Poseyendo a César

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Dr. Ziyo
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César se despidió de sus amigos en la puerta de la calle. Se le veía serio y preocupado, incluso asustado, en contraste con ellos, que se marcharon riéndose y comentando la experiencia que habían vivido en su habitación.

Sus padres estaban fuera y tenían la casa a su disposición. Quedaron en pasar la tarde allí, y tal vez cenar algo antes de irse por ahí de fiesta. Empezaron a beber y a fumar porros y a reírse de todo y de todos. Y en medio de las risas alguien propuso hacer una Ouija.

César se preguntó por qué les había dejado hacerlo. Él se había opuesto, no le gustaban esas cosas, pero Gorka, que cuando se lo proponía podía ser tremendamente gilipollas, se había burlado de él, llamándole “gallina” y cosas por el estilo. El caso es que al final dio la batalla por perdida y los cinco se sentaron alrededor de su escritorio, sobre el cual el tablero con las letras del alfabeto y un vaso de cristal parecían estar esperándoles.

La sesión de Ouija podía comenzar.

Entre risas –no las de César–, habían comenzado aquella tremenda estupidez. Cinco dedos índice se habían apoyado en el vaso de cristal, que estaba boca abajo, como debía ser, y Sebas, con su voz ligeramente aflautada, había lanzado al aire de la habitación la consabida fórmula: “Si hay alguien ahí, que se manifieste”. Y luego añadió: “Por favor”, lo cual tuvo el efecto de provocar las risas de los otros, menos de César. Él no soltó una sola risa aquella tarde. En realidad, no volvió a reír jamás.

–¡Chisssst! –mandó callar Sebas a sus amigos–. Si estamos de cachondeo no va a venir ningún espíritu.

Más risas sucedieron a aquel comentario, pero finalmente se extinguieron y logró hacerse el silencio. Los cinco adolescentes mantenían sus dedos sobre el vidrio, esperando.

–¡Joder! Esto es un rollo y una mierda como una casa –dijo Pau tras unos minutos sin que pasara nada–. Además, todos sabemos que el vaso se mueve por impulsos inconscientes de los músculos de la mano.
–¡Calla, Pau! ¿Así cómo quieres que pase algo? –dijo Sebas algo molesto.
–Pau tiene razón, Sebas. El vaso lo mueven sin querer los que participan en la Ouija –medió Cristian.
–¿Ah, sí? Muy bien, listillos –dijo Sebas–. Es vuestra opinión, pero ahora vamos a comprobarlo, ¿vale?
–Claro que sí –animó Gorka–. A no ser que haya algún gallina que no quiera continuar.

Lo dijo mirando burlón a César, que hizo como si no lo hubiera escuchado y mantuvo la vista fija en el tablero. Estaba inquieto y nervioso.

Volvieron a quedarse en silencio y Sebas, por si acaso, volvió a lanzar al aire la invitación a que se presentara algún espíritu. Hubo otro par de minutos más sin que hubiera el más mínimo movimiento del vaso.

–¿Veis lo que digo? –preguntó Pau–. Nada, una mierda como u...

No terminó de decir la frase porque en ese momento arrancó de nuevo con un brusco movimiento.

Hubo un grito unánime a causa del susto provocado por el “despertar” del vaso. Todos separaron sus dedos de él, pero una vez recuperados de la sorpresa, Sebas soltó una carcajada triunfal y volvieron de nuevo a la carga.

–¿Quién eres? –preguntó.

El vaso se agitó brevemente y a continuación empezó a deslizarse por el tablero.

“Espíritu”, fue la palabra resultante.

–Anda, mira qué bien, pero si es un espíritu –dijo Gorka burlón–, yo pensaba que era una tortuga ninja.
–¡Calla, coño! –le reprendió Cristian.

Sin hacer caso de la interrupción, Sebas preguntó:

–¿Qué clase de espíritu? ¿Puedes explicarte?

De nuevo el vidrio arrancó con brusquedad y comenzó a unir letras.

“Uno de los malos”, fue la frase que se formó, al mismo tiempo que una ráfaga de viento gélido se escurrió entre ellos.

César dio un respingo y apartó el dedo del vaso.

–¡Pero tío, no quites el dedo! –exclamaron todos a la vez.

Pero no hizo falta que César uniera sus dedos a los de ellos, porque antes de poder hacerlo, el vaso empezo un baile frenético sobre el tablero y en menos de cinco segundos compuso una nueva frase.

“Uno de los peores”.

Los ojos de César se agrandaron como si quisiera dejar entrar en ellos toda la luz del mundo.

–¡Basta! –exclamó, visiblemente asustado– Esto no tiene ninguna gracia. ¿Es que no habéis notado ese viento helado hace un momento?
–Claro que la hemos notado –respondió Gorka–. Ya ves, un poco de aire frío que habrá entrado por cualquier ventana y tú te asustas.
–Lo que tú digas, pero como la casa es mía, digo que lo dejemos ya. Y punto –dijo César tajante.

De mala gana levantaron sus dedos del vaso. César casi esperaba que empezara a moverse solo, pero se quedó en su sitio, como debía ser.

–Vale, cortarrollos, ya lo hemos dejado. ¿Contento? –dijo Sebas.

Pero César no estaba nada contento, en absoluto. Le hubiera gustado no empezar aquello, pero ahora ya no tenía remedio.

–Bueno –dijo Cristian–, pues si hemos acabado, recogemos el tablero... y rompemos el vaso.
–Es verdad –comentó Pau–. Se dice que hay que romperlo para que los espíritus que hayan acudido no se queden atrapados dentro. Podría ser malo.
–Vale, pues ya lo rompo yo –dijo César enseguida.

Fue a buscar un trapo para envolver el vaso y un martillo para golpearlo. Cuando regresó, sus amigos fumaban y bebían como si fueran a batir una plusmarca. César miró el vaso con aprensión  y lo cogió para envolverlo y darle un martillazo. Cuando su mano rozó el cristal sintió una desagradable sensación que comenzó en la yema de los dedos y se propagó por todo su cuerpo. Asustado, lo envolvió con rapidez en el trapo y le descargó un martillazo con tantísima fuerza que hizo temblar el escritorio.

–¡Eeeeh! Tranquilo, que se trata de romper el vaso, no la mesa entera –dijo Pau.

Todos rieron menos César, que no hizo caso del comentario y era incapaz de apartar la mirada del trapo con los pedazos de cristal roto.

Habría jurado que en el momento exacto de romper el vaso había escuchado una risa siniestra. Una risa que al parecer, ninguno de sus amigos había percibido.

–¿No habéis oído una risa? –preguntó sin dejar de mirar el trapo.
–Sí, claro, las nuestras –respondió Gorka, y esa respuesta desencadenó más risas.
–Venga, César, no te ralles, tío. Son imaginaciones tuyas –sentenció Cristian.

