La furia de Dracula
Devir nos permite revivir las aventuras que Van Helsing y sus aliados vivieran en la novela más famosa de Bram Stoker
1898. Ocho años después de que se le diera por destruido, Dracula ha vuelto para vengarse y dominar Europa. Este es el desafío que nos plantea Stephen Hand en La furia de Dracula, un juego de Games Workshop publicado por Devir en España.
Los elementos que lo componen, con una estética muy cuidada y materiales de gran calidad, que en su afán detallista incluye incluso miniaturas de los personajes implicados en la historia a modo de peones, seducirá de inmediato a los aficionados al género. Sin duda un buen modo de empezar con un juego que homenajea una de las obras más importantes de la literatura anglosajona y de las más populares dentro del género de terror. Las más de doscientas cartas, ilustradas con gran acierto, los dados propios del juego (que sirven para resolver situaciones especiales), los distintos tipos de marcadores y plantillas de referencia y el impresionante tablero muestran a las claras que La furia de Dracula es el equivalente a una superproducción en el ámbito de los juegos de mesa. Por suerte, no todo queda en apariencias, y el sistema de juego ideado por Stephen Hand supera incluso el apartado estético del producto.
Durante las partidas, un jugador encarnará al conde Dracula, quien, ocultándose por las distintas ciudades europeas, va sembrando la semilla del mal en su afán por crear un ejército de vampiros mientras los demás jugadores, interpretando a los cuatro eternos rivales del vampiro, tratan de localizarle y destruirle. La incertidumbre de esta búsqueda se consigue con un ingenioso sistema: Dracula va marcando las ciudades que visita con las cartas de ruta, las cuales, colocadas boca abajo, indican hasta seis lugares visitados (como es natural, el rastro se "enfría" a medida que pasa el tiempo). Como el vampiro está en continuo movimiento, esta estela va cambiando turno tras turno, y los investigadores deberán estudiar bien sus movimientos por el mapa de Europa para conseguir interceptarle: cuando viajen a la ciudad adecuada, parte de la ruta de Dracula será revelada. A partir de ahí, es cuestión de ver las conexiones que existen entre ciudades, ya que el vampiro tiene dificultades para viajar por mar y, además, no puede aprovechar los ferrocarriles.
Para complicar esta tarea de rastreo, el jugador que controla a Dracula podrá ir colocando marcadores en las cartas de ciudad que deja atrás, preparando desagradables encuentros a Van Helsing y compañía que pueden ir desde intentos de asesinato a jaurías de terribles lobos. Asimismo, dispondrá de poderes especiales que, cómo no, serán más impresionantes de noche. Los cazavampiros deberán usar todos sus recursos para imponerse a las fuerzas del mal y propiciar un encuentro en el momento más adecuado para poder derrotar al príncipe de las tinieblas.
Los encuentros con Dracula, otro de los aciertos del sistema de juego, variarán en función del equipo que lleven encima los investigadores y, cómo no, con la hora del día: es más que conveniente evitar enfrentarse al vampiro de noche. Así, el abanico de “cartas de combate” cambiará considerablemente, lo que da mucho color a los enfrentamientos al tiempo que potencia el lado táctico de las partidas.
Otro punto positivo es que, a pesar de la riqueza de elementos del juego (como las numerosas cartas de evento y de equipo, o los variados “rastros” que va dejando Dracula), su mecánica es más bien sencilla, y una vez en marcha la partida, se le coge rápidamente el pulso: los combates son por mera comparación de cartas y lanzamiento de un dado, las fases de movimiento son muy regulares, etc. Esto permite que la atención de los jugadores se centre en lo realmente importante: la táctica, que se desarrolla por simple sentido común.
Las partidas cambian considerablemente de una a otra, pues la libertad de acción es grande, aunque la tensión depende en gran medida de la habilidad de Dracula, por lo que es conveniente que el jugador más experto encarne este papel. El único punto algo negativo es que, si juegas en el lado de los héroes, al tener un objetivo común tus elecciones estarán, hasta cierto punto, coartadas. Un detalle de poco peso para un juego redondo en el que se aúna, con mucho acierto, la ambientación con el sistema de juego.
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