Para comerte mejor

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Covitjes
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Gloria volvió a mirar por la ventana para observar la lluvia mientras se colocaba la capucha de su chaqueta cortavientos roja para cubrirse el pelo. Le encantaba cómo le sentaban aquellas mallas y aquella chaqueta. Cómo le enmarcaba el rostro la tela impermeable y cómo realzaban sus piernas aquellos ceñidos pantalones. Terminó de atarse las zapatillas y salió de casa, dejando escapar un silbido para que Lobo la siguiera. Comenzó con un trote suave, a lo largo del bulevar, antes de meterse en el parque. En aquellos primeros metros ya había acaparado las miradas de las pocas personas con las que se había cruzado. La mayoría la miraban a ella, normalmente los hombres recorrían con los ojos toda su anatomía sin pudor. Ella les mantenía la mirada con una mezcla de descaro y complacencia, la complacencia de quien sabe que ejerce una influencia especial sobre los demás. Sin embargo, todos se detenían invariablemente a mirar a su perro. Mezcla de pastor alemán y Alaska, de lejos la mayoría lo confundía con un lobo. Ante tal deducción, la mayoría experimentaba un pequeño sobresalto. Aquella sensación la divertía. Mucha gente quería tener perros de raza a ignoraban que éstos solían ser más débiles. Pero su Lobo era precioso, regio y leal.

Gloria decidió volver una hora después, empapada en sudor por dentro de la ropa y en lluvia por fuera. Sonrió, satisfecha, como hacía cada vez que lograba vencer la pereza. De regreso a casa se detuvo en un banco de madera para estirar los gemelos. La calle estaba extrañamente vacía y ni siquiera oía el ruido de los coches, de forma que lo único que percibía era el murmullo de la lluvia y el de su propia respiración. Cambió de pierna y se dispuso a estirar el gemelo izquierdo. Poco a poco, como en una ensoñación provocada por el cansancio, le pareció estar oyendo un jadeo a su lado. No era Lobo: éste estaba a su izquierda y el sonido venía de la derecha. Gloria se giró  para averiguar de dónde procedía y por poco no se cayó.

Junto a ella, a escasos centímetros, había un hombre. Casi habría podido asegurar que se había acercado a ella para respirar su olor. Era pálido, delgaducho y llevaba una horrible camisa de cuadros y un viejo pantalón con tirantes. Olía a rancio y se estaba empapando, pero no parecía importarle.

Sonrió. A Gloria le dio un escalofrío.

—Das asco, tío —le dijo mientras recuperaba el equilibrio y se colocaba detrás de Lobo.

Él no dijo nada. Ni siquiera pestañeó. No dejó de sonreír.

Gloria cruzó la calle hacia su casa, murmurando un «pervertido» mientras lo hacía. El tipo siguió mirándola desde lejos. La chica se acercó a su jardín y abrió la verja. Cerró con llave y se dirigió a la puerta de la casa. Pero antes reparó en algo.

Sobre el capó del coche había una bolsa con el logotipo de un restaurante. Con una pegatina. «Lobo» era todo lo que decía. La tinta se estaba borrando con la lluvia. Gloria asomó la cabeza a la bolsa y vio su contenido. Parecían chuletas, o más bien restos de ellas. Seguramente las había dejado allí Brígida, pues el restaurante de la bolsa estaba cerca de su casa.

—Mira, Lobo: Brígida te ha traído huesos.

Abrió la bolsa y dejó caer el contenido. Lobo se abalanzó sobre él con avidez mientras Gloria entraba en casa e iba tirando la ropa por el pasillo, camino a la ducha.

 

 

 

—¿Y está bueno? —preguntaba una voz al otro lado del teléfono.

—Está más que bueno —aseguró Gloria mientras se dibujaba con precisión cirujana la raya del ojo—. Y está forrado. Es la tercera vez que me invita a cenar. Y no me deja pagar nada.

—¿Cómo se llama?

—Alejo.

—¿Y ya habéis…?

Gloria se rio mientras dejaba el lápiz y buscaba la máscara de pestañas.

—Claro que no. Está dispuesto a regalarme muchas más cosas e invitarme a muchas más cenas para meterme en su cama.

—Cómo eres.

—Soy práctica. Exploto mis virtudes.

—Entonces ponte el vestido rojo. Siempre te ha quedado muy bien ese color.

—Lo sé —concedió mientras se recolocaba el escote—, ya lo llevo.

 

 

 

—Estás más callada de lo habitual. ¿Estás bien?

Alejo posó sus clarísimos ojos en los de Gloria mientras le servía vino. La joven se tomó un momento para contemplarlo, con aquella chaqueta que enmarcaba sus anchos hombros como sólo un traje a medida podía hacerlo.

—¿Cómo es que estás tan moreno en pleno otoño?

Alejo se rió dejando ver una hilera de blanquísimos dientes. Se pasó la mano por el pelo negro donde ya comenzaba a asomar alguna que otra cana y dio un sorbo de su propia copa.

—Supongo que es mi tono de piel.

—¿Y qué te ha pasado en la mano?

—Ah, ¿esto? Nada, que soy muy listo y al recoger los cuchillos he agarrado uno al revés. Me han dado un par de puntos. Bueno, cuéntame, ¿qué te preocupa?

—Es una tontería. Esta tarde, cuando volvía de correr, se me ha acercado un tío un poco raro. Tenía pinta de pervertido.

—Es normal que los tíos se te queden mirando como pervertidos… —aseguró Alejo mientras le rozaba la mano con las yemas de sus dedos.

Gloria ahogó una sonrisa y apartó la mano.