César lo miró, deseando que lo fueran, y deseando que aquello que se había manifestado allí no fuera un espíritu maligno.

Y no lo era. Era algo peor.

Cinco meses después.

César se retuerce boca arriba en su cama, arqueando la espalda de tal manera que sus huesos crujen y parece que vaya a romperse la columna. Se sacude tan violentamente que la cama se desplaza casi veinte centímetros de su sitio. Emite ruidos guturales, animalescos, y la voz ronca que sale de su garganta es antinatural y terrorífica. Su cara se ve grotescamente deformada y sus ojos son dos ascuas verdeamarillentas que destilan una enorme maldad. El agua bendita arrojada sobre su cuerpo sisea como si hubiera caído sobre unas brasas y provoca que pequeñas nubes blanquecinas se eleven desde varios puntos en su piel.

De repente, el cuerpo de César deja de convulsionarse, se desploma sobre la cama y la calma reina por unos segundos. Su cara se transfigura y de pronto vuelve a ser la de un chaval; un chaval cuya voz pide ayuda de forma desgarradora.

–¡Papá, mamá, ayudadme, por favor! ¡Por favor, ayudadmeeeeeee!

Y de pronto el cuerpo se tensa de nuevo. La voz gutural y cavernosa vuelve a tomar el control, emitiendo una ronca y malévola carcajada. El cuerpo del adolescente empieza a agitarse como un muñeco en manos de un niño.

Sus padres, Reme y Carlos, lo observan todo desde el umbral de la puerta, acompañados del Padre Carrión, el encargado de realizar el exorcismo y el que le ha rociado con agua bendita. El Padre Carrión tiene casi ochenta años y es uno de los mejores exorcistas del país, con numerosas intervenciones llevadas a cabo con éxito. Lleva ya casi una semana intentando liberar al chico del demonio que lo posee, pero éste se ha revelado como un enemigo formidable y debe emplearse a fondo con el Rituale Romanum para echarlo fuera de su  cuerpo.

Su madre llora amargamente y aprieta la mano de su marido con fuerza. Carlos se aguanta las lágrimas como puede mientras contempla el sufrimiento de su hijo con una mezcla de enorme pena y amor hacia él y de odio inmenso hacia la criatura que lo posee desde hace meses.

Por su casa han desfilado en vano médicos, psicólogos y psiquiatras. Ninguno de ellos les sirvió de ayuda y sus padres se convencieron de que la medicina no podía darles la solución al problema que tenía su hijo. Era necesario buscar ayuda en otra parte. Y así es como llegaron hasta el Padre Carrrión, que ahora mismo está contemplando al endemoniado pensando en el siguiente paso que debe dar.

César está ahora de rodillas en la cama cuando de pronto echa el cuerpo hacia atrás, doblándose de tal modo que lograr asomar la cabeza entre sus piernas, como si fuera un contorsionista. La habitación se llena del sonido de huesos, tendones y músculos forzándose al máximo. En esa posición parece reptar de espaldas por la cama hasta topar con la pared. Pero no se detiene ahí, como una mosca humana, trepa por la pared y finalmente llega al techo. Allí se despliega hasta ponerse en posición horizontal y los observa con expresión de maligna diversión.

Reme y Carlos se abrazan, absolutamente horrorizados. El chico está pegado al techo, de cara a ellos. Su rostro animalesco, malvado, les mira ahora con burla y desprecio a través de sus terroríficos ojos. Entonces se escucha un ruido que suena como un crujir de huesos y ambos progenitores asisten perplejos a un espectáculo terriblemente perturbador. De repente, las piernas, los brazos, el tronco y el cuello de César empiezan a elongarse de manera imposible, más de quince centímetros. Terminada la anormal elongación, el ser que habita en César sonríe malévolo.

-Ya sabéis que a estas edades los chicos pegan un estirón -dice soltando una horrísona risotada.

El Padre Carrión extrae de su maletín negro un crucifijo de madera de unos treinta centímetros de alto con un Jesucristo de plata clavado a él. Sin hacer caso a los terribles insultos del demonio que ha usurpado el cuerpo del joven, se dirige a la pared que hay enfrente de la cama. Allí descuelga una foto de César con sus padres y cuelga el crucifijo en su lugar.

La criatura dentro del muchacho observa la cruz con gesto divertido, se deja caer sobre la cama y empieza a blasfemar sin pausa, a volumen ensordecedor. Cuando por fin calla, el crucifijo empieza a repiquetear en la pared, al principio despacio, pero luego con mayor velocidad. Entonces se detiene y súbitamente comienza a girar en círculo, yendo cada vez más y más rapido. César está de cuclillas sobre su cama, dando saltos de aparente alegría. La temperatura se vuelve gélida allí adentro. Las cortinas se agitan, los libros tiemblan en las estanterías, las luces fluctúan, las puertas de la habitación y de los armarios se abren y cierran con estruendo. La mesita de noche se zarandea como si encerrara dentro un animal salvaje. La tensión es insoportable y Reme estalla:

–¡BASTA, POR EL AMOR DE DIOS!

Y entonces todo se detiene. Cesa todo movimiento y sonido y por un momento reina una tranquilidad sobrenatural que es casi más perturbadora que todo lo anterior.

En medio del silencio empieza a escucharse un sonido metálico, como algo que se retuerce. Carlos, Reme y el sacerdote desvían su mirada hacia la fuente del sonido y comprueban que proviene del crucifijo, que se había detenido boca abajo. Atónitos, comprueban cómo la cabeza del Cristo de plata está girando sola. Completa un giro de trescientos sesenta grados y se detiene. Entonces se desprende del cuerpo y cae al suelo, rebotando y emanando sangre.

En ese momento toda la actividad febril que se había desplegado hace unos momentos se recrudece con furia. César, riendo como un salvaje, da grandes saltos de cuclillas sobre la cama, que también salta al mismo tiempo arriba y abajo como si fuera un potro desbocado, golpeando el suelo con fuerza. Las cortinas se agitan rabiosas y golpean el techo. Las luces comienzan un baile demencial y los libros salen disparados de las estanterías mientras las puertas baten con fuerza atroz. La mesita de noche cae al suelo con los cajones abiertos de par en par, empujada por una fuerza que semeja un viento que ruge de forma horrible. La cacofonía resultante obliga a los tres adultos a taparse los oídos con las manos. Entonces la lámpara del techo estalla y la puerta de la habitación se cierra con estruendo. La oscuridad cae de repente sobre todos ellos.

Reme suelta un alarido de pavor, abrazándose más fuerte aún a Carlos, y entonces se escucha la voz del Padre Carrión, intentando hacerse oír por encima del infernal ruido.

