LOS PECADOS DEL PADRE

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LOS PECADOS DEL PADRE

Jaime evocó de las imágenes de aquel maldito sueño una vez más, mientras notaba en la boca un sabor a tierra mojada, tan desagradable como familiar.

“En mi sueño chapoteo en un agua fangosa. Noto como el barro se adhiere a mi piel, como nubla mi vista, se cuela por mi garganta hasta llegar a mis pulmones. Me agito frenéticamente e intento llegar a la superficie. Abro con desesperación mis ojos y veo figuras vagamente humanas emerger del barro para volverse a hundir en él. Quiero gritar pero solo un gorgoteo sale de mi boca. Entonces despierto.”

La doctora tomo un par de notas y guardo silencio, aguardando la reacción de su paciente. No tuvo que esperar mucho.

— ¿Por qué tengo que contarle mi sueño una y otra vez?

—Porque se niega a hablar de la verdadera raíz del asunto.

— ¿Mi padre?

—Su padre adoptivo —corrigió la psicóloga.

—Ya he hablado largo y tendido de mi padre, de mi adopción, de mi infancia… ustedes los loqueros todo lo atribuyen a un padre brutal o a una madre castradora. Pero mi padre fue un hombre bueno, alguien que me sacó del orfanato y me dio una oportunidad en la vida. Si he desaprovechado esa oportunidad es cosa mía, no de papá.

Jaime Barroso sacó un cheque del bolsillo de su chaqueta, lo dejó en la mesa con un bufido y se acercó a la puerta.

— ¿Volverá, señor Barroso?

—No lo sé—gruñó él al salir.  Reprimió el portazo.

Un anciano vestido de negro saludó con la mano al verlo. Jaime, pese a su enfado, se detuvo y respondió con un leve gesto de la barbilla. El viejo sonrió dejando a la vista su dentadura de imitación. Sus ojos quedaban ocultos tras unos lentes ahumados y redondos que se apoyaban en una nariz afilada.

— ¿Acaso le han tratado mal? —dijo aquel hombre con un leve acento extranjero.

—No, pero si quiere tirar su dinero hay sitios mejores para hacerlo.

El tipo de negro rió lentamente, y su risa pareció congelar el aire. La doctora asomó y aquel hombre se despidió con un “hasta la vista” y entró renqueando en el despacho. Jaime, por su parte, decidió caminar hasta el gimnasio que regentaba y que era base de operaciones de los varios negocios que dirigía: representación de boxeadores, agencia de guardaespaldas y cobradores de deudas. Todos ellos podían calificarse  de turbios y ninguno hubiera recibido la bendición de Elías Berkowitz, su padre, pero él no poseía ni la inteligencia ni la astucia de su progenitor. Lo suplía con una descomunal fuerza y una disposición innata a utilizarla, y eso, en su sector, era muy útil. 

Tras una caminata entró en su gimnasio donde  el Negro Páez cruzaba los puños con un sparring. El joven aspiraba al campeonato del peso wélter de Uruguay y luego, con un poco de suerte, alcanzar el circuito estadounidense, donde estaba la plata y la fama. El mismo camino que emprendió él mismo hacía ya cerca de una década. Pero aquella ruta está llena de trampas y sinsabores, como bien sabía. Una falsa acusación de tráfico de drogas arruinó sus sueños. Dos años en la canasta y todas sus ilusiones puestas en fuga. Y allí, en lo más profundo del pozo se enteró de la muerte de su padre.

Libre y de vuelta en Uruguay, Barroso trató de averiguar el modo en que falleció su padre, más no logró nada en claro. Como el resto de su vida, la muerte de Elías Berkowitz oscilaba entre el misterio y la tragedia. Judío letón, había salvado su vida en Auschwitz de puro milagro, aunque milagro era un término equívoco pues implicaba una intervención divina y, en su caso, más bien se debía a la mano del diablo. Elías debía su vida a un pacto con un jerarca nazi, aunque Jaime no sabía ni quien ni qué era lo que obtuvo a cambio pero debió ser lo bastante importante como para salvar el pellejo del judío, por lo demás un ingeniero químico excepcional y un docto estudioso de los libros sagrados. Pero, al fin, el diablo quiso cobrar la deuda. Murió solo, de un disparo por la espalda, en su hacienda del departamento de Soriano. La policía archivó el caso de asalto y robo, con tres vidas cobradas: su padre, la cocinera y Simón, el criado mudo de Elías. Qué no hubieran forzado la caja y hubieran despreciado dos lingotes de oro no pareció levantar sospecha alguna.

Jaime si indagó, aquí y allá. La plata del viejo le permitió abrir el gimnasio y montar la agencia de guardaespaldas aunque muchos decían, tal vez no sin razón, que de matones y pistoleros hubiera sido una descripción más exacta. Por más que rebuscó en lo peor del lumpen oriental, no halló rastro alguno de los criminales. Entonces empezaron los sueños recurrentes que le habían llevado a la consulta de la doctora Ramírez.

“Boliche”, uno de sus empleados, le sacó de sus pensamientos.

—Patrón, tiene visita.

— ¿Quién?

—Un viejo vestido de negro. Por el acento es gringo o boche. Viene escoltado por dos gorilas.

—Que pase al despacho, él solo. Si los escoltas se ponen tontos llamáis a la agencia y que vengan Souza y Ricci.

Jaime Barroso se sentó tras su escritorio, comprobó que su beretta estaba cargada, quitó el seguro y la dejo en el cajón medio abierto. No se sorprendió al ver entrar al viejo de la consulta, con su piel del rostro tan atezada y pegada al hueso que parecía un cadáver vuelto a la vida. Un sombrero evitaba que la calva completase esa impresión.

— ¿Puedo pasar?— preguntó.