—El problema es que al salir de casa esta noche he vuelto a verlo, en un banco enfrente de mi casa. Como si me estuviera vigilando.

—Vaya. Eso ya es otra cosa. Pero tampoco te preocupes. Ese tipo de gente suele ser inofensiva. Aunque, si tienes miedo, puedes venir a dormir a mi casa…

—Qué listo eres.

—A mí me parece más bien que tú eres la lista. Me tienes loco y lo sabes. Sin embargo, eres como un témpano de hielo.

—Yo creo que más bien lo que te pasa es que estás acostumbrado a conseguir todo con demasiada facilidad. Y no te gusta esforzarte.

Gloria sonrió mientras le mantenía la mirada. Sintió la mano de Alejo posarse sobre su rodilla. Dejó que los dedos se paseasen por ella durante un segundo antes de apartarse, sin dejar de mirarlo.

—Sí que eres dura. Pensaba invitarte a cenar mañana de nuevo, pero te veo tan cerrada en banda que…

—Mañana no puedo. Me toca ir a dormir con mi abuela.

—¿Con tu abuela?

—Bueno, en realidad no es mi abuela, es una tía de mi madre. Está bastante deteriorada, pero se niega a contratar a un cuidador. Así que hacemos turnos para que no pase la noche sola. Mañana me toca a mí.

—Podría acompañarte. Me la presentas y duermo yo también allí.

Gloria volvió a reírse. Alejo terminó su vino y se sirvió otra copa.

—Sí que eres un hueso duro de roer.

 

 

 

Un suave pitido la despertó por la mañana. Le dolía la cabeza. Demasiado vino en la cena. Miró el teléfono. Un Whastapp:

Le estoy cogiendo el gusto a esto de esforzarme…

Alejo. Gloria se rio. Después reparó en la hora. Llegaba tarde.

—¿Lobo?

Su perro estaba echado junto a ella. Pero aquello no era normal. Lobo solía amanecer repleto de energía y la despertaba con lametazos en la cara, más contento que unas castañuelas. Esperaba que estuviera bien. Tal vez se sentía algo abandonado. Últimamente salía mucho.

Gloria se puso en pie de un salto, le dejó agua y se puso en movimiento.

Puso el café en un termo y se lo fue bebiendo mientras salía de casa y caminaba hacia la parada del autobús. Seguía lloviendo, pero los asientos estaban secos. Se sentó mientras daba otro sorbo.

Fue al levantar la vista cuando vio de nuevo a aquel extraño tipo. Estaba muy serio. Llevaba la misma horrible camisa del día anterior y parecía que no le importaba mojarse. Ladeó la cabeza, sin dejar de mirarla y, desde el otro lado de la calle, habló con voz firme:

—Caperucita, ¡cuidado con el lobo!

En ese momento llegó el autobús. Gloria se puso de pie tratando de reprimir un fuerte escalofrío que se extendió como un latigazo por toda su columna vertebral. Entró en el vehículo a todo correr, pero, una vez dentro, no se atrevió a mirar por la ventana.  

 

 

—Que tengo que trabajar…

—Dime qué llevas puesto y después de dejaré concentrarte…

—Alejo, por favor…

—Vale, ya lo dejo. ¿Irás hoy a ver a Brígida?

Gloria se rio.

—¿Qué pasa?

—Pues que debo de  ser un poco pesada hablando de ella. Hasta te has aprendido  su nombre.

—Sí, claro… —respondió vacilante—. ¿Irás?

—Tengo que hacerlo.

—Me habría encantado invitarte al cine, y a cenar. Y a lo que quieras.

—Tendrá que ser otro día.

Gloria cruzó las piernas en la silla de oficina y apretó suavemente los labios.

—Una falda ajustada de color gris y una blusa roja.

Al otro lado del auricular oyó una risa de complacencia.

—Gracias. Ya te dejo en paz. Un beso.

Gloria colgó. Pero enseguida volvió a sonar el teléfono. ¿Qué querría ahora Alejo?

Pero en la pantalla no aparecía su foto. Sólo se leía «Número desconocido».

La chica arrastró el icono verde por la pantalla y habló.

—¿Quién es?

Pero nadie respondió.

La imagen del tipo del bulevar apareció en su mente.

—No tiene gracia.

Pero lo único que oyó fue una respiración entrecortada, casi jadeante. Y, después, algo que le pareció un aullido.

Gloria apartó el teléfono de su oreja y colgó. Sintió un nuevo escalofrío al pensar en volver a casa y cruzarse de nuevo con aquel perturbado.

 

 

 

Seguía sentado en el banco del bulevar cuando regresó y ya comenzaba a anochecer. Gloria entró en casa todo lo deprisa que pudo, intentando disimular, como si no hubiera reparado en él. Tenía a Lobo, se dijo. Si alguien se acercaba, su fiel perro la protegería.

Pero se asustó al ver que su mascota no salía a recibirla.

—¿Lobo? —llamó con la voz llena de temor.

Lobo estaba dentro de la casa, echado sobre la alfombra de la entrada. Gimoteaba y vomitaba algo… algo de color negro, espeso.

—¡Lobo! —Corrió hacia él. No había duda de que lo que había expulsado era sangre.

 

 

 

—Ya está, ya he llamado a la policía y les he dado la descripción que me has dicho —dijo Alejo, volviendo a la sala de espera del veterinario—. Irán a darse una vuelta. De todas formas, no te preocupes, no te voy a dejar sola.

Se sentó junto a ella y la abrazó por los hombros.

—¿Has avisado a tu abuela?