–¡Intente aguantar, Remedios! ¡Voy a tratar de alcanzar la linterna que llevo en el maletín!

Y en ese momento se hace de nuevo un silencio sepulcral que pone los pelos de punta.

Carlos y Reme escuchan los movimientos del Padre Carrión trasteando en su maletín, pero no se escucha ningún otro sonido aparte de su propia respiración tensa y agitada.

Un haz de repentina luminosidad les hace saber que el Padre Carrión ha encontrado su linterna. La enfoca hacia ellos preguntándoles si están bien. Ellos asienten, exhalando nubes de vaho a través del haz de luz. El sacerdote enfoca entonces la luz hacia César.

La escena que ilumina la linterna es obscena y sobrecogedora, y los tres a la vez lanzan una exclamación de horror. El demonio que controla el cuerpo de César le ha hecho desnudarse por completo. Está de rodillas sobre la cama y todo él es huesos y piel; piel de un color blanquecino atravesada por cientos de venas azuladas y mumerosas marcas amoratadas. Parece el cadáver de alguien que haya muerto golpeado. Pero hay algo más sobrecogedor aún: se está masturbando ferozmente mientras los mira con expresión de diversión salvaje.

¿Os gusta el espectáculo, papis? –dice dirigiéndose a sus padres, y su madre se pregunta cómo una voz así puede surgir de una garganta humana sin causarle daños–. Vuestro hijo tiene un buen rabo, os lo digo yo que soy un demonio y entiendo de eso, ja, ja, ja.

Reme no puede soportarlo más y se desmaya en brazos de Carlos, que la deposita despacio en el suelo y se dirige al cura con desesperación.

–Deténgalo. ¡Detenga esto, por el amor de Dios!

El Padre Carrión, a pesar de su dilatada experiencia, está impresionado por la demostración de poder de aquel demonio. Logra recomponerse, se dirige hacia el crucifijo de la pared y lo descuelga, regresando veloz a los pies de la cama. En ese momento el demonio invasor lanza un grito gutural al tiempo que César eyacula un gran chorro de semen sobre las sábanas.

El sacerdote compone una mueca de asco y levanta el crucifijo con ambas manos frente a él al tiempo que comienza a rezar en latín con voz atronadora, exhortando al demonio a abandonar el cuerpo del chico. El ente que ahora es César coge con sus dedos el semen derramado en las sábanas y se lo arroja a la cara al cura. Grandes goterones golpean en los cristales de sus gafas, en sus mejilas y caen en su boca. El Padre Carrión, asqueado, escupe en el suelo, a punto de vomitar.

El demonio parece disfrutar muchísimo con su acción y aplaude y ríe como un loco.

¿Qué te ocurre, cura? –le pregunta burlón– ¿Acaso no está bueno? No es eso lo que le decías a Laura. ¿Te acuerdas de Laura?

El Padre Carrión se tensa de inmediato al escuchar ese nombre y el crucifijo tiembla en sus manos.

–¡Cállate! –le ordena.
–Sí, Laura, esa niña de trece años a la que violaste sistemáticamente durante meses cuando eras joven, obligándole a que te comiera la polla. Le decías que le gustaría, que estaba bueno. ¿Recuerdas?

No puede ser. Es imposible que sepa eso. Es su secreto, algo que ocurrió hace cincuenta años.

–¡Cállate, maldito! –ordena una segunda vez, visiblemente alterado y furioso.
Y recuerdas lo que pasó con ella, ¿verdad? Acabó suicidándose. Por tu culpa, cura. Por no poder soportar lo que le hacías. Y lo peor de todo es que no fue la única, ¿eh?

Entonces levanta la cara y desencaja la mandíbula, abriendo la boca de manera desmesurada, imposible, y lanza otra de sus horribles carcajadas.

–¡CÁLLATEEEEEEEEEE! –vocifera rojo de ira y totalmente fuera de sí el sacerdote. Alza el crucifijo con ambas manos por encima de su cabeza y lo hunde con todas sus fuerzas en la boca abierta del demonio/César.

César se sacude con violencia, vomitando sangre con la cruz empotrada en su garganta. Ahora su rostro es realmente el suyo, no hay rastro del demonio.

Carlos comprende con absoluto pánico que su hijo está agonizando. Con un espeluznante grito de rabia se lanza sobre el sacerdote y le agarra el cuello con ambas manos, apretando hasta que le destroza la tráquea. El Padre Carrión se desploma al mismo tiempo que César.

Justo entonces Reme se despierta. Parece aturdida. Se levanta del suelo y contempla primero a su hijo muerto, luego al sacerdote inerte y finalmente a su marido.

Carlos se acerca y se abraza llorando a ella, pero de repente Reme le empuja con fuerza sobrehumana contra la pared y su cabeza revienta con un escalofriante sonido acuoso. Antes de dejar este mundo, el agonizante Carlos puede observar con mayúsculo horror el rostro de su mujer.

Sus ojos refulgen como dos ascuas verdeamarillentas.

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En cuanto a lo formal, y si al autor le parecen asuntos de interés, problemillas aquí y allá con los signos de puntuación, en concreto las comas; el "padre Carrión" con mayúscula al referirse a su cargo sacerdotal; el "Rituale Romanum" sin cursiva; el uso de adverbios terminados en "-mente" que evitan que el autor se obligue a narrar mejor; bastantes casos de adjetivación innecesaria o forzada; además tiende al abuso de la "y" en las partes descriptivas.

En cuanto al estilo, al comienzo el texto peca de dar muchos detalles de necesidad dudosa, maneja el idioma con limitaciones y da la sensación, al menos a este lector, de rigidez y poco dinamismo. Después, cuando trae la trama al presente, se mueve por escenarios vistos muchas veces, insiste en una escalada de supuesta truculencia y peca de dar la carga emocional servida con adjetivos al lector en lugar de que sea él mismo quien la valore. 

En cuanto al fondo, hay posesión; narrada mediante escenas vistas muchas veces en lo general, tópicos al respecto por todas partes y momentos explícitos de postal sobre el asunto, eso sí.

Mi calificación es 2,5 estrellas.

Ceterum censeo Carthaginem esse delendam... ;oP

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Olethros dijo:

En cuanto a lo formal, y si al autor le parecen asuntos de interés, problemillas aquí y allá con los signos de puntuación, en concreto las comas; el "padre Carrión" con mayúscula al referirse a su cargo sacerdotal; el "Rituale Romanum" sin cursiva; el uso de adverbios terminados en "-mente" que evitan que el autor se obligue a narrar mejor; bastantes casos de adjetivación innecesaria o forzada; además tiende al abuso de la "y" en las partes descriptivas.

