Hace unas semanas (demasiadas) sugerí abrir hilos específicos para reseñas de cada ejemplar de Calabazas en el trastero. Los objetivos ya los comenté:
- Lograr que las reseñas aparezcan en Google si alguien las busca
- Premiar a los escritores (a mí pocas cosas me animan más que una reseña)
- Hacer que a los foreros les pique el gusanillo y lean más Calabazas (mientras esperan a que el jurado comunique de una vez la lista de seleccionados de la convocatoria de turno o que Patapalo termine de decidirse por una temática para la siguiente)
Empiezo publicando hoy dos reseñas: una muy breve sobre la propia colección y otra sobre el primer volumen, Entierros.
Que conste que es la primera vez que hago algo parecido, espero que el resultado sea más o menos decente. Y desde luego, animo a todos a responder en este mismo hilo con vuestras propias reseñas, cuantas más, mejor.
Y ahora me dejo de rollos y paso a la reseña en sí.
Sobre Calabazas en el trastero
Antes de comenzar a dar mi opinión sobre volúmenes concretos, permitidme una breve (editado: quizás no tanto) introducción a la colección. Está pensada para vosotros, participantes del foro, escritores y por tanto cocreadores en cierto modo de Calabazas en el trastero.
Si habláramos a cualquiera sobre Calabazas, es probable que empezáramos escribiendo algo así como… Es una colección de antologías de relatos de terror escritos en su mayoría por autores aficionados poco conocidos. Después leer estas líneas, muchos la catalogarán mentalmente en el apartado otra más. Sí, en efecto, en nuestro país hay decenas de colecciones similares, no hay más que entrar en escritores.org para darse cuenta de la enorme cantidad de certámenes literarios que animan a los aficionados a enviar sus obras para que estas sean publicadas digitalmente o en papel. Sin embargo, para mí Calabazas se diferencia gracias a dos cualidades.
En primer lugar, seriedad. Escribo esto cuando acaba de publicarse el número 21 de la colección regular, y digo regular porque existen también cuatro ejemplares especiales que se saltan la numeración estándar. El primer número, Entierros, se publicó en diciembre de 2008, han pasado más de siete años desde entonces y se siguen publicando volúmenes de manera constante. Los libros en formato papel tienen una presentación excelente, cuentan con una portada ilustrada siempre estupenda y terroríficamente apropiada y una encuadernación muy resistente. Su tamaño y peso lo convierte en una lectura muy cómoda para el transporte público (sí, esto último es una opinión especialmente personal, ¡viva el formato de bolsillo!). Los pedidos a través de la web de la editorial se gestionan de manera muy profesional y ágil. En general, uno enseguida se da cuenta de que es un proyecto serio en el que se puede confiar como lector y como escritor.
En segundo lugar, calidad. He participado en otras antologías de relatos y, desde mi punto de vista, el nivel de calidad de los relatos que aparecen en Calabazas supera claramente a la media. Sólo he leído diez ejemplares (tengo el firme compromiso de seguir adelante) y me han resultado todos sorprendentemente satisfactorios. Normalmente, cuando cae en mis manos una obra escrita por aficionados, tengo la mala costumbre de comenzar a leerla a la defensiva y con cierta condescendencia, sin grandes expectativas. Sin embargo, con Calabazas rápidamente mi actitud cambia, los tres o cuatro primeros párrafos de cada relato suelen bastar para hacerme olvidar el origen de la obra y sumergirme en la historia como si hubiera sido escrita por Lovecraft, Barker o incluso Bécquer. Esto lo considero muy importante por el simple hecho de que se puede recomendar sin miedo la colección a cualquier aficionado a la literatura de terror, se tiene la certeza de que va a gustar; producirá mayor o menos fascinación, pero gustará.
Creo firmemente en que merece la pena invertir en esfuerzo para sacar a la luz esta colección. No es que pretenda saltar a la fama y forrarme con ella, en realidad yo sólo llevo tres calabazas, pero como escritor tengo esa justa sana medida de vanidad que me hace alzar la cabeza y sacar pecho cuando se alaba mi obra. Me enorgullece mucho leer reseñas sobre Calabazas en el trastero, incluso las que se hacen sobre números en los que no he participado (la inmensa mayoría), aunque sea para poder decir: “Eh, esa colección es guay, claro que sí, y yo tengo un relato en el número dos…”.
Tienes razón. ¡Qué carajo! Hablemos del Calabazas (¿o era del "mineralismo" ?) . Estoy leyendo todos los Calabazas desde el principio y, aunque hay algunos altibajos, en general el nivel es muy constante. Si analizamos los autores, muchos de los que participaron en los primeros números, ahora son un referente dentro del terror. Por ejemplo, en el número uno y, sin menospreciar a nadie y reconociendo que su relato no es de los que más me gusta de la colección, participó, nada más y nada menos, que Juan de Dios Garduño, en el que se ha interesado hasta Hollywood. Pero no podemos olvidar a muchos otros que no quiero enunciar para no desmerecer a nadie.
El éxito del Calabazas aparte de la continuidad de un puñado de autores, está en la renovación continua. Aunque la mayoría de los autores de los inicios (ya digo que no todos, tú, por ejemplo, no) parace que han abandonado la colección, no paran de aparecer autores nuevos que, como mínimo, son iguales o muy parecidos en calidad a los antiguos que continuan o que ahora se dedican a otros proyectos. Fíjate su relevancia que se hace una referencia a la colección en el libro Historia Natural de los cuentos de miedo de Rafael Llopis.
Bastante inútil