—Sí… —la voz le salió demasiado débil. Estaba asustada, pero a Brígida sólo le había enviado un mensaje. No se atrevía a volver a explicar todo aquello.

—Hey, tranquila.

—Estaba ahí mientras yo salía a la calle con Lobo en la parte de atrás del coche, vomitando —dijo Gloria, con la mirada perdida—. ¿Y sabes lo que me ha dicho cuando he pasado a su lado?

»—Caperucita, cuidado con el lobo.

Alejo resopló antes de darle un beso en la frente.

—Un loco que se cree que está en un cuento. Puede que hasta se crea que es un lobo. Lo llaman licantropía clínica.

»Pero, tranquila, todo se solucionará. Oye, es muy tarde y tú no has comido nada en horas. ¿Me dejas que te dé algo de cenar en mi casa? Está ahí enfrente.

Gloria alzó la cabeza.

—¿Vives en este barrio?

Alejo estrechó el abrazo.

—Te daré una tila y cena. No tardaremos mucho. Ahí dentro el veterinario tiene para casi dos horas.

Gloria asintió mientras apoyaba la cabeza sobre el hombro de Alejo. Se sintió reconfortada, tranquila.

 

 

 

—¿Es el veterinario? —preguntó Gloria al oír sonar el teléfono sobre la mesita de noche.

—No, tranquila —aseguró Alejo, tras asomarse para comprobar el número. Regresó a la cama y volvió a colocarse sobre Gloria. Le recorrió el cuello, el pecho, con suaves mordiscos. Luego el vientre. Siguió bajando.

—Estamos al lado de la clínica, no te preocupes. Te vendrá bien desconectar. Relájate y disfruta.

Gloria cerró los ojos y comenzó a respirar, más y más profundamente. Sentía cómo su cuerpo se calentaba, se oyó a sí misma jadear…

Y entonces volvió a sonar el teléfono. Gloria se separó bruscamente de Alejo y se abalanzó sobre el aparato.

Era un mensaje. Pero no tenía sentido. Lo leyó varias veces. Pensó que tal vez estaba aturdida. Pero…

Cada letra le había acelerado el pulso. El pánico inundaba sus venas. Su cuerpo se enfrió en una milésima de segundo.

La remitente era la veterinaria.

«Gloria, no me coges el teléfono. Llámame, es MUY URGENTE. La carne que estaba comiendo tu perro estaba envenenada. Carne HUMANA envenenada.»

—Caperucita, cuidado con el lobo —le susurró Alejo al oído, mientras se abalanzaba sobre ella y le tapaba la boca y la nariz con la palma de la mano.

Gloria se resistió con torpeza, pero sólo pudo sentir aquella fuerza, el peso de Alejo sobre su cuerpo y su mano, apretándole fuertemente la cara. Antes de perder el sentido distinguió un brillo animal en sus ojos.

 

 

 

—Despierta, Caperucita.

Gloria abrió los ojos. Sólo vio un techo blanco. Pero algo le tapaba levemente el ojo derecho. Algo de color rojo.

La muchacha sintió que su cuerpo se clavaba sobre algo parecido a una alambrada. Trató de moverse, pero se dio cuenta de que tenía las manos y las piernas atadas. El cuello también. Al girar la cabeza se dio cuenta de qué era lo que había tapado su vista. Era la capucha roja de su cortavientos. No llevaba nada más.

—Tu puto perro casi me fastidia la diversión, ¿sabes?

Gloria giró la cabeza hacia el otro lado y vio a Alejo. Vio claramente aquella mirada animal. Parecía muy tranquilo, decidido y ávido. Su verdadera apariencia, sin máscaras.

—Me mordió en la mano —añadió, mientras se quitaba la venda—. Pero si me lo cargaba demasiado rápido, tú habrías podido sospechar. Y el puto colgado ése que te miraba desde la calle. El de la camisa de cuadros. Casi podía haber sido el leñador de esta historia.

Estaban en una habitación sin ventanas, con una luz demasiado blanca, demasiado intensa y pura. Detrás de Alejo habría algo cubierto con una sábana. También un estrecho armario de madera enmohecida. El hombre utilizó la mano herida para levantar la tela de un tirón.

Gloria comenzó a gritar, aunque el espanto hacía que de vez en cuando le faltase el aire. Volvía  a cogerlo, al límite del desmayo, sólo para chillar de nuevo.

Allí estaba aquel hombre que tantas veces la había advertido. Su camisa de cuadros estaba empapada de sangre seca y negra. Le había arrancado la garganta.

—En serio, ni en mis mejores sueños habría imaginado una historia tan redonda —añadió tranquilo, con una amplia sonrisa, mientras se acercaba y le acariciaba el rostro. Gloria empezó a llorar—. Ahora entiendo por qué tu abuelita me echó a mí la maldición. Esa bruja. Quería que se cumpliera todo. Tú, con tu caperucita roja tapándote el pelo y enmarcando esa mirada de golfa. Porque eso es lo que eres. Y una calientapollas aprovechada, mi querida Caperucita.

Gloria trató de resistirse, pero agarró su cabeza con ambas manos antes de besarla y meterle la lengua en la boca.

—Y qué bien sabes —añadió, mirándola sin despegarse de ella—. Toda tú. Ya me entiendes.

Alejo se separó de ella y le dio la espalda.

—Caperucita, que iba a ver a su abuelita, pero el Lobo Feroz llegó antes que ella. La abuelita era una puta y una bruja, quería darle un escarmiento a la niña y por eso maldijo al hombre para convertirlo en lobo. Hizo que todo el mundo pensara que estaba loco. Pero no. Él sabía lo que tenía que hacer. Aunque no le dio la gana de seguir sus reglas. No pensaba esperar a la siguiente luna llena. La abuelita trató de huir… escondiéndose. Ya sabes dónde, ¿no?