En cuanto al estilo, al comienzo el texto peca de dar muchos detalles de necesidad dudosa, maneja el idioma con limitaciones y da la sensación, al menos a este lector, de rigidez y poco dinamismo. Después, cuando trae la trama al presente, se mueve por escenarios vistos muchas veces, insiste en una escalada de supuesta truculencia y peca de dar la carga emocional servida con adjetivos al lector en lugar de que sea él mismo quien la valore. 

En cuanto al fondo, hay posesión; narrada mediante escenas vistas muchas veces en lo general, tópicos al respecto por todas partes y momentos explícitos de postal sobre el asunto, eso sí.

Mi calificación es 2,5 estrellas.

Creo que los problemillas con las comas los tenemos todos ejn general, y eso que me fijo muchísimo en dónde las pongo. De todos modos, pienso que hay algunas comas que admiten cambios de posición según la intención del autor al construir la frase.

Lo del "padre Carrión" con mayúscula lo puse en principio con minúscula, pero buscando en Google vi que a ciertos sacerdotes conocidos se les nombraba con su cargo en letra mayúscula, por ejemplo, y lo escribo tal cual lo leí "Padre Pío" y pensé que debía escribirse así, pero si estoy equivocado me gustaría saberlo.

Lo del "Rituale Romanum" es algo que me da especial rabia, porque en el texto original lo tengo en cursiva, como hago siempre con palabras extranjeras, pero al pasarlo aquí, y a pesar de haberlo repasado entero, se me ha pasado. No sabes la rabia que me da que me pasen estas cosas y más después de la cantidad de veces que he repasado el texto.

En cuanto a lo que comentas de que me muevo por escenarios vistos muchas veces, en este relato no he buscado la originalidad, sino presentar una posesión diabólica clásica, con todos sus tópicos, que al fin y al cabo son los que definen este tipo de posesiones, pero intentando aportar un final algo diferente.

Por cierto no comprendo eso  de que "al principio el texto peca de dar muchos detalles de necesidad dudosa". Si me pudieras poner algún ejemplo, te lo agradecería.

En cuanto al uso de adverbios acabados en "-mente", te copio parte de un comentario mío en el hilo "Offtopic: La casa de los locos".

"¿pero qué os pasa con esa tirria a la utilización de adverbios acabados en "mente" y de gerundios? ¿Hay ahí algún tipo de trauma o qué?no

A ver, tanto ese tipo de adverbios como los gerundios son palabras de nuestro idioma, como puede serlo cualquier otra. Y como cualquier otra, abusar de ellas puede quedar mal, pero igual de mal que si utilizamos en abuso diminituvos acabados en "ito", porque acabaremos hablando como Flanders, el de Los Simpson."

Por otro lado, he sido muy consciente de cuando he empleado la conjunción "y" demasiadas veces seguidas, pero es algo que está hecho adrede y creo que no lo he hecho más que en una frase. Concretamente, en "Empezaron a beber y a fumar porros y a reírse de todo y de todos", y lo hago como una manera de enfatizar las acciones de los chavales. Quizás no a todo el mundo le parezca bien, pero yo lo hice así porque lo vi adecuado.

Gracias por tu puntuación y comentarios.
 

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Formalmente correcto, es este relato un clásico relato de posesión clásica. El hilo narrativo es bueno –menos interesante en el prerrelato de la Ouija- y va incrementándose paulatinamente. La atmósfera está muy conseguida, por típica que sea, y posesión ni que decir tiene…
No obstante, yo creo que al conjunto del relato le perjudica tantos fuegos de artificio al final. Se me antojaron excesivos. La muerte del joven está justificada pues se usa como cebo para perder al sacerdote y la de este porque se usa para perder la del marido, pero la de la esposa es gratuita y el poseedor no gana su alma con la muerte.

En su conjunto, yo le doy un valor de tres estrellas a este relato tan ortodoxo.

"Si quieres llegar rápido camina solo, pero si quieres llegar lejos camina acompañado", (proverbio masái)..

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Hay que ser muy valiente, después de lo que ha caído, para meter un gerundio en pleno título :). Aparte de eso, el título es feo (me hizo pensar en una de romanos:). Dos palabras me han chocado del texto, elongar y horrísono, que no pegan con el resto, más llano, como si fueran dos palabras recién aprendidas (la primera no la conocía, significa alargar, y esta la conocemos todos). Luego hay otras que se deberían evitar en un relato de terror, para empezar “terror” y compañía (terrible, terrorífico, aterrador) y dejar que sea el lector quien las ponga. El estilo es enfático, mayúsculo :). El demonio, del montón, después de todo.

2,5 estrellas

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Olethros dijo:

 el uso de adverbios terminados en "-mente" que evitan que el autor se obligue a narrar mejor.

Se me olvidó comentar la razón principal de haber escrito estos adverbios, no todos, pero sí algunos. Mi relato roza las 3000 palabras límite. Si en vez de decir "brevemente" digo "con brevedad" o "de manera breve", estoy añadiendo palabras que me pueden hacer sobrepasar ese límite. Teniendo en cuenta que hay varios adverbios así, termino añadiendo diez o doce palabras más al relato, por lo cual me veo obligado a ponerlos, aparte de lo ya comentado de que yo no veo que esos adverbios (usados en su justa medida) "molesten" al aspecto de un relato, aunque repito que es opinión personal.

A lo mejor alguien podría argumentar que habría podido recortar palabras por otro lado y así cambiar dichos adverbios, pero el problema es que el relato está cortado y recortado veinte veces para poder caber dentro de ese límite de palabras.

A tu favor debo decir que, repasando el relato, he visto que he empleado más de los que hubiera jurado que había empleado, ya que pensaba que había puesto cinco o seis nada más, pero como digo, si los sustituyo como he explicado, me paso de las 3000 palabras.

Intentaré en siguientes relatos no usarlos tanto. Si tengo espacio, buscaré alternativas.

Un saludo.

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Mzime dijo:

Formalmente correcto, es este relato un clásico relato de posesión clásica. El hilo narrativo es bueno –menos interesante en el prerrelato de la Ouija- y va incrementándose paulatinamente. La atmósfera está muy conseguida, por típica que sea, y posesión ni que decir tiene…
No obstante, yo creo que al conjunto del relato le perjudica tantos fuegos de artificio al final. Se me antojaron excesivos. La muerte del joven está justificada pues se usa como cebo para perder al sacerdote y la de este porque se usa para perder la del marido, pero la de la esposa es gratuita y el poseedor no gana su alma con la muerte.

En su conjunto, yo le doy un valor de tres estrellas a este relato tan ortodoxo.

Creo entender que dices que la esposa muere. Si es así, me temo que estás equivocado porque en ningún momento se dice que muera, sino que es ella ahora la posesa, con lo cual el poseedor lo único que hace es cambiar de "recipiente".

Gracias por tus comentarios y tu puntuación.