— Ya está usted dentro — respondió Jaime, con un mal disimulado fastidio. — Siéntese, por favor.

— Es un placer conocerle. He seguido su carrera en el boxeo, usted era de los buenos. Lástima de charranada que le jugó su representante. ¿Fueron tres años?

— Dos. Parece que lo sabe todo de mí. Y yo no conozco nada de vos. Eso no me gusta.

El viejo soltó una carcajada.

— ¡Directo y sin ambages! Es usted como tu padre.

— ¿Conoció a mi padre? —inquirió Jaime.

— ¡Claro! Éramos amigos desde que nos alojamos juntos en el mismo “hotel” — fijo remangándose la camisa y mostró un viejo tatuaje—. Así nos marcaban en Auschwitz, como si fuéramos reses.

Barroso recordó a su padre y aquellas noches de alcohol y lágrimas en las que hablaba en yiddish con sus fantasmas.

— Sabrá entonces que mi padre murió. Fue asesinado por desconocidos.

 — ¿Y si no fuesen desconocidos? Supóngamos que alguien le diese los nombres de esos criminales, ¿qué le parece?  Apuesto a que algo haría al respecto —dijo el hombre de negro con una risita.

— Sí que haría algo. Empezaría por preguntarle al tipo que me ofrece la información, ¿quién diablos sos? Si crees que puedes venir a mi gimnasio, decirme que eras amigo de mi viejo y que me vas a dar los nombres de las personas que más deseo saber, o me tomas por un gil o vos sos el atorrante más grande de la República Oriental del Uruguay.

El anciano sonrió y alargó la mano.

—Soy Aarón Goldstein. Trabajé con su padre en Auschwitz, entregando a los nazis uno de los secretos de nuestra raza y gracias a ello salvamos el cuello.

— ¿Qué secreto?

—Gólems —respondió Goldstein —. Sí, no me mire  de ese modo. Sabe de lo que hablo. Creamos varias compañías de gólems, soldados imparables, que no sentían dolor ni remordimientos y permitieron resistir al Tercer Reich un año. No se pudieron fabricar en masa, por suerte.

Jaime carraspeó, impaciente.

— Eso paso hace mucho tiempo, ¿por qué le costó la vida a mi padre?

— Estoy al servicio del estado de Israel. Y pedí a su padre que fabricase de nuevo gólems. Hace dos años, en solo seis días, pusimos a los árabes en su sitio, pero esto no durará eternamente. Los gólems serían un arma definitiva para asegurar el futuro de pueblo judío.

— Me importa un carajo el futuro de Israel. Quiero los nombres de los asesinos. Supongo que me los dará de buena gana, honrando la amistad entre vos y mi padre.

— Por supuesto. Y supongo que usted, de buena gana también, me entregará los papeles robados a su padre.

Jaime soltó una carcajada amarga.

— ¿Quiénes son?

— ¿Eso quiere decir que hay trato?

— No le voy a dar la macana a mi viejito de que sus papeles anden en manos de su asesino.

— Bien, aquí tienes —dijo Goldstein alargando un  sobre abultado, de color marrón—. Dentro encontrarás un dossier con los nombres de esa gente: dos palestinos y dos rojos uruguayos, cercanos a los tupamaros, que colaboran con el FPLP.

— Trato hecho, pero como me salga trucho y esto sea una chicana, se va a encontrar  un agujerito en la cabeza —amenazó Barroso.

— Cumpla el trato—dijo secamente el viejo, mientras se levantaba.

—Un momento, capo. Dígame, ¿qué hacías vos en la consulta de una psicóloga?

Su interlocutor sonrió una vez más.

—Lo sabrás en su momento.

*****

Jaime Barroso esperaba en la consulta de la psicóloga como quien espera su turno en el confesionario. Al fin y al cabo había matado a tres personas en menos de un mes.

 Al primero, un joven de rasgos semíticos, lo mató de dos certeros navajazos, tan rápidos y eficaces que cuando el muchacho cayó al suelo todos creyeron que le había dado un síncope. Para cuando la verdad manó a borbotones, él se hallaba lejos.

Al segundo lo ejecutó a distancia, de un disparo con su rifle dotado de mira telescópica. La bala hizo un pequeño orificio al entrar en el cráneo, provocando una erupción de sangre y masa encefálica en el extremo opuesto.

Los dos que quedaban eran los que podían tener los papeles de su padre. Empezó por Emilio Zárraga, encargado de negocios en la embajada de Panamá. Vivía solo en un chalecito solitario en la carretera de Montevideo a Punta del Este. Se coló en la casa y, aprovechando la ausencia del dueño, buscó los documentos de su padre con la minuciosidad de un sabueso, pero solo halló dinero y fotos con contenido homosexual.

Jaime esperó la llegada de Zárraga, que llegó pasada la medianoche. El hombre no pudo reaccionar, cada golpe era una tortura. Pidió clemencia y solo recibió una petición: los papeles de Elías Berkowitz. El panameño negó su posesión, abrió su caja de caudales y ofreció todo su contenido a Barroso. Pero no estaban los que deseaba. Sucedió entonces algo inesperado. Emilio Zárraga tocó la frente de su asaltante y comenzó una letanía en un idioma extraño. No la terminó. Dos balas en el pecho  fueron la respuesta de Jaime.

Quedaba un nombre. El último. Seguramente la policía y, sobre todo, los terroristas, estarían atando cabos. Tenía que dar carpetazo al asunto y pronto.

Por eso había solicitado una última consulta. Tal vez en ella la doctora le diese la clave de ese maldito sueño. Y, de paso, los papeles que necesitaba. Porque el último nombre era Rebeca Ramírez.

Ya en el despacho, la doctora dijo:

— Hoy hablaremos de su padre.

