojos hasta que la negrura se apoderó de su vida.
Jaime la miraba con miedo.
―Yo te maté ―dijo Jaime― ¿cómo es que estás aquí?
No respondió, solo mostraba un rostro triste.
―Si quieres matarme, ¡hazlo! ―dijo Jaime―. Ya me robaron lo único que me importaba.
De pronto, de un lado de la habitación, un vórtice de espectros de fantasmas de los amigos de Tato, apareció, rodeando el cuerpo de este y llevándose con ellos el alma del nuevo muerto.
―¡Devuélvanme a Jennifer!
En ese momento, los fantasmas trajeron un cuerpo femenino, era Jennifer, quien no despertaba.
―¡La han matado! ―gritó Jaime.
―Solo querían venganza ―dijo apareciendo por la puerta Madame Mushu― lo siento por mi sobrina, no debió meterse en este asunto, pero se sacrificó por ti.
Salieron corriendo cargando el cuerpo de Jennifer y se refugiaron en casa de Madame Mushu. Cuando llegaron, se llevaron una sorpresa: Jennifer comenzó a abrir los ojos lentamente.
―No puede ser ―exclamó Madame Mushu― imposible.
Jaime la tomó de las manos emocionado.
―¿Estás bien? ―preguntó.
―Maravillosamente respondió Jennifer con una sonrisa que fue dibujando lentamente de oreja a oreja.
Jaime le dio un abrazo muy fuerte sin saber que su amiga nunca había vuelto a la vida.
Azahara había conseguido su objetivo. Jaime toda esa noche pensó que la venganza era personal hacia Jennifer para causarle dolor a él, pero la venganza había comenzado años atrás.
Hacía dos años, Azahara juró vengar a su padre y hermano por sus propias manos, pero no sabía por dónde empezar, así que hizo un pacto con un demonio que investigó por Internet: Íncubo. Este le prometió ponerla en el camino de su víctima en el momento apropiado de la vida, solo le pidió tres cosas: paciencia, sexo y su alma por toda la eternidad.
Íncubo es un demonio sexual, que fornico con quienes duermen. Dos años después de la promesa, cruzó a Jaime con Azahara en el camino apropiado, esa noche, aprovechó de participar en el sexo que tuvieron ambos, fue cuando Jaime sintió una presencia extraña. Durante toda su vida, Azahara había vendido su cuerpo a este demonio, y cuando le apetecía, fornicaba con ella. Su poder era tan grande que logró bloquear la precisión de las visiones de Madame Mushu. El pacto estaba sellado.
Jaime pagaría todo lo que hizo por culpa de querer ayudar a un amigo.
- Fin -
Buenos días, irreverentonio. Me temo que tu relato supera el límite de 3000 palabras marcado en las bases.
¿Podrías subir una versión que cumpla con las mismas? Muchas gracias.
Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.