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Bestia insana dijo:

Hay que ser muy valiente, después de lo que ha caído, para meter un gerundio en pleno título :). Aparte de eso, el título es feo (me hizo pensar en una de romanos:). Dos palabras me han chocado del texto, elongar y horrísono, que no pegan con el resto, más llano, como si fueran dos palabras recién aprendidas (la primera no la conocía, significa alargar, y esta la conocemos todos). Luego hay otras que se deberían evitar en un relato de terror, para empezar “terror” y compañía (terrible, terrorífico, aterrador) y dejar que sea el lector quien las ponga. El estilo es enfático, mayúsculo :). El demonio, del montón, después de todo.

2,5 estrellas

Tengo que confesar que, aunque me das mucha caña, me has hecho gracia con tus comentarios.no

Lamento que no te guste el título, pero es que me pasó una cosa con este relato que no me había pasado nunca hasta ahora y es que no tenía ni idea de cómo llamarlo. Le puse como tres o cuatro títulos distintos hasta que di con el que me pareció mas apropiado. Y sí, lleva gerundio, porque yo lo valgo, jejeje. blush

Te puedo asegurar (incluso jurar con la Biblia en la mano si hace falta no) que ni elongar ni horrísono son dos palabras que acabe de conocer. Además, creo que elongar es el verbo más adecuado en este caso.

Pues vaya, ¿así que en un relato de terror se tienen que evitar ese tipo de palabras como terror y derivados? Pues es como si escribo un libro de cocina y no digo cocinar, cocinado o cocina, ¿no? No sé, lo veo algo extraño.

Lo de "el demonio, del montón" me ha parecido gracioso. La verdad es que no sé si a este demonio le gustaría saber que opinas eso sobre él. Ten cuidado, porque igual se enfada y te posee, jeje.laugh

Gracias por tus comentarios y por tu puntuación.

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Molu
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Prosa fluida en su sencillez, que por momentos se vuelve simple. Aclaro: El protagonista es un adolescente por lo que el tono directo y sencillo le va bien, pero el narrador también se contagia de ese tono. Parece que todo lo contara un amigo de él u otro muchacho. Sin embargo esto no se deduce del relato. Por otro lado, el autor acostumbra hacer que el narrador nos dé su opinión sobre las cosas, o sea que nos brinde conceptos ya digeridos. Es como si se subestimara la capacidad del lector, al que hay que aclararle qué es terrorífico y qué no. Ejemplos de esto abundan: "habían comenzado aquella tremenda estupidez"; " la voz ronca que sale de su garganta es antinatural y terrorífica"; "sus ojos son dos ascuas verdeamarillentas que destilan una enorme maldad"; etc.
No digo que este recurso sea errado; tan sólo que a mí no me gusta. Me parece que niega al lector mucha información. ¿Qué sería una "voz terrorífica"? ¿Ja, ja, ja? ¿Ji, ji, ji? ¿O Ju, ju ju? Porque el otro día escuché a Donald Trump riéndose después de un discurso y yo me sentí en presencia del maligno. ¿El muchacho se rió como Donald Trump? ¿Se entiende lo que quiero decir? Me parece que empobrece la prosa. Pero ya lo he dicho: es un gusto personal.
En cuanto a la trama sin duda hay posesión. Pero no hay sobresalto. Es la descripción de un exorcismo. Hubiera esperado un giro final (otro gusto). Por otro lado, no entiendo la intención del demonio. ¿Cinco meses poseyendo a un muchacho para llevarse a un cura que ya estaba perdido? ¿No le serviría en mayor medida al demonio que ese cura pedofilo siguiera vivo? El mensaje final parece un tanto infantil: No juegues con la ouija porque el demonio te va a poseer y vas a morir. 
No me molestan demasiado los adverbios terminados en "mente". Estoy de acuerdo contigo de que son palabras y es lícito usarlas como cualquier otra palabra, sin excesos. Pero el relato, en su totalidad, me parece muy simple a pesar de estar bien escrito. Está escrito en un tono adolescente y parece estuviera dirigido a un público adolescente. Con tristeza (tristemente) disto de ello, por lo que debo bajarle algún punto.
Espero el autor acepte la crítica constructiva.
2 estrellas.

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Mzime
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Dr. Ziyo dijo:

Mzime dijo:

Formalmente correcto, es este relato un clásico relato de posesión clásica. El hilo narrativo es bueno –menos interesante en el prerrelato de la Ouija- y va incrementándose paulatinamente. La atmósfera está muy conseguida, por típica que sea, y posesión ni que decir tiene…
No obstante, yo creo que al conjunto del relato le perjudica tantos fuegos de artificio al final. Se me antojaron excesivos. La muerte del joven está justificada pues se usa como cebo para perder al sacerdote y la de este porque se usa para perder la del marido, pero la de la esposa es gratuita y el poseedor no gana su alma con la muerte.

En su conjunto, yo le doy un valor de tres estrellas a este relato tan ortodoxo.

Creo entender que dices que la esposa muere. Si es así, me temo que estás equivocado porque en ningún momento se dice que muera, sino que es ella ahora la posesa, con lo cual el poseedor lo único que hace es cambiar de "recipiente".

Gracias por tus comentarios y tu puntuación.

Cierto: las prisas por acabar, seguramente. Era el último. De todas formas, no semodifica mi visión general del relato, ni en lo que se refiere a la escabechina final, pero sí en cuanto a la justificación de todas las muertes, pues a todas las almas se lleva... 

"Si quieres llegar rápido camina solo, pero si quieres llegar lejos camina acompañado", (proverbio masái)..

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Molu dijo:

Prosa fluida en su sencillez, que por momentos se vuelve simple. Aclaro: El protagonista es un adolescente por lo que el tono directo y sencillo le va bien, pero el narrador también se contagia de ese tono. Parece que todo lo contara un amigo de él u otro muchacho. Sin embargo esto no se deduce del relato. Por otro lado, el autor acostumbra hacer que el narrador nos dé su opinión sobre las cosas, o sea que nos brinde conceptos ya digeridos. Es como si se subestimara la capacidad del lector, al que hay que aclararle qué es terrorífico y qué no. Ejemplos de esto abundan: "habían comenzado aquella tremenda estupidez"; " la voz ronca que sale de su garganta es antinatural y terrorífica"; "sus ojos son dos ascuas verdeamarillentas que destilan una enorme maldad"; etc.
No digo que este recurso sea errado; tan sólo que a mí no me gusta. Me parece que niega al lector mucha información. ¿Qué sería una "voz terrorífica"? ¿Ja, ja, ja? ¿Ji, ji, ji? ¿O Ju, ju ju? Porque el otro día escuché a Donald Trump riéndose después de un discurso y yo me sentí en presencia del maligno. ¿El muchacho se rió como Donald Trump? ¿Se entiende lo que quiero decir? Me parece que empobrece la prosa. Pero ya lo he dicho: es un gusto personal.
En cuanto a la trama sin duda hay posesión. Pero no hay sobresalto. Es la descripción de un exorcismo. Hubiera esperado un giro final (otro gusto). Por otro lado, no entiendo la intención del demonio. ¿Cinco meses poseyendo a un muchacho para llevarse a un cura que ya estaba perdido? ¿No le serviría en mayor medida al demonio que ese cura pedofilo siguiera vivo? El mensaje final parece un tanto infantil: No juegues con la ouija porque el demonio te va a poseer y vas a morir. 
No me molestan demasiado los adverbios terminados en "mente". Estoy de acuerdo contigo de que son palabras y es lícito usarlas como cualquier otra palabra, sin excesos. Pero el relato, en su totalidad, me parece muy simple a pesar de estar bien escrito. Está escrito en un tono adolescente y parece estuviera dirigido a un público adolescente. Con tristeza (tristemente) disto de ello, por lo que debo bajarle algún punto.
Espero el autor acepte la crítica constructiva.
2 estrellas.