—Doctora, ya le dije que… —pero ella le mandó callar con el dedo.

—Su padre, Elías Berkowitz, era un genio. Logró lo que nadie había conseguido antes: gólems autónomos e indistinguibles de un humano. Su vida fue un incesante huir: emigró de Riga a Praga huyendo de los soviéticos, tras la anexión de Bohemia, dio el salto a Varsovia donde los generales polacos, pomposos y cargados de prejuicios, despreciaron su ofrecimiento. Después, el gueto, la pérdida de su mujer, el, la deportación a Auschwitz y al fin el Sonderkommando 470.

Barroso trató de disimular su sorpresa. Estaba bien informada, pero todos eran datos relativamente accesibles. Decidió esperar y ver a donde quería llegar esa mujer.

—En Auschwitz conoció al Sturmbannführer Gunther Weber. Un psicópata de la peor calaña, a quien ofreció el secreto a cambio de la vida y la de su hija Hanna.

—Eso  fue hace mucho tiempo.

—Hablemos entonces de algo más reciente. Hablemos de ti, de cuando eras niño. Cuéntame.

—Crecí en un orfanato de Montevideo hasta que con doce años me adoptó Elías.

—Eso ya me lo has contado mil veces. Dame detalles, dime quién era tu mejor amigo, cómo era el hábito de las monjas, cuándo te peleaste por primera vez. ¿Cuál es tu primer recuerdo, Jaime?

Él no respondió. Rebeca continuó.

—No tienes recuerdos. Nunca has tenido un amor, mujer u hombre, solo fidelidad a tu padre. O mejor dicho, a tu creador. Porque tú, Jaime Barroso, eres un gólem.

Aquello fue demasiado para Jaime, que se alzó del diván con intención de sacar su arma y acabar con aquella mujer. Pero cuando se giró hacia ella, esta le apuntaba con un revólver de grandes dimensiones.

—Tire el arma —ordenó la doctora. Él obedeció—. Soy Rebeca Klein, del Mosad.

Barroso levantó las manos mientras buscaba una salida.

—No te esfuerces, no tienes escapatoria. Dos compañeros míos están esperando fuera.  Deberían ser cuatro, pero mataste a dos. Y al pobre Zárraga, que colaboraba con nosotros. Todo por vengar la memoria de tu padre. Obediencia ciega.

Jaime tragó saliva, en espera de nuevas revelaciones.

—Eres un gólem, por eso no tienes recuerdos más allá de los cuatro o cinco que te inculcó Elías. Tu sueño es el recuerdo de tu nacimiento. El proceso de creación de un gólem incluye el uso de un esqueleto de un muerto reciente, aun con el cerebro en buen estado. Lo llevan al pozo de barro y lo sumergen una y otra vez hasta que la arcilla sustituye al músculo. El resto del proceso no lo conozco, pero el resultado final es indistinguible de un humano en apariencia, pero en realidad es un esclavo sin más deseo que obedecer.

“Elías fabricó muchos en Auschwitz Birkenau. Material tenía de sobra. Una compañía permitió resistir a los alemanes de Curlandia hasta el final de la guerra, otra combatió en Berlín para dar tiempo a los jerarcas nazis a huir. Los rusos usaban fusiles antitanque para matarlos. Por suerte, el proceso de producción era lento. Cuando Auschwitz fue liberado, Elías intentó olvidar su pasado. Había perdido a su mujer, su hija Hanna había sido trasladada a  Theresienstandt y no la pudo localizar. El peso de la culpa por haber colaborado con los verdugos le atenazaba. Migró a Sudamérica e hizo fortuna como ingeniero químico. Solo volvió a crear un gólem, que sepamos. Tú.”

“Su amo, Weber, también huyó. Se tatuó un número como si fuera un prisionero y su físico demacrado hizo el resto. Adoptó un nombre judío…”

—Goldstein.

—Vas atando cabos. Weber localizó a tu padre y le presionó para entregar sus secretos. Como se negó, lo asesinó. Pero el secreto se perdió. Weber creía que lo tenía escondido o lo había entregado al Mosad. Y te está usando para intentar conseguirlo.

Jaime apretó los puños.

—Vamos a por él.

Rebeca tocó un timbre y dos hombres, armados con uzis, entraron.

—De acuerdo pero antes, dame dos puñetazos.

*****

— ¿Por qué has traído a esta furcia?

El anciano, a quién el incómodo viaje hasta la hacienda de Berkowitz había puesto de mal humor.

— Ella sabe dónde se esconde el secreto que queremos encontrar.

— Veo que sabes cómo tratar a las de su calaña —dijo Weber al observar dos hematomas en el rostro de la mujer.

— Es cuestión de hacer las preguntas clave aplicando la fuerza necesaria.

—Vamos, que nos guíe hasta los papeles.

— Calma, capo, calma. Antes, tengo una de  esas preguntas clave. Para ti.

Weber se sorprendió y sus hombres sacaron unas pistolas de su chaqueta. Jaime no se inmutó.

—Dime Aarón Goldstein, ¿cuál es el número tatuado en tu brazo?

El viejo puso cara de no comprender.

— Mi viejo, y cualquier prisionero de Auschwitz, podía decirlo al instante, porque si no… ¡bang! —dijo Barroso llevándose dos dedos a la cabeza—. Mi viejo era el 202501. ¿Por qué vos no lo sabés? ¿Tal vez porque nunca fuiste prisionero si no verdugo? ¿Tal vez porque más arriba llevás tatuado tu grupo sanguíneo Sturmbannführer Weber?