Alejo abrió el armario. Gloria sollozó. En el estante superior estaba la cabeza de Brígida. Grisácea, como si fuera de cera. Con un gesto de absoluto y profundo espanto.

—Venga, no te pongas así. ¡Es parte del cuento! Además, tu querido perro comió sin reparos. No debía de estar tan mala. A mí me gustó, aunque estaba un poco seca. Eso sí, hoy espero cenar algo más exquisito.

»Aunque eres un poco menuda. Me va a costar dejarme algo para el día de la transformación.

Alejo abrió uno de los cajones del armario y extrajo un machete de cocina casi cuadrado. Lo meció a un lado y a otro mientras se acercaba a Gloria. Ella se removió, luchando por librarse de las ataduras. Los hierros que tenía bajo el cuerpo se le clavaban en cada intento por escapar.

Se acercó a ella y, con la mano que le quedaba libre, le presionó el vientre sin dejar de sonreír.

—Estás tiernecita. Al punto, sin duda debe ser así. Venga, tranquila — añadió mientras Gloria rompía a llorar de nuevo y él le pasaba la mano por la frente cubierta con la capucha roja—. No te va a servir de nada todo ese lloriqueo. Y no quiero que me estropees esta cena.

Alejo se colocó a sus espaldas. Gloria oyó el clic de un botón.

—Es hora de acabar el cuento.

Gloria dejó de ver a Alejo, pero le oyó aullar. Demasiado agudo. Entonces comenzó a sentirlo. Calor, un intenso calor. Y se dio cuenta de que no estaba atada sobre una alambrada en posición horizontal. Se estaba quemando. Olor a carne chamuscada. Aquellas finas barras metálicas que se le clavaban en el cuerpo eran resistencias, que se calentaban demasiado rápido. Una parrilla, una parrilla, estoy sobre una gigantesca parrilla…

Gloria ya no tenía fuerzas para chillar. Su último hálito de consciencia le permitió dar gracias al darse cuenta de que iba a perder el sentido, mientras los hierros de la barbacoa se ponían al rojo vivo.

Covadonga González-Pola

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Patapalo
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Relato admitido a concurso.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Puntos: 47

¡Gracias!

Covadonga González-Pola

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Molu
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Puntos: 243

El principio me resultó un poco entrecortado, como que le cuesta comenzar. Veo algunos errores y dedazos, que otros compañeros más despiertos en estos detalles no demoraran en señalar (por ejemplo: "toda su anatomía sin pudor" hace entender que lo que no tiene pudor es su anatomía, que no creo que sea el sentido que quiso darle la autora; dos "mayoría" muy pegados; el restaurante de la bolsa, etc.). Me parece que en general, le falta una última revisión o se ha subido muy pronto.

Me quedan algunas dudas. ¿Por qué el perro no atacó al extraño la primera vez, cuando se le acercó hasta olerla, en el parque? ¿Cómo hizo la veterinaria para saber que lo que había comido el perro era carne humana? ¿Además de veterinaria es forense? Si esto fuera así (ignorando que es imposible), ¿la veterinaria no le comunica a la policía que tiene un perro con carne humana en el estómago?

Me gustó el juego de caperucita, el lobo y la abuela; es una serie coincidencias "simpáticas", pero esperaba algo más ingenioso para el final.

¿La abuelita que le echó la maldición a él, es la misma tía de la madre del principio? No se entiende bien lo de la maldición, parece traído de los pelos. ¿Cuál es la maldición? Es evidente que el tipo ya estaba rayado desde antes.

No se entiende muy bien la resolución del cuento. O sea... ¿Es un loco que se calienta con ella y mata a la abuela, al loco de la plaza y a ella? ¿Y por qué la mata? ¿Por cara de golfa? Si la respuesta a alguna de estas preguntas es afirmativa, ¿dónde está el hombre lobo?

Parece más un cuento sobre un psicópata caníbal que sobre hombres lobos. Un psicópata muy peculiar, que no cumple los requisitos para la psicopatía o que cumple demasiados (que por lo general no se mezclan). Sé que la línea es fina. Si él cree ser un hombre lobo, aunque no lo sea, funcionaría. Pero no queda claro si esta es la idea.

Me parece que el cuento entero está un poco confuso. Lo siento, pero en comparación con otros relatos concursando, no puedo darle mucho puntaje.

2 estrellas

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Covitjes
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Puntos: 47

Molu, me ha encantado tu valoración. La verdad es que hay unos cuantos detalles que no había considerado (y eso que suelo darle muchas vueltas a los relatos, a lo mejor me he pasado y me he quedado aturdida). Me encanta que hiles tan fino, es la mejor forma de seguir aprendiendo. Gracias por ser tan constructivo :)

Covadonga González-Pola

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Olethros
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Poblador desde: 20/06/2015
Puntos: 352

En cuanto a la forma, un texto bastante limpio. Hay un "precisión cirujana" por ahí que suena más a "precisión quirúrgica". Tiene problemas intermitentes con los signos de puntuación (por citar un par de ejemplos distintos, "Ladeó la cabeza, sin dejar de mirarla y, desde el otro lado de la calle," o "Caperucita, que iba a ver a su abuelita, pero el Lobo Feroz llegó"). 