No tengo ningún problema en aceptarla. Soy consciente de que mi relato es mejorable, sobre todo ahora que me lo estáis haciendo ver.

Por lo que se ve, doy demasiada información. Lo que yo tomo como una descripción detallada para intentar meter al lector en el relato, remarcando detalles como ese mencionado "ojos que son dos ascuas verdeamarillentas que destilan una enorme maldad", se percibe como innecesario o directamente sobrante. Es evidente que yo no lo veo así, si no, no lo hubiera escrito así. ¿Queda mejor decir "sus ojos destilan maldad"? Yo lo veo pobre, la verdad.

Me sorprende que te preguntes qué es una voz terrorífica, aunque el ejemplo de Donald Trump me ha parecido muy gracioso. ¿Qué es una mirada terrorífica? ¿O un lugar terrorífico? Pues sin duda algo que vemos, escuchamos o sentimos que nos causa profundo terror, tal y como se supone que debe ser la voz de un demonio, y más si tenemos en cuenta que la están escuchando unos padres asustados en boca de su propio hijo.

En cuanto a la intención del demonio, no me lo había planteado, pero un demonio vive por y para el mal, por lo tanto, me parece lógico que se tire atormentando meses al chico y que luego, tal vez cuando se cansa de jugar, decida cabrear al cura a ver lo que ocurre. Total, él sale ganando siempre, mientras no lo echen del cuerpo de César.

Siento que el relato te parezca estar escrito en tono adolescente, no era mi intención y en ese aspecto parece que he fallado, aunque no sé si habrá más opiniones que vayan en esta línea.Tu calificación final es acorde con todo lo que has planteado, lo veo correcto.

Gracias por tus comentarios y tu puntuación.

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Mzime dijo:

Dr. Ziyo dijo:

Mzime dijo:

Formalmente correcto, es este relato un clásico relato de posesión clásica. El hilo narrativo es bueno –menos interesante en el prerrelato de la Ouija- y va incrementándose paulatinamente. La atmósfera está muy conseguida, por típica que sea, y posesión ni que decir tiene…
No obstante, yo creo que al conjunto del relato le perjudica tantos fuegos de artificio al final. Se me antojaron excesivos. La muerte del joven está justificada pues se usa como cebo para perder al sacerdote y la de este porque se usa para perder la del marido, pero la de la esposa es gratuita y el poseedor no gana su alma con la muerte.

En su conjunto, yo le doy un valor de tres estrellas a este relato tan ortodoxo.

Creo entender que dices que la esposa muere. Si es así, me temo que estás equivocado porque en ningún momento se dice que muera, sino que es ella ahora la posesa, con lo cual el poseedor lo único que hace es cambiar de "recipiente".

Gracias por tus comentarios y tu puntuación.

Cierto: las prisas por acabar, seguramente. Era el último. De todas formas, no semodifica mi visión general del relato, ni en lo que se refiere a la escabechina final, pero sí en cuanto a la justificación de todas las muertes, pues a todas las almas se lleva... 

Ya me imaginaba que no cambiaría tu visión, pero me parecía importante aclararte ese punto. De todos modos, pienso participar con dos relatos más (no es una amenaza, jeje), te lo digo para que sepas que aún tendrás faena.no

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Patapalo
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Relato admitido a concurso.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Un relato mucho más cuidado que el otro. Una posesión aún más clásica, lo que está bien, que ya estaba yo pensando que a ver si por ser todos originales no iba a haber ni un solo relato de posesión demoníaca “canónica” enlightened

Muy bien relatado el exorcismo y toda la parafernalia de “niño del exorcista”, desplegando el demonio todas sus dotes terroríficas (quizá en algún punto encuentro un algo de exceso, por reiteración, pero tengo la impresión de que el autor se lo estaba pasando tan bien elaborando maldades que puedo ser comprensiva con semejante debilidad compartida XD).

El problema que le veo al relato es que dejando aparte lo clásico no aporta o añade nada más. Es decir, alguna idea distinta, alguna reflexión que pudiera suscitar, alguna motivación no prevista… Todo ello cosas importantes para mí. 

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L. G. Morgan dijo:

Un relato mucho más cuidado que el otro. Una posesión aún más clásica, lo que está bien, que ya estaba yo pensando que a ver si por ser todos originales no iba a haber ni un solo relato de posesión demoníaca “canónica” enlightened

Muy bien relatado el exorcismo y toda la parafernalia de “niño del exorcista”, desplegando el demonio todas sus dotes terroríficas (quizá en algún punto encuentro un algo de exceso, por reiteración, pero tengo la impresión de que el autor se lo estaba pasando tan bien elaborando maldades que puedo ser comprensiva con semejante debilidad compartida XD).

El problema que le veo al relato es que dejando aparte lo clásico no aporta o añade nada más. Es decir, alguna idea distinta, alguna reflexión que pudiera suscitar, alguna motivación no prevista… Todo ello cosas importantes para mí. 

Me alegro de haber acertado con el tema de la "posesión clásica". yesDesde que me enteré de la convocatoria tuve muy claro que iba a escribir un relato de este tipo, con una posesión tipo "El Exorcista".

Y me alegro de que hayas disfrutado con las dotes desplegadas por el demonio. Efectivamente, me lo estaba pasando en grande en ese punto, XD.

Lamento que no hayas encontrado esa idea distinta, reflexión o motivación no prevista... a ver si a la próxima. yes

Gracias por tus comentarios, Morgan. Me pregunto cuál es la razón de que no hayas puntuado ninguno de los relatos de la convocatoria.