De inmediato, los dos guardaespaldas abrieron fuego. Barroso se lanzó en pos del nazi mientras sentía como las balas penetraban en su corpachón sin que apenas sintiera dolor. Oyó a su espalda como ladraban los subfusiles del Mosad, los gritos de dolor de los escoltas al recibir los disparos y las súplicas de Weber antes del crujir de su cráneo ante el impacto de su puño. Golpeó una y otra vez hasta que se hizo el silencio solo roto por el jadeo de su propia respiración.

Cubierto de sangre, sonrió satisfecho. Había vengado a su padre. Se giró. Rebeca estaba allí, con el rostro marcado y un revólver Magnum apuntando directamente a su cabeza. El disparo retumbó en sus oídos antes de destrozar su cerebro. Un último pensamiento le transportó a un pozo de barro en el que se hundió plácidamente.

— ¿Qué has hecho, Rebeca?

—Cumplir órdenes y acabar con los gólems. Enterradlos.                      

Sus compañeros obedecieron. Ella entró sola en la casa, se dirigió al despacho de Berkowitz. Colgada en un lugar preferente estaba enmarcada una foto de Elías junto a una niña.

—Misión cumplida, Hanna.

EPILOGO

— Papá, ¿puedo acompañarte? Cuando sales, paso mucho miedo.

— Sabes que no puede ser.

—Es por los hombres de barro, ¿verdad? ¿Son malos?

—No Hanna, solo obedecen lo que les manda su amo.

—¿Por qué no me haces uno? Me haría compañía.

Elías reflexionó un momento.

—Está bien.

— ¡Qué sea chica!

— ¡Por supuesto! Y, ¿cómo la llamamos? Los gólem necesitan un nombre para funcionar.

La niña reflexionó un instante.

—Rebeca.

 

 

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Patapalo
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Relato admitido a concurso.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Enoch Emery
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Poblador desde: 31/03/2021
Puntos: 36

¡Guau! Menudo viaje. El planteamiento noir que haces me parece muy interesante, y sacas a relucir unas ideas que me han resultado muy, muy sugerentes.

El problema que veo es precisamente que son demasiadas ideas para tan poco espacio. Creo que funcionaría mucho mejor con una narración más concentrada, sugiriendo algunas cosas, y desarrollando más en profundidad otras que apenas están apuntadas.

Hay también algún error ortográfico, pero tampoco tantos como para resultar molestos.

Yo le daría un 2,5.

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Lenteja
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Puntos: 106

¡Relatazo! Cuánto te han cundido las 3.000 palabras. Me gusta mucho el comienzo con ese sueño que más tarde cobra toda su importancia y que sirve para caracterizar al personaje y envolverlo en la capa de misterio que se mantiene hasta el final. Los giros de la narración son buenísimos y la verdad es que no me esperaba el epílogo final.

Me he imaginado la historia en blanco y negro e incluso la veo plasmada en un cómic de esos de los años cuarenta. Sería perfecto.

La pega, las faltas. Ay, esas tildes. Y he observado que hay personajes que tan pronto se tratan de tú como de usted, incluso en la misma frase: "Es usted como tu padre". Pero puede que se deba a los diferentes giros idiomáticos entre Uruguay y España.

Me he divertido mucho leyendo y por eso mi nota 4 estrellas.

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Patapalo
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Puntos: 209184

Un relato muy ambicioso y completo que, a pesar de las limitaciones de extensión, has conseguido armar muy bien. Sí que es cierto que algunas escenas hubieran respirado mejor con un poco más de espacio, pero creo que el conjunto casi no se resiente. Me ha gustado la complejidad de la trama y cómo se mezcla con el mito del gólem. Muy ingenioso.

Hay otros elementos que me convencen menos. El primero, claro, las tildes no Se te han vuelto a pasar unas cuantas paletadas. La próxima vez, cuatro días de reposo. blush

El otro, que considero al mismo tiempo meritorio, es el intento de usar el dialecto porteño en los diálogos. Me parece que no termina de funcionar porque hay momentos en los que desaparece. Lo ideal sería que alguien que lo domine te eche un cable al respecto, para que quede más compacto.

En cualquier caso, un gran trabajo.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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jane eyre
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Puntos: 10051

Vale, la idea para la figura de gólem me ha parecido original y me ha encantado y la historia tiene mucha chicha,con el aporte de datos históricos bien metidos, sin que parezcan un pastiche metido con calzador. La atmósfera está muy conseguida y los personajes son solventes. El ritmo funciona y la estructura también.

Por eso me ha dado taaaaaanto coraje el poco cuidado que ha tenido el autor a nivel escritura/pulido, sobre todo en la parte primera.

Pa pegarte fuertesssito, amos.

 

La primera en la frente en la primera frase: “Jaime evocó de las imágenes de aquel maldito sueño”

Faltan tildes a cascoporro y sobran algunos ejemplos de un clásico polidórico: adverbios terminados en -mente

“Es usted como tu padre.” Falta de concordancia y este personaje habla cambiando de tratamiento constantemente, del tú al usted, cuando debiera estar unificado.

Creo que a esta frase le falta el verbo “Logró lo que nadie había conseguido antes: X gólems autónomos e indistinguibles de un humano.”

 

El rebaje de nota va a ir por lo poco cuidadosa de la redacción, porque aunque el relato se merece un 5, no sería justo para los que sí presentan buenas historias y pulen hasta que les arden las pestañas. Lo siento.

 

Puntuación: 4,25

 

 

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Jane,¡te quiero!

Y no por la nota, que me alegra un montón,también por el collejón.Porque me lo merezco. ¡No veas como escuece! Por supuesto, tienes razón, el merito de revisar debe premiarse y la cazurrez penalizarse.

Así que gracias.

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Poblador desde: 11/07/2014
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Jane,¡te quiero!

Y no por la nota, que me alegra un montón,también por el collejón.Porque me lo merezco. ¡No veas como escuece! Por supuesto, tienes razón, el merito de revisar debe premiarse y la cazurrez penalizarse.

