He vuelto del colegio de llevar a los críos y cuando echo la mano al bolsillo ¡me he olvidado las llaves!
El portón del cobertizo para los coches lo dejamos abierto, pero la puerta de casa ¡cerrada!
Genial. Todo sudado del esprint final de es viernes ponte a tope con la bici remolque patapalo y solpando el mistral que es una delicia (como el cierzo en ZGZ pero en versión rural). Así que ahí estaba yo pensando qué era lo mejor, si volverme a Lussas a pedir que me fiaran en el bar, si escalar por la fachada a alguna ventana con la esperanza de que los críos hubieran cerrado mal (y el riesgo de que me peguen un tiro viendo que tenemos ladrones últimamente por la zona) o directamente romper una ventana cuando he visto que mi amante esposa me había dejado las llaves en una maceta.
Menos mal, copón. Qué rato más majo he pasado.
ps.- lo malo de trepar una fachada así es que si me esbarizo y me casco una pierna, no es el bebé el que me va a sacar las castañas del fuego, y con la densidad de población que hay por aquí como para que te localicen rápido, sabes.
Ni el gato ni las ratas han prestado la menor ayuda, cabritas.
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Sólo tiene convicciones quien no ha profundizado en nada.