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Como juez que me ha tocado ser en esta convocatoria, no he querido siquiera comentar antes. Y me reservo el suspense de las puntuaciones enlightened, tal como han hecho los jueces en anteriores convocatorias. En mi caso, es por no correr el más mínimo riesgo de influir, perjudicando o beneficiando, la valoración de ningún relato.

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L. G. Morgan dijo:

Como juez que me ha tocado ser en esta convocatoria, no he querido siquiera comentar antes. Y me reservo el suspense de las puntuaciones enlightened, tal como han hecho los jueces en anteriores convocatorias. En mi caso, es por no correr el más mínimo riesgo de influir, perjudicando o beneficiando, la valoración de ningún relato.


¡Aaaaahhhh!, vale, todo aclarado. blush

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Ligeia
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De tan canónico se hace un poco previsible y la truculencia en aumento del final no me acaba de casar con el tono mantenido hasta ese momento, además de que aquí César y sus demostraciones me recuerdan todavía más a Regan McNeill. Tres estrellas:

***

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Ligeia dijo:

De tan canónico se hace un poco previsible y la truculencia en aumento del final no me acaba de casar con el tono mantenido hasta ese momento, además de que aquí César y sus demostraciones me recuerdan todavía más a Regan McNeill. Tres estrellas:

***

No he pretendido en ningún momento que no fuera previsible. Como ya he dicho otras veces, no buscaba en esta ocasión la originalidad, sino contar una historia clásica de posesión, por eso César te recuerda tanto a Regan, ya que las posesiones, al menos que yo sepa, tienen unos rasgos comunes. Viene a ser como los síntomas de la gripe, cada persona tiene los mismos. enlightened

Gracias por tus comentarios y tu puntuación.

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jeje lo sé, yo en mi relato pirata tampoco buscaba ningún giro sorprendente. Y no te creas mucho las pelis, como casi siempre la realidad es distinta y los síntomas varían de un poseso a otro y tampoco suelen tener absolutamente todos los que se veían en el film de los 70... hablando de ello en un capítulo de Cuarto Milenio, nunca olvidaré lo que encontró un investigador en unos archivos de la Inquisición sobre un caso ocurrido en el siglo XVIII, donde el poseso era... un bebé de meses! que hablaba con voz de adulto :S como poco, inquietante...

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Ligeia dijo:

jeje lo sé, yo en mi relato pirata tampoco buscaba ningún giro sorprendente. Y no te creas mucho las pelis, como casi siempre la realidad es distinta y los síntomas varían de un poseso a otro y tampoco suelen tener absolutamente todos los que se veían en el film de los 70... hablando de ello en un capítulo de Cuarto Milenio, nunca olvidaré lo que encontró un investigador en unos archivos de la Inquisición sobre un caso ocurrido en el siglo XVIII, donde el poseso era... un bebé de meses! que hablaba con voz de adulto :S como poco, inquietante...

Sí, la realidad suele ser distinta, a veces menos espectacular que en el caso de El Exorcista, y otras veces igual o más.

Ahora que lo mencionas, yo también vi ese capítulo de Cuarto Milenio (en realidad, los veo todos) no y recuerdo vagamente ese caso que mencionas. Yo diría que más que inquietante...

 

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^^

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Lis
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Puntos: 209

Este es un concurso y, desgraciadamente, ni todos los relatos pueden ganar ni todos pueden formar parte de la antología porque compiten entre sí.

Si tuviera que elegir trece relatos entre los presentados al certamen para publicar una antología sobre posesiones, éste no entraría en mi lista de preseleccionados tras la lectura de todos ellos.

Encaja en el tema de la convocatoria pero, por comparación con el resto, le costaría mucho más que a otros contribuir al éxito de la antología mediante una historia llamativa, calidad literaria o tirón comercial.

★★☆☆☆

Sin embargo, siento muchas ganas de escribir por parte del autor o autora y le animo a que siga haciéndolo. Ojalá me permita leer otras de sus obras en próximas ediciones del concurso.

¿En qué puedo ayudarte?

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LCS
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Poblador desde: 11/08/2009
Puntos: 6785

Relato bastante clásico, fluido y que se lee muy bien, consiguiéndonos de este modo, introducirnos sin problema dentro de la trama.

Ahora vienen, me temo los palos. El título me parece demasiado obvio. Creo que más que una puerta de entrada, es un resumen del argumento. 

Creo que el narrador debía abstenerse de valoraciones como “ Y no lo era. Era algo peor” y de usar recursos propios del cine como “Cinco meses después”, sobre todo si se escribe en negrita.

No sé si es algo buscado, pero a partir de cinco meses después cambia el tiempo verbal de la narración. Pasa de pasado a presente. Tampoco me gusta el uso de mayúsculas para palabras enteras. Si se quiere mostrar que se grita lo correcto es eso: usar una acotación y escribir gritó.

Por lo demás, el relato cumple su función: pasar un buen rato, disfrutando de su lectura.

Mi puntuación: dos estrellas y media

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Puntos: 2776

Lis dijo:

Este es un concurso y, desgraciadamente, ni todos los relatos pueden ganar ni todos pueden formar parte de la antología porque compiten entre sí.

Si tuviera que elegir trece relatos entre los presentados al certamen para publicar una antología sobre posesiones, éste no entraría en mi lista de preseleccionados tras la lectura de todos ellos.

Encaja en el tema de la convocatoria pero, por comparación con el resto, le costaría mucho más que a otros contribuir al éxito de la antología mediante una historia llamativa, calidad literaria o tirón comercial.

★★☆☆☆

Sin embargo, siento muchas ganas de escribir por parte del autor o autora y le animo a que siga haciéndolo. Ojalá me permita leer otras de sus obras en próximas ediciones del concurso.

Gracias por tus comentarios y puntuación.

Por cierto, curiosa manera de comentar los relatos.

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Dr. Ziyo
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Poblador desde: 30/01/2016
Puntos: 2776

LCS dijo:

Relato bastante clásico, fluido y que se lee muy bien, consiguiéndonos de este modo, introducirnos sin problema dentro de la trama.

Ahora vienen, me temo los palos. El título me parece demasiado obvio. Creo que más que una puerta de entrada, es un resumen del argumento. 

Creo que el narrador debía abstenerse de valoraciones como “ Y no lo era. Era algo peor” y de usar recursos propios del cine como “Cinco meses después”, sobre todo si se escribe en negrita.

No sé si es algo buscado, pero a partir de cinco meses después cambia el tiempo verbal de la narración. Pasa de pasado a presente. Tampoco me gusta el uso de mayúsculas para palabras enteras. Si se quiere mostrar que se grita lo correcto es eso: usar una acotación y escribir gritó.

Por lo demás, el relato cumple su función: pasar un buen rato, disfrutando de su lectura.

Mi puntuación: dos estrellas y media

Celebro que te haya gustado.