Así que gracias.

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L. G. Morgan
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Puntos: 2674

¡Vaya pedazo de historia! Una trama de sobresaliente, ligando elementos muy interesantes en un conjunto coherente. La pega es que queda un poco como desordenado o desorganizado, demasiado salto, en mi opinión. Para esto también es bueno el reposo (no solo para las erratas y tildes, que no voy a mencionar porque ya te lo han dicho).

Por otra parte, aunque agradezco mucho el esfuerzo de ambientación, que logra además un escenario muy bien trabado, y diría que documentado, desluce un poco lo que comenta Pata, el acento uruguayo aparece y desaparece, dejando sensación de relato sin terminar. En resumen, relato destacable que requiere un rato de trabajo para ser sobresaliente.

4 estrellas
 

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Poblador desde: 11/07/2014
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Lenteja dijo:

Me he imaginado la historia en blanco y negro e incluso la veo plasmada en un cómic de esos de los años cuarenta. Sería perfecto.

Más que de los cuarenta, yo lo imagino dibujado por Bernet, el dibujante de Torpedo 1936. ¡Ahí es nada!

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Y gracias por leer y comentar.

Y también a Enoch :-)

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Poblador desde: 11/07/2014
Puntos: 1514

L. G. Morgan dijo:

Por otra parte, aunque agradezco mucho el esfuerzo de ambientación, que logra además un escenario muy bien trabado, y diría que documentado, desluce un poco lo que comenta Pata, el acento uruguayo aparece y desaparece, dejando sensación de relato sin terminar.

Cierto, el acento oriental hasido un quebradero de cabeza: lo ponía, lo modificaba, añadía lunfado, lo ponía en cursiva, me sonaba a pastiche, lo quitaba... hasta en lacaja de texto justo antes de entregar lo modifiqué. Pero tenía miedo de que "me pisaran" la temática noir.

Igual me paso con el tú, el usted y el vos.

Y con el final, lo reescribí cuatro o cinco veces. A modo de anécdota, el que iba a poner era un en que Rebeca decía "Misión cumplida, Hanna" y se descerrajaba un tiro. Y luego el epílogo. Pero me pareció que ya había mucha violencia concentrada y lo quité, tal vez equivocadamente.

Encualquier caso, gracias por leer y comentar.

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Patapalo
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Poblador desde: 25/01/2009
Puntos: 209184

Bio Jesus dijo:

Lenteja dijo:

Me he imaginado la historia en blanco y negro e incluso la veo plasmada en un cómic de esos de los años cuarenta. Sería perfecto.

Más que de los cuarenta, yo lo imagino dibujado por Bernet, el dibujante de Torpedo 1936. ¡Ahí es nada!

cool

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Poblador desde: 07/05/2020
Puntos: 256

Un relato interesante, por los giros y el punto "exótico" que tiene (un matón en el psicoanalista, un poco como el mafioso de Niro en "Una terapia peligrosa"; aunque luego se entiende qué hace allí). Creo que podría estar mejor resuelto. El diálogo explicativo del final al estilo del malo que explica al prota qué ha pasado cuando le tiene encañonado y el epílogo final, aportan información; pero están metidos un poco a la fuerza, me parece. Hay alguna tilde y alguna cosilla de gramática también, creo que ya lo han comentado. El tono negro está logrado, aunque no sabría decir si el idiolecto del protagonista está conseguido o no. Quiero decir que me da la impresión de que las palabras son las correctas y se entienden incluso sin conocer alguna expresión uruguaya; sin embargo no sé si me acaba de llegar el tono que tienen, ese habla particular que se pretende transmitir. En suma, creo que la historia tiene fuerza, el tema del monstruo está bien encajado en la trama e incluso tiene varios puntos de giro (algo difícil de encajar en un relato tan corto). Para mí, un meritorio 4.

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L. G. Morgan
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Puntos: 2674

Bio Jesus dijo:

Y con el final, lo reescribí cuatro o cinco veces. A modo de anécdota, el que iba a poner era un en que Rebeca decía "Misión cumplida, Hanna" y se descerrajaba un tiro. Y luego el epílogo. Pero me pareció que ya había mucha violencia concentrada y lo quité, tal vez equivocadamente.

A mí me gusta ese final (y en realidad todos los elementos de la trama). No sé si lo dices por lo que yo comentaba de los "saltos". Solo me refería a que si le das una vuelta, seguro que cada parte encaja con las otras más fluidamente, con más suavidad. En cualquier caso, es mi sensación lectora; solo una opinión, vaya.

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Puntos: 1514

L. G. Morgan dijo:

Bio Jesus dijo:

Y con el final, lo reescribí cuatro o cinco veces. A modo de anécdota, el que iba a poner era un en que Rebeca decía "Misión cumplida, Hanna" y se descerrajaba un tiro. Y luego el epílogo. Pero me pareció que ya había mucha violencia concentrada y lo quité, tal vez equivocadamente.

A mí me gusta ese final (y en realidad todos los elementos de la trama). No sé si lo dices por lo que yo comentaba de los "saltos". Solo me refería a que si le das una vuelta, seguro que cada parte encaja con las otras más fluidamente, con más suavidad. En cualquier caso, es mi sensación lectora; solo una opinión, vaya.

Te doy la razón y lo que quería decir es que mi fiebre modificadora ha hecho más abruptos esos saltos en lugar de suavizarlos. Sugerencia bienvenida y anotada.

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L. G. Morgan
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Bio Jesus dijo:

L. G. Morgan dijo:

Bio Jesus dijo:

Y con el final, lo reescribí cuatro o cinco veces. A modo de anécdota, el que iba a poner era un en que Rebeca decía "Misión cumplida, Hanna" y se descerrajaba un tiro. Y luego el epílogo. Pero me pareció que ya había mucha violencia concentrada y lo quité, tal vez equivocadamente.

