Este verano me he podido escapar unos días a Italia, a Torino, con mi mujer, la hija 2 y el bebé 5 y, cómo no, me he tenido que acordar de natxo, pero no porque hiciera su Erasmus en Italia, sino por conflictos sexistas.
A ver, (aquí la Girl me crucificaría): nos vamos a una pizzería a cenar después de día pateando calle y el bebé, que es un bendito y no llora nunca, decide expresarse libremente a pleno pulmón. Avergonzado hasta la médula, marcho para la calle para calmarlo y, cuando deja de llorar, de vuelta para dentro. Y el crío, que ya sabe cómo funciona, en cuanto me siento empieza de nuevo. Así hasta que la sexta vez, entre las risas generalizadas del resto de comensales, me inercepta la camarera y me dice: "Oiga, ¿es un MASCHIO?" (Useasé, un MACHO). Y yo, "¿ein? sí, sí, un ragazzo". Y la tipa me dice, toda conciliadora: "Entonces, es que tiene razón".
Y yo creía que igual no me había enterado mucho, pero nos volvió a pasar tres veces (sí, bebés de viaje, por buenecicos que sean) y la respuesta siempre la misma: si es un macho, tendrá razón en montar el pollo.
Ninguna queja con los italianos, eh, que estuvieron encantadores, pero el tema este me flipó bastante.
ps.- no hubo huevos de hacer el experimento de decir que era una ¿femina?, así que no sé si la respuesta hubiera sido la misma.
TODAS PUTAS
yo me voy a la mieeeeeeerda, y tu donde vaaaas, culiiiiito seeexy
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