Ahora vamos a los palos. El título me trajo de cabeza hasta el último momento, barajé cuatro o cinco distintos hasta que me quedé con el definitivo. Que es demasiado obvio, dices, bueno, es mi manera de dejar claro de qué iba el relato. Tal vez no acerté, pero yo no lo tengo tan claro.

En cuanto a esas valoraciones que dices que no debería poner, son cosas que he copiado de libros y autores consagrados. Pensé que si lo hacen ellos, que son los que saben, estaría bien hecho y lo podría incluir en mis relatos. De hecho, a mí me gustan ese tipo de frases que yo considero contundentes y parecen decirnos: "cuidado, que ahora vienen curvas". no

Lo de "Cinco meses después", quizás no debí escribirlo en negrita, pero por lo demás, no veo por qué no ponerlo. Puede que parezca cinematográfico, pero no veo que eso sea malo. Si no recuerdo mal, creo haberlo visto también así escrito en algunos libros, aunque confieso que mi memoria es pésima, pésima, pésima y podría estar equivocado.heart

En cuanto a lo de cambiar de tiempo verbal, se debe a que, tras esos cinco meses, la acción transcurre en el presente. Debí haberlo aclarado, pero me pareció que se sobreentendía, o puede que lo diera por supuesto al ser yo el autor.

El hecho de poner alguna palabra en mayúsculas es una elección personal porque me parece que no es suficiente con ponerle exclamaciones. Ya digo anteriormente que el sacerdote grita y le pongo sus correspondientes exclamaciones, pero luego digo que vociferó, y por eso opté por ponerlo en letras mayúsculas, quería que se notara la diferencia. Que no sea lo correcto... puede ser, pero de nuevo tengo que decir que lo he visto así escrito en libros de autores famosos y por eso me he decidido a hacerlo de la misma manera.

Y ya está. enlightened Gracias por tus comentarios y tu puntuación.

 

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LCS
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Gracias a ti, por tomarte las críticas con buen humor. No es nada fácil. Y, por cierto, no me hagas hablar de los autores consagrados, que me pierdo. laughno

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LCS dijo:

Gracias a ti, por tomarte las críticas con buen humor. No es nada fácil. Y, por cierto, no me hagas hablar de los autores consagrados, que me pierdo. laughno

Jajajaja enlightened

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Patapalo
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Puntos: 209184

Un relato desbordante de energía y que tiene unas cuantas imágenes para la posteridad, pero que creo que necesita una reorganización. La introducción, aunque es correcta, no aporta nada. Si durante la misma hubiéramos sabido algo más del protagonista, eso hubiera aportado una dimensión humana a la segunda parte. Sin embargo, el chico es un adolescente cualquiera.

La segunda parte tiene momentos tragicómicos y mucha fuerza visual. Funciona igual de bien que la anterior pero tiene más potencia y carácter propio. Muy bien definido el demonio, aunque creo que podrías haber sacado más partido a algunas escenas, como la de la masturbación. No obstante, creo que cojea en, por ejemplo, la revelación del secreto del sacerdote. Aparte de ser muy evidente, es en exceso conveniente y solo se justifica desde un punto de vista narrativo. Si hubiéramos sabido algo del cura antes, funcionaría mejor. Una alternativa es seguir el tono más tragicómico y en vez de un oscuro secreto, hacer que el sacerdote pierda los papeles sin más frente a las provocaciones del demonio.

En conjunto, creo que hay buena materia prima, pero que le ha faltado algo de reposo o perspectiva. Como relato gamberro sigue funcionando, en cualquier caso.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Hedrigall
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Puntos: 1132

El relato tiene vigor, de eso no hay ningún tipo de duda, y mantiene un buen ritmo. De hecho, un ritmo endiablado que apenas da descanso al lector, en especial en la segunda parte de la historia. Argumentalmente es un relato simple, montado lo justo como para que el autor pueda explayarse, como era su intención, imagino, en la escena de la posesión, que si bien empieza con reminiscencias al clásico del Exorcista, luego demuestra una singular imaginación en su desarrollo. Una malsana imaginación, dicho con la debida admiración. El cierre es grandilocuente, exagerado, poco creíble, pero consistente con el crescendo de la historia. 

El aspecto negativo es la ausencia de argumento y la simplicidad de la trama. La forma ofrece momentos de fuegos artificiales pero el fondo es vacío. César carece de corporeidad como personaje, pues solo interesa lo que el demonio hará con él en ese malogrado exorcismo. De hecho, casi se perfilan más algunos personajes secundarios en la sesión de Ouija que el propio protagonista. La sesión de Ouija, esa introducción del relato, se prevé demasiado larga para lo que terminará siendo el núcleo y desenlace de la historia.

 

Me ha parecido notar un ligero exceso de gerundios en al apartado técnico, pero en general lo encuentro bien narrado formalmente.

 

2,5 estrellas

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Dr. Ziyo
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Puntos: 2776

Patapalo dijo:

Un relato desbordante de energía y que tiene unas cuantas imágenes para la posteridad, pero que creo que necesita una reorganización. La introducción, aunque es correcta, no aporta nada. Si durante la misma hubiéramos sabido algo más del protagonista, eso hubiera aportado una dimensión humana a la segunda parte. Sin embargo, el chico es un adolescente cualquiera.

La segunda parte tiene momentos tragicómicos y mucha fuerza visual. Funciona igual de bien que la anterior pero tiene más potencia y carácter propio. Muy bien definido el demonio, aunque creo que podrías haber sacado más partido a algunas escenas, como la de la masturbación. No obstante, creo que cojea en, por ejemplo, la revelación del secreto del sacerdote. Aparte de ser muy evidente, es en exceso conveniente y solo se justifica desde un punto de vista narrativo. Si hubiéramos sabido algo del cura antes, funcionaría mejor. Una alternativa es seguir el tono más tragicómico y en vez de un oscuro secreto, hacer que el sacerdote pierda los papeles sin más frente a las provocaciones del demonio.

En conjunto, creo que hay buena materia prima, pero que le ha faltado algo de reposo o perspectiva. Como relato gamberro sigue funcionando, en cualquier caso.

La introducción era nada más que un punto de partida, algo para dar comienzo a la historia, para que se viera su origen. No me interesaba (a mí por lo menos) profundizar en César, sino sólo presentarlo y presentar los hechos que le llevaban a estar en esa situación, ya que para mí lo "gordo" era el acto de posesión en sí y el desenlace.

Lo digo muchas veces como excusa, pero es que es la verdad, si no hubiera tenido ese límite de palabras, habría cosas en las que me habría detenido más. Pero cuando ves que estás a punto de llegar al tope, tienes que recortar de alguna manera.

Muchas gracias por tus comentarios y apreciaciones.

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