A mí me gusta ese final (y en realidad todos los elementos de la trama). No sé si lo dices por lo que yo comentaba de los "saltos". Solo me refería a que si le das una vuelta, seguro que cada parte encaja con las otras más fluidamente, con más suavidad. En cualquier caso, es mi sensación lectora; solo una opinión, vaya.

Te doy la razón y lo que quería decir es que mi fiebre modificadora ha hecho más abruptos esos saltos en lugar de suavizarlos. Sugerencia bienvenida y anotada.

no

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Easton
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Poblador desde: 06/11/2011
Puntos: 416

Este relato me pone en un dilema interno. Me ha gustado la historia, creo que es ingenioso cómo mete la figura del gólem, incluso con un doble giro que he comprado. Tiene momentos buenos narrativamente aunque en otros me ha parecido que metía demasiada información en poco espacio (como el párrafo que empieza con "Libre y de vuelta en Uruguay, Barroso trató de averiguar el modo en que falleció").
Por la originalidad de la idea y lo entretenido le daría de 3,5 a 4 estrellas.

Sin embargo hay elementos en la forma que no me han hecho disfrutar de la lectura. No soy quisquilloso y si se cuelan 2 o 3 faltas de ortografía las paso por algo. Pero aquí se hacen notar, me han sacado de la historia y no me han dejado fluir con la narración. También hay cambios en el tono de los diálogos (se pasa del tú al usted) y el tono sudamericano me convence solo a medias. Todo esto, claro, le baja la puntuación. Y es una pena, porque creo que con reposo y repaso y alguna reescritura el relato ganaría mucho (la idea es bastante buena).

2,75 estrellas

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Curro
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Poblador desde: 24/09/2015
Puntos: 1048

Aproximación directa al gólem pero con enfoque al mismo tiempo original y suficientes elementos diferenciadores para hacerlo brillar.

Es uno de los relatos en los que más cosas anoté (¡porque pasan muchas cosas!). A ver, por dónde empiezo…

Me preguntaba si no sería demasiado ambicioso, si no intentaría meter mucho contenido dentro de un relato corto. Me respondo a mí mismo: en general, no. No veo que sobre nada. Es un relato corto en el que pasan muchas cosas, sin más. Nada sobra, nada se echa en falta. Los elementos de espionaje, las pinceladas de acción, la mezcla de elementos fantásticos y mundanos, los personajes (cuatro acaban teniendo relevancia, si uno los cuenta; protagonista, padre, Goldstein, Rebeca)… Todo bien llevado.

La pega no es el contenido, es cierto desequilibrio. Tenemos dos introducciones, un nudo muy corto, un desenlace largo y un epílogo. Quizás algo desnivelado.

La escena inicial en el psicólogo, ¿para qué? Si uno analiza la historia, puede tener como objetivo introducir a Rebeca. ¿Es casualidad que sea justo ella su psicóloga y, a la vez, su posterior cuarto objetivo? Se entiende que no, que está todo orquestado. Vale, hasta aquí bien, pero ¿por qué introducir ya a Goldstein en la sala de espera? En un relato corto, se está presentando a un personaje dos veces (en la sala de espera como desconocido, en el gimnasio ya con nombre, apellido y motivaciones). ¿Es necesario?

A ver, que igual me estoy poniendo puñetero, pero es que noto que se podría haber agilizado esa parte inicial en pos de una parte central algo más desarrollada, más espacio para la evolución de la historia y un devenir de acontecimientos más disfrutable.

El sueño que se describe al inicio es demasiado explícito; el apellido, Barroso; temática del certamen, el Gólem. Ya se sabe, blanco y en botella, leche.  Una revelación interesante podría ser que en realidad fuera horchata; pero no, es leche. Que igual el valor del relato no es ese (descubrir que el protagonista es un gólem), pero creo que podría haber supuesto un añadido interesante.

No soy ni mucho menos experto en español de Uruguay, pero como fan incondicional de Mafalda, me defiendo con el de Argentina y diría que son similares (sé que para un uruguayo no es agradable ser comparado con un argentino; pido disculpas a posibles lectores). Destaco este diálogo que no me encaja (tenía otros, pero veo que están comentados):

Empezaría por preguntarle al tipo que me ofrece la información, ¿quién diablos sos? Si crees que puedes venir a mi gimnasio, decirme que eras amigo de mi viejo y que me vas a dar los nombres de las personas que más deseo saber, o me tomas por un gil o vos sos el atorrante más grande de la República Oriental del Uruguay.

Si el protagonista ha abandonado el trato formal de usted (porque se ha enfadado, por ejemplo), usaría creés y tomás, es como creo que se debería conjugar el presente. Si por el contrario continúa con el usted, creo que en lugar de sos sería es.

Por lo demás, lo dicho: buena historia, giro final adecuado y un enfoque distinto, no solo por la aproximación a la temática. Sí creo que mayor longitud le habría hecho bien, pero repito, se ha comprimido la historia de forma satisfactoria.

Mi nota es de 3,5 estrellas.

Y una duda final respecto al gólem hembra, ya curiosidad mía…: Tiene que matar a todos los gólems. ¿Se quitará pues la vida como el ciborg bueno de Terminator 2?

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Bio Jesus
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Puntos: 1514

Easton dijo:

Sin embargo hay elementos en la forma que no me han hecho disfrutar de la lectura.

Lo siento.

Gracias por comentar por los votos.

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Bio Jesus
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Curro dijo:

 

La pega no es el contenido, es cierto desequilibrio. Tenemos dos introducciones, un nudo muy corto, un desenlace largo y un epílogo. Quizás algo desnivelado.