En cuanto al estilo, hay una descompensación acusada: los diálogos se manejan con una soltura más que notable, son ágiles y aportan mucho mientras tienen un tono logrado, natural y creíble; en cambio, las partes descriptivas tienden a ser más embarulladas y fluyen con más dificultad. Abusa del infinitivo y eso da cierta "rigidez" a la sintaxis. Tiene muchos posesivos prescindibles gracias al contexto y llegan a generar situaciones narrativas de clara bisoñez ("dio un sorbo de su propia copa"). 

En cuanto al fondo, hay problemas (o al menos este lector los tiene) a la hora de catalogarlo como un relato de hombres lobo, o un relato con hombres lobo, o siquiera un relato relacionado de forma íntima con ese concepto por más que detalles de la trama lo intenten conseguir. En su lugar parece un relato de psicópata criminal aderezado con "conceptos" y "situaciones" que, tal vez, podrían relacionarse con el tema de la convocatoria desde lo indirecto, lo muy indirecto.

Mi calificación es de 2,5 estrellas.

Gracias por compartirlo y suerte en el concurso.

Ceterum censeo Carthaginem esse delendam... ;oP

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Hedrigall
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Poblador desde: 14/01/2011
Puntos: 1132

Es un relato bien escrito, que en su primera parte planta personajes y escenas con naturalidad, se plantea muy bien la intriga y donde las menciones al cuento de caperucita hacen esperar un juego con la fábula. 

En mi caso la resolución (donde convergen el giro final y los últimos paralelismos con el cuento) no me ha cuadrado.

Para empezar, no he relacionado que Brígida era la abuela de Gloria hasta el final. Repasado el texto, cuando Gloria habla de su abuela con Alejo no la llama por su nombre y por alguna razón (que seguramente sea culpa mía) he relacionado a Brígida con la persona con la que habla por teléfono al inicio del relato, una amiga. El personaje de la camisa de cuadros es un buen cebo y sirve a su función, pero la explicación de Alejo (La abuela es una bruja que le ha maldecido a él, para dar una lección a Gloria) es, para mi gusto, rebuscada y poco creíble, en especial teniendo en cuenta que Brígida no ha aparecido en todo el relato sino de forma indirecta. Quizá una escena con ella hubiera ayudado a perfilar más sus motivaciones y a hacer creíble la explicación de Alejo. 

Me ha gustado mucho cómo se ha perfilado el personaje de Gloria y la prosa de todo el relato en general, pero en un tipo de relato como éste, donde se apuesta todo al giro final, si éste no sale del todo bien pierde muchos enteros. 

 

2.5 estrellas

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LCS
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Poblador desde: 11/08/2009
Puntos: 6785

Un relato que va mejorando conforme va avanzando la lectura. Le cuesta arrancar un poco, pero cuando entra en materia, te engancha. Sobre todo el final. Me gusta mucho el ejercicio metaliterario del cuento de Caperucita. Es algo que yo también suelo practicar, para dar otro dimensión a las historias clásicas.

Desde mi punto de vista, necesita ser depurado un poco estilísticamente, que no ortotipograficamente. Me refiero, por ejemplo, a repeticiones innecesarias como el del nombre de la protagonista: varios párrafos comienzan con "Gloria". Aparte del mal efecto de la reiteración, cree que es innecesario su uso, porque el lector sabe que se refiere a ella.

Aún así, me ha gustado. Y como todavía no se me han ocurrido decimales para mi forma de puntuar, le voy a dar cuatro aullidos. laughlaughlaughlaugh

 

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Bio Jesus
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Poblador desde: 11/07/2014
Puntos: 1514

Una ingeniosa revisión del cuento clásico, que se ve venir de lejos y aun así engancha. A pesar de que en general me ha gustado hay detalles que no encajan con mi gusto literario.

Veo a Gloria un tanto plana en su papel de cazafortunas fría y taimada. Tal vez algunas pinceladas de escrúpulos la habrían hecho más cercana al lector. Tampoco me convence la historia de la lección de su abuela que sale mal. Si la abuela quiere castigarla, ¿por que no se nos da pistas claras antes?A lo mejor con un poco más de desarrollo mejoraría ese hilo de la trama.. Y usas varias veces el verbo enmarcar en relación a Gloria.

El relato tiene muchos puntos positivos, como esos diálogos tan ágiles o la reinterpretación actualizada del cuento. Creo que si trabajas un poco la psicología de algunos personajes (Gloria, Brígida) quedará perfecto.

Nota: 3,5

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Dr. Ziyo
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Poblador desde: 30/01/2016
Puntos: 2776

Comento antes que nada que me gusta el título del relato, al cual yo doy bastante importancia y que ya avisa, o por lo menos yo lo vi así, de que iba a tener relación con el cuento de Caperucita, aunque también podría no haber sido así. En todo caso, esa reinterpretación del cuento está muy lograda.

Lo de la maldición, y en eso coincido con Hedrigall, me parece un tanto forzado y rebuscado. No sé, me falla algo ahí, tal vez esa conexión abuela-Alejo debería haber aparecido con más claridad durante el relato. Los diálogos los veo muy acertados, naturales, creíbles cien por cien y el relato en general es muy interesante y entretenido.

Lo que me falla en la historia es que no llego a verla como un relato sobre hombres lobo, sino sobre un tipo que parece creerse que es uno de ellos.

Le doy tres estrellas y cuarto.

 

 

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torpeyvago
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Puntos: 1890

Una orignal visión del cuento, que comienza algo flojilla y acaba bastante mejor.

Lo mejor, aparte del título, el constante paralelismo entre un cuento y el otro. la «trampa» del «cazador» en la que he caído sabiendo que era una trampa. El final, una buena parrillada, me parece estupendo. [Después de leer comentarios, veo que me he dejado los diálogos, que, efectivamente y coincidiendo con otros, son muy naturales]

Lo peor, algunos flecos argumentales —[tras leer los otros comentarios veo que coincido con varios en el asunto de la abuela, el origen del lobo]— y la falta de un hombre lobo explícito, aunque se hable de una futura transformación. El pobre perro —que ha comido carne humana ¿cómo se sabe? [también coincido con otro comentario al respecto]— me parece una pistola de Chejov que no se usa.

Una buena lectura, que ha ido mejorando hacia el final: tres y cuarto (3,25)

___________________________________________________________

En un lugar de La Mancha de cuyo nombre me acuerdo perfectamente...

https://historiasmalditas.wordpress.com/

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Ligeia
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Poblador desde: 03/12/2013
Puntos: 1152

Coincido en que hay detalles confusos, personajes y motivaciones no bien perfilados y que no acaba de definirse como verdaderamente licantrópico, el tipo podría simplemente ser un pirado. Tres estrellas:

***

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Covitjes
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Puntos: 47

Quería daros las gracias a todos los que etáis leyendo y valorando el texto. Veo, además, por el consenso, que voy a poder identificar puntos fuertes y flojos de la historia.

Una de mis ideas con este relato era crear una duda razonable en cuanto a si Alejo padecía licantropía clínica o licantropía "tradicional". Pero veo que la duda no ha llegado a ser razonable para algunos de vosotros. Trabajaré en ello :)

Covadonga González-Pola

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kekanaya
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Puntos: 178

Coincido en que el texto necesita una buena revisión, tanto en estilo como en el hilo argumental. Me falta un mejor desarrollo de los personajes de Brígida y el "Cazador", y también una mayor fluidez en ciertas escenas.

PERO (así, en grande) hay que tenerlos bien puestos para atreverse a versionar Caperucita. Se ha hecho muchas veces en distintos medios y, por norma general, el resultado suele ser más bien decepcionante. Y en ese sentido, tu historia me ha convencido. Tiene mucho gancho, los personajes, estén más o menos definidos, son creíbles, y ese aire a snuff movie del final me ha parecido brillante.

En definitiva, en cuanto a trama, es mi relato favorito de los que llevo leídos. A pesar de sus flaquezas, es fresco y descarado, de fácil lectura, y huye de los convencionalismos del terror sobrenatural para adentrarse en los del thriller.

Es por eso que, a pesar de los fallos, no puedo darte menos de cuatro estrellas. Y espero con ansia leer más de ti. Enhorabuena!

Cuatro estrellas ****

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Bote
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Poblador desde: 12/11/2012
Puntos: 1477

Un relato que ya desde el título te avisa de lo que vas a leer, pero me hubiera gustado que no se hubiera mencionado explícitamente a Caperucita y que la relación con el cuento clásico hubiera sido por sí sola innegable. Que el tipo de la camisa a cuadros no era el lobo empezó a quedar claro antes de la sorpresa, en la que el lobo no es otro que el mismísimo Alejo, el hombre perfecto. Gloria me cayó bien desde el principio. Las chicas guapas amantes de los perros siempre me agradan y en ese sentido está bien logrado el personaje, pero creo que la combinación de héroe no reconocido, guaperas malvado y chica adorable no está conseguida del todo. No sé, tal vez por lo evidente que resultan sus verdaderos papeles en la historia. Por otro lado, la convocatoria invitaba a revisitar el cuento de Caperucita Roja y todavía, en todo lo que llevo leído hasta ahora, no había ocurrido, así que bien. Es uno de mis cuentos infantiles preferidos y siempre me gusta leer versiones modernas. Y Alejo mejora mucho como personaje al final, cuando se quita la careta. Que sea o deje de ser un licántropo, para mí, es lo de menos. Tengo entendido que la licantropía como enfermedad mental existe y tenía que mencionarse en algún relato, porque que los hombres lobos den miedo se pasa cuando entiendes que no son reales, pero que un tipo como Alejo exista es mucho más probable e inquietante. Había que explotarlo. De todas formas, cuando dice: Aunque eres un poco menuda. Me va a costar dejarme algo para el día de la transformación deja en el aire una simpática duda sobre su verdadera naturaleza.

En definitiva, un relato al que veo muchos peros, pero que de algún modo ha conseguido atraparme. Y la parrilla del final me parece digna de plagiarse..., aunque no lo voy a hacer, que está muy feo.

4, 25 estrellas

Mírame a los ojos...

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Mzime
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Poblador desde: 01/02/2016
Puntos: 352

Relato conducido a base de diálogos, de muy fácil y agradable lectura, pero que falla un tanto y a mi parecer, en la trama. Sobre todo porque no he podido creerme el final. No he visto los motivos de la maldición de la abuela, ni he conseguido ver a un licántropo que, no solo necesita plan tan rebuscado para zamparse a su presa, sino que además usa cuchillo y la cocina. Ojo: esto lo digo en razón del tema de convocatoria y de la credibilidad del relato. No existiendo esa obligación, el relato ya digo que es ágil y entretiene. Así que si el tema fuera de psicóticos o asesinos, quizá le hubiera valorado en más de las 2,75 estrellas en las que lo hago.  
 

"Si quieres llegar rápido camina solo, pero si quieres llegar lejos camina acompañado", (proverbio masái)..

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epiman157
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Poblador desde: 24/12/2016
Puntos: 60

Sí, los errores de escritura rompen completamente la inmersión, por lo que no puedo disfrutar esta lectura. Por otro lado el tropo de “la caperucita”, por la cantidad de veces que ha sido utilizado, hace más o menos predecibles los giros dado los paralelismos sobre impuestos previamente sobre los personajes.