La escena inicial en el psicólogo, ¿para qué? 

Tienes razón. El objetivo de poner a Goldstein-Weber en a consulta era demostrar su osadía, pero debería haber sido más explicito o, mejor aun, no mostrarlo.

Curro dijo:

El sueño que se describe al inicio es demasiado explícito; el apellido, Barroso; temática del certamen, el Gólem. Ya se sabe, blanco y en botella, leche.  Una revelación interesante podría ser que en realidad fuera horchata; pero no, es leche. Que igual el valor del relato no es ese (descubrir que el protagonista es un gólem), pero creo que podría haber supuesto un añadido interesante.

El relato no juega a eso. En un certamen de gólems o juegas todo el rato al despiste o el elemento sorpresa es muy difícil. Así que empecé dejando las cosas claras: el apellido y el sueño, pero también el modo en que acata las órdenes de Weber primero y de Rebeca despues. El lector, de tan claro que está, sospecha que no puede ser así de fácil. Y "pica el anzuelo" hasta s muerte a manos de Rebeca, la verdadera "sorpresa".

curro dijo:

Y una duda final respecto al gólem hembra, ya curiosidad mía…: Tiene que matar a todos los gólems. ¿Se quitará pues la vida como el ciborg bueno de Terminator 2?

La idea inicial era que si, que se volase la cabeza,pero me pareció que ese extra de violencia hubiera sido gratuito y un poco previsible.

Así que decidí dejarlo así.

El porqué no se suicida es que no tiene motivos, está obedeciendo las ordenes de Hanna. Y está quería eliminar a los golems de su padre (de ahí el título del relato) y a sus amos en Auschwitz. Así que "misión cumplida"

Muxhas gracias por comentar (y más con tanto detalle) y por la vaoración.

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Dr. Ziyo
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Poblador desde: 30/01/2016
Puntos: 2776

Una historia que tiene de todo, acción, espionaje, venganza, nazis, judíos... y gólems, por supuesto. Tiene tantas cosas que incluso creo que se le quedan cortas las tres mil palabras.

Me ha gustado mucho toda esa mezcla de cosas que he mencionado antes, aunque al igual que en tu relato anterior, le falta un repaso para administrar bien todas esas tildes que faltan o que sobran, lo mismo que sucede con algunas palabras en ciertas frases.

Una cosa que me ha chocado ha sido el lenguaje, como te han señalado por ahí, aparte de que hay cambios repentinos de tutearse a tratarse de usted, parece que esa manera de hablar del uruguayo aparece y desaparece por momentos, como si el personaje de repente recordara que es uruguayo y debe hablar de otra forma.

En todo caso, me parece muy meritorio el relato que has armado con todas las piezas que tenías entre manos y yo lo he disfrutado mucho.

Le doy 4,25 estrellas.

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Efepe
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Poblador desde: 28/05/2017
Puntos: 320

Bravo. Menuda historia. Has conseguido que tenga la sensación de haber visto una buena película en unos pocos minutos. Enhorabuena por tu trabajo.

Solo le pongo un pero: le faltaría un repasito, palabras repetidas y redundantes, alguna expresión un poco rara como la del comienzo...

Aun con todo, mi más sincera enhorabuena.

Mi puntuación es un 4,56.

EFePe

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Germinal
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Poblador desde: 08/03/2016
Puntos: 1307

En cada Polidori me encuentro algún relato de una agradable trama noir y que me deja con esa sensación de que la limitación de palabras lo penaliza terriblemente. Empiezo a pensar que es un género que en general necesita de más espacio para poder brillar como se merece.

No me veo capaz de aportar mucho más de lo que veo que ya se ha comentado con anterioridad: numerosas faltas y particularmente no me convence el resultado del voseo (yo lo intenté con un personaje en un relato para un calabazas y tuve dudas hasta el último momento de si ponerlo o no porque me sonaba falso o impostado).

Hace días que lo leí, pero creo recordar que tuve la sensación de que algo en el ritmo o en el desarrollo de la historia no terminaba de convencerme, pero siento no poder ser más concreto (es lo que tiene ir leyendo los relatos en el móvil cuando encuentro un momento)

Voy a darle 3,5 estrellas. Gracias por compartirlo.

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torpeyvago
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Poblador desde: 29/02/2016
Puntos: 1890

Jungla de asfal... digoooo, de barro

«Odessa», «Marathon Man»...

Lo +

Meter el tema de la convocatoria en un relato negro es todo un acierto. Situarlo, lógicamente, en Sudamérica redondea el planteamiento. Además, aparece la diferencia de sexos —yo lo reconozco, pienso en el bicho totalmente neutro, asexual y asexuado—. El argumento está perfectamente hilado y, aunque se prevé parte del final a partir del párrafo de «hablemos entonces de algo más reciente», casi es más una serie de miguitas que el autor va dejando para el apoteosis final. Muy bien hilado y ejecutado; cuando sea grande, quiero escribir así:

Bio Jesus dijo:
Jaime Barroso se sentó tras su escritorio, comprobó que su beretta estaba cargada, quitó el seguro y la dejo en el cajón medio abierto. No se sorprendió al ver entrar al viejo de la consulta, con su piel del rostro tan atezada y pegada al hueso que parecía un cadáver vuelto a la vida. Un sombrero evitaba que la calva completase esa impresión.

Lo -

DDTs muy, muy sonados en algunas tildes, separación de guiones largos y otras lindezas; imposible listarlas por cantidad. Incluso algún fleco argumental —que ahora mismo no recuerdo— que es sencillísimo de solucionar si se hubiese reposado un poco. La impresión es que está escrito y presentado en hora y media. Y es una lástima, porque es un gran relato. [Tras leer comentarios, esta parte parece unánime o casi.]

Sería de cinco estrellas de no ser por esto último, y se las pondría de no ser porque he tenido que usar un colirio tras leerlo.

★★★★

Estadísticas

Palabras : 2935
Matrices : 16.728
Caracteres : 13.834
Letras : 13.233
Párrafos : 120
Sílabas : 5700
Frases : 268
Szigriszt1993: 75
Perspicuidad : Bastante fácil

___________________________________________________________

En un lugar de La Mancha de cuyo nombre me acuerdo perfectamente...

https://historiasmalditas.wordpress.com/

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Bio Jesus
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Poblador desde: 11/07/2014
Puntos: 1514

torpeyvago dijo:

cuando sea grande, quiero escribir así:


¿Cómo? ¿Peor y con faltas? :-D :-D :-D

Le convido a un colirio, que le queda otro relato mío.

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Hedrigall
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Poblador desde: 14/01/2011
Puntos: 1132

Muy buena trama, la verdad. El dialecto me ha encantado, pero se va difuminando hasta desaparecer del todo. Los descuidos ortográficos afean el resultado.

También creo que el límite ha jugado en contra y ha obligado a un final algo apresurado, que se nota en especial en los diálogos, que van al tajo y sin miramientos a proporcionar la información necesaria para seguir resolviendo la trama. Esto contrasta con un inicio muy bien montado, sin prisa pero sin pausa, donde se toma tiempo para mostrar (en los diálogos mismo) cómo es Barroso. No termino de entender qué hace Weber/Goldstein en la consulta de la doctora si son enemigos acérrimos, y el nazi lo sabe y Rebeca también. Creo que si Weber aparece en el gimnasio por primera vez no se pierde nada en cuanto a la trama.

Ese final apresurado también fastidia un poco a Barroso, que se había revelado como un fantástico personaje de inicio, y que queda reducido a alguien que va haciendo preguntas de forma mecánica para que se revele el misterio sin que el narrador preste atención a sus reacciones. Lo mismo sucede con su final, de gran potencial dramático, que se resuelve con demasiada rapidez. En este sentido no puedo evitar preguntarme si prescindiendo de las líneas de Weber en la consulta y el epílogo final, hubiera dado más espacio para tratar la trama con más pausa, a pesar de perder por el camino la revelación final de Hannah y Rebeca.

Me ha encantado el detalle de la mano en la frente y la letanía, que descubren el pastel de una manera muy sugerente y sin que importe demasiado, pues aún quedan sorpresas guardadas en la historia.

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Bio Jesus
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Poblador desde: 11/07/2014
Puntos: 1514

Hedrigall dijo:

Muy buena trama, la verdad. El dialecto me ha encantado, pero se va difuminando hasta desaparecer del todo. Los descuidos ortográficos afean el resultado.

También creo que el límite ha jugado en contra y ha obligado a un final algo apresurado, que se nota en especial en los diálogos, que van al tajo y sin miramientos a proporcionar la información necesaria para seguir resolviendo la trama. Esto contrasta con un inicio muy bien montado, sin prisa pero sin pausa, donde se toma tiempo para mostrar (en los diálogos mismo) cómo es Barroso. No termino de entender qué hace Weber/Goldstein en la consulta de la doctora si son enemigos acérrimos, y el nazi lo sabe y Rebeca también. Creo que si Weber aparece en el gimnasio por primera vez no se pierde nada en cuanto a la trama.

Ese final apresurado también fastidia un poco a Barroso, que se había revelado como un fantástico personaje de inicio, y que queda reducido a alguien que va haciendo preguntas de forma mecánica para que se revele el misterio sin que el narrador preste atención a sus reacciones. Lo mismo sucede con su final, de gran potencial dramático, que se resuelve con demasiada rapidez. En este sentido no puedo evitar preguntarme si prescindiendo de las líneas de Weber en la consulta y el epílogo final, hubiera dado más espacio para tratar la trama con más pausa, a pesar de perder por el camino la revelación final de Hannah y Rebeca.

Me ha encantado el detalle de la mano en la frente y la letanía, que descubren el pastel de una manera muy sugerente y sin que importe demasiado, pues aún quedan sorpresas guardadas en la historia.

Si, está un poco comprimido ese final. Aunque está todo lo que tiene que estar, pero no con el espacio justo. Lo intento compensar dando un cambio de ritmo, acelerando a modo de "los hechos se precipitan" pero no acaba de funcionar.
Lo de Weber era un intento, ahora veo que no muy acertado, de mostrar lo arrogante y temerario que era, capaz de meterse en la boca del lobo y advertir/desafiar a Rebeca. Viejo y malo pero valiente.

Gracias por los comentarios, me son de gran utilidad

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Ligeia
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Poblador desde: 03/12/2013
Puntos: 1152

Coincido en que está muy bien pero afeado por leves descompensaciones, faltas ortotipográficas y el lío de usteo-tuteo-voseo en los diálogos, por lo que debo bajarle medio punto:

Tres estrellas y media: *** '

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Hekizade
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Poblador desde: 22/05/2021
Puntos: 64

Bien lograda la ambientación noir y cautivador el estilo narrativo, que por momentos me ha recordado a alguna de las ficciones borgianas. La discordancia "Es usted como tu padre" y el vacilante uruguayo me han sacado un poquillo, pero en conjunto me parece un gran relato. Nota: 4,25. 

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Stendek
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Poblador desde: 27/05/2020
Puntos: 198

Buen relato, con una trama argumental interesante, con un excelente uso de recursos muy limitados para crear un ambiente denso.

En la columna del "debe" queda el inseguro uso del lenguaje de algún personaje. Y también sospecho que la presentación del gólem como una especie de superguerrero tampoco es canónico en la criatura.

Bueno, cuatro estrellas.

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