Le una nota de 2

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Albion
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Poblador desde: 10/12/2014
Puntos: 134

El cuento de Caperucita en un concurso sobre hombres lobo. Bien, correcto, puede dar mucho juego, que se lo digan a Angela Carter. En este caso, se traslada a época contemporánea y la autora lo  combina con el típico asesino en serie. El resultado no está mal, es un relato que se lee fácil, con interes pero que no sorprende en ningún momento. Y es una lástima porque podría haber sido mucho mejor. El final con sus toques truculentos, casi gore, no me ha convencido. El inicio, en cambio, sí me ha parecido interesante, la primera escena con la muchacha, su perro lobo y el presunto acosador tenía muchas posibilidades y creía que iba a ser algo distinto, más imaginativo de lo que al final ha sido el relato. Le doy una puntuación de tres puntos y medio.

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Curro
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Poblador desde: 24/09/2015
Puntos: 1048

Bote dijo:

Un relato que ya desde el título te avisa de lo que vas a leer, pero me hubiera gustado que no se hubiera mencionado explícitamente a Caperucita y que la relación con el cuento clásico hubiera sido por sí sola innegable.

Discrepo con el amigo Bote, creo que es un relato que aprovecha muy bien el título. Las pistas que se van dando son tan evidentes que el lector podría haberse sentido ofendido. No, aquí ya sabes que vas a encontrar una versión de la Caperucita, así que lo que buscas es cuál será el enfoque concreto y la sorpresa final.

Aviso de spoiler.

Me ha encantado el relato. Los personajes son todos arquetipos muy claros (el soltero de oro, la buscona, el pervertido, la abuelita) pero tienen mucha carisma y resultan simpáticos (evidentemente, no de manera literal). Las descripciones someras dan más protagonismo a los diálogos, que son frescos y fluidos, se leen muy bien y llevan el peso de la historia de manera efectiva.

El terror está ahí, asomando desde que aparece por primera vez el perrazo, el supuesto pervertido y el guaperas; queda claro que no todos van a ser lo que parecen pero no qué hay detrás de cada máscara.

El final es el primer fallo que destaco. La veterinaria envía un whatsapp para avisar de que oye, igual me tienes que pegar un toque para hablar de esto, es que tu perro ha comido carne humana. Flipé bastante con eso... Venga ya, ¿cómo sabe que es carne humana? ¿Una de las tajadas tenía un tatuaje que decía Amor de sobrina? ¿Y me lo comunicas por whatsapp porque no te cojo el teléfono? Y luego... Queda claro que Gloria adora a su Lobo. ¿Realmente es creíble que se vaya a retozar con su novio mientras lo operan a vida o muerte?

Y luego todo queda confuso, da la sensación de que el texto tenía ya 2700 palabras y había que terminarlo ya mismo y cómo sea. De repente, demasiada información: la abuela es una bruja, el tío un hombre lobo, el vagabundo un visionario, el perro... un perro normal...

Luego se recupera la coherencia y la prota muere asada a la parrilla, me quedo perturbado y satisfecho.

La segunda pega, como ya se ha señalado, es que toda referencia a la licantropía es una frase que el antagonista pronuncia así de pasada, no sé si es suficiente excusa para presentarlo a este certamen. Se podría haber dado más peso a la duda latente: ¿es el tío un hombre-lobo (a veces lo pongo con guión, otras con espacio; es para confundiros) o simplemente un jodido psicópata caníbal? Quizás quitando toda esa alusión a la abuela bruja (que no se entiende bien) y sembrando mejor el desconcierto, el relato habría cuadrado mejor y habría brillado por su originalidad a la hora de abordar la temática.

 

No sé bien cómo puntuarlo..., así que mejor no puntúo oficialmente. Le daría cuatro estrellas hasta el momento de la consulta veterinaria y lo bajaría a tres estrellas debido a la paranoia final. Y esto valorando el relato como una obra independiente fuera de las bases, porque dudo que se pueda catalogar como cuento de licántropos.

Pero desde luego mi aplauso te lo llevas. Repito una de las primeras frases: me ha encantado. Enhorabuena.

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MauricioPsy
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Poblador desde: 16/01/2017
Puntos: 96

Debo decirlo, tengo debilidad por la reinvensión de los clásicos. Me encanta ver de cuantas maneras los arquetipos presentes en ellas pueden retomarse y amoldarse en una nueva historia conservando su esencia original y creo que la autora lo logra aqui con exito. 

No sé por qué será pero si relacioné de inmediato a Brigida con la "abuela" de Gloria, quizas por qué siempre sospecho de los guaperas de los cuentos y estaba esperando poder decir -Hey! ella no le había dicho el nombre-

La resolución la encontré un poco apresurada eso sí, sobre todo lo relacionado al motivo del psicopata.

Con todo me quedo en 3.75 puntos.

Exito!

-"No está muerto lo que vive eternamente, y en extrañas eras hasta la muerte puede morir"-

H.P.Lovecraft.

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Easton
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Poblador desde: 06/11/2011
Puntos: 416

El relato tiene un in crescendo que te hace terminarlo con un "¡joooooder!". Me ha gustado mucho leerlo y de mitad hacia adelante lo he hecho pegado a la pantalla, queriendo saber el final. Los personajes me parecen buenos y las situaciones bien resueltas y bastante visuales. Me convence y le daría una nota bastante alta pero...

no termino de ver bien la licantropía. No está nada claro que Alejo sea un hombre lobo, más bien es un asesino loco tipo psicópata. Se habla del brillo de su mirada pero no es un indicio suficiente para que el lector crea que puede convertirse en hombre lobo. Por otra parte está lo de la maldición. ¿Cuál es exactamente la maldición? No creo que sea que se puede convertir en hombre lobo, puesto que luego no sucede. Me resulta confusa especialmente esta parte:

Quote:
por eso maldijo al hombre para convertirlo en lobo. Hizo que todo el mundo pensara que estaba loco. Pero no. Él sabía lo que tenía que hacer. Aunque no le dio la gana de seguir sus reglas. No pensaba esperar a la siguiente luna llena.

No sé si son fantasías de Alejo porque está loco y desequilibrado de verdad o realmente iba a pasar algo en luna llena. Por otra parte, él está loco de antes de atacar a la tía-abuela. Por otra parte se hace alusión a una licantropía clínica, que he buscado en internet y he visto que existe, pero sólo se la nombra como posibilidad para el personaje del voyeur y ahí queda todo. Hablando de este personaje, me falta un poco más sobre él (¿cómo sabía que Alejo era peligroso para Gloria? ¿Son sólo celos porque la espía y la ha visto con él o realmente sabe que el otro es un asesino?)

En definitiva: no es que no haya licantropía, pero no hay "la suficiente", en mi opinión (o yo no he sabido verla, también pienso que puede que algo se me escape...). Me faltan dos o tres detalles que afiancen en un sentido o en otro esos detalles que tiene el texto sobre la licantropía.

2,5 estrellas

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Invierno
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Poblador desde: 21/09/2010
Puntos: 903

Juega muy bien con los elementos del cuento. Buenos diálogos, historia bien construida, que se embarulla un poco en su parte final, pero que en general engancha.

Por desgracia también presenta elementos que aportan poco a favor y sí juegan mucho en contra del propio relato: lo confuso de la identidad de Brígida, la mención a la maldición, o esa veterinaria capaz de determinar que la carne es humana. Arreglando un poco lo primero y eliminando de un plumazo el resto, creo que el relato ganaría mucho.

Edit: para añadir, tras leer otros comentarios, que yo sí creo que cumple correctamente el tema de la convocatoria.

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Patapalo
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Poblador desde: 25/01/2009
Puntos: 209184

Una reinterpretación del cuento muy conseguida. Creo, no obstante, que le habría venido bien alguna revisión extra, no por erratas, que prácticamente no hay, sino para evitar algunas repeticiones, reiteraciones y aligerar algún pasaje. La primera frase, por ejemplo, no hace empezar con buen pie.

Me ha gustado mucho cómo juegas con el simbolismo del cuento para retransformarlo. En este sentido el final, si bien lo encuentro efectivo, no me ha llenado tanto: a mi parecer se vuelve demasiado literal y pierde encanto. También creo que se introducen algunos elementos a última hora que no aportan extras (como lo de la brujería), sino que fuerzan la suspensión de incredulidad del lector, que ya tenía más que suficiente con todo lo que llevaba digerido.

En cualquier caso, creo que es un relato que funciona muy bien, y eso que, por regla general, no soy nada amigo de las revisitaciones de los clásicos.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Germinal
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Poblador desde: 08/03/2016
Puntos: 1307

Vale, tiene el hándicap de versionar un cuento por excelencia y es cierto que parece atascarse un poco al principio, pero para mí los diálogos fluyen muy bien, y hacia el final el relato ya te ha atrapado por completo. Lo de la carne humana es de chiste, mejor quitarlo xD

Felicidades por tu relato, como dicen en el Burger King: a la parrilla sabe mejor.

3,5 estrellas

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Angelito
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Poblador desde: 25/12/2013
Puntos: 263

De algún modo, muy suave, me hizo acordar a esas películas de terror para adolescentes de finales de los 90` como Scream y Se lo que hicieron el verano pasado. Sentí que ya me lo habían contado; no el cuento de caperucita, sino el de una chica que está muy buena y conoce a un loquito que al final no era el malo, y a un galán que al final no era el bueno.  Por lo demás, muy bien, salvo detalles como:

 Miró el teléfono. Un Whastapp:

Le estoy cogiendo el gusto a esto de esforzarme…

Alejo. Gloria se rio.

 ¿Quién más podría haberle escrito eso?

3 estrellas

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Angelito
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Poblador desde: 25/12/2013
Puntos: 263

De algún modo, muy suave, me hizo acordar a esas películas de terror para adolescentes de finales de los 90` como Scream y Se lo que hicieron el verano pasado. Sentí que ya me lo habían contado; no el cuento de caperucita, sino el de una chica que está muy buena y conoce a un loquito que al final no era el malo, y a un galán que al final no era el bueno.  Por lo demás, muy bien, salvo detalles como:

 Miró el teléfono. Un Whastapp:

Le estoy cogiendo el gusto a esto de esforzarme…

Alejo. Gloria se rio.

 ¿Quién más podría haberle escrito eso?

3 estrellas

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Bestia insana
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Poblador desde: 02/05/2013
Puntos: 1928

Un relato que se apoya sobre todo en el andamio de diálogos, con poco ropaje alrededor de ellos. Por mi gusto habría agradecido mayor atmósfera, personajes pintados con más detalle, un pincel más fino, pero es innegable que el relato, en su estilo, cumple. La trama, como se ha dicho, provoca dudas (yo tampoco relacioné a Brígida con la abuela). Lo de la parrilla no me lo esperaba, buen golpe.

*** 3 estrellas

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