Viajes en el tiempo, universos paralelos… ¡y pizzas! ¡Ahhhh! ¡Hemos vuelto!
Las arañas cuelgan de la pared, pero yo cuelgo... de una palmeeeeeeera... ¡Ah! ¡Vaya, al tajo! Si has entrado aquí por error cuando pretendías leer un artículo sobre la última generación de consolas o el último torneo de motorbikes, te invito a que te quedes. ¡Lo que diremos te será útil si entras en un agujero de gusano! ¿Que es poco probable? Eso dicen los que luego acaban atrapados en un ascensor...
Estamos en OcioZiencia, puesta con su zeta, han leído bien. Os comparto una reflexión a cuenta de esto. Algo que nunca entenderé es por qué la gente escribe mal en internet. O más aún, por qué me dicen que yo escribo bien simplemente por usar acentos, comas y demás. Mire, no es que yo sea Garcilaso, es que escribo como hay que escribir. En los SMS entiendo que se use lenguaje-Tarzán porque el espacio es dinero, pero por aquí me sale lo mismo poner “hola amigos” que “ola amigs”. Lo mismo que por teléfono hablamos igual que cara a cara, en el ordenador deberíamos escribir igual que en el papel. Eso era, se acabó la clase de Gramática por hoy. Nada, que al fin estrenamos cabecera y logotipo acorde con nuestra nueva web. ¿Os gusta? Y a quién no.
Lo cogemos donde lo soltamos: los agujeros de gusano (más detalles en el OcioCiencia 1.1). Finalizamos diciendo que esos agujeritos nos daban la posibilidad de viajar en el tiempo, ahora veremos de qué forma.
Mirad, yo de ciencia sé... menos que nadie, pero sí sé que cuando un objeto se mueve muy rápido entonces el tiempo transcurre más lento sobre el objeto (es uno de los primeros resultados que se ven en la Teoría de la Relatividad). En esta línea tenemos la conocida paradoja de los gemelos (el gemelo que va de paseo espacial a velocidades altísimas volverá a la Tierra más joven que el que se quedó en casa). Esto se aplica para el caso de un agujero de gusano, donde no tenemos dos gemelos sino dos extremos (el comienzo y el final del túnel que es el agujero). Por tanto, si estiramos un extremo, queda acelerado y “envejecería” más lentamente que el otro, o lo que es lo mismo, el otro extremo se nos va al futuro.
Pensemos que el extremo A está quieto mientras que el B está viajando por el espacio a una velocidad enorme. Por ejemplo, pensemos que para cada minuto que pasa para A, en B pasan sólo 59 segundos. Ahora supongamos que movemos A a la velocidad de la luz durante un día, y luego... ¡páralo, Paul! Sí, lo paramos. Como B ha perdido un segundo por cada minuto movido, está ahora a 24 minutos de A yendo a la velocidad de la luz (B perdía 1 minuto por hora que pasaba en A). Esto significa que si entraras por A, ¡saldrías por B justamente 24 minutos antes de entrar por A! ¡Amigo... has viajado al pasado, sí! ¡24 minutos al pasado, todo recto, y sin usar plutonio! ¡Qué fuerte, Doc! Cachis, ¿por qué son tan fuertes las cosas en OcioZiencia?
De este modo, si tenemos un extremo en el año 1433 y aceleramos bestialmente el otro, éste último pasará a hallarse en el futuro, por ejemplo en el 2009. Para el extremo que quedó quieto también pasará el tiempo (¡en todas las cosas pasa el tiempo!), pero menos rápido, con lo que podría estar en el año 1492. Así, un viajero que entrara por el extremo del 2009 saldría por el del 1492 y podría saludar a Cristobal Colón (si fuese a buscarlo a la Tierra y lo encontrase, claro).
¿Y qué extremo te haría volver al pasado? ¡Ambos! Ya se ve, a cada pregunta que nos hacemos obtenemos respuestas más estrambóticas (será mejor ir preparando la camisa de fuerza). La respuesta es “ambos” porque según la Relatividad cada uno parece moverse respecto al otro. Teóricamente, si te gusta el paseíto y repites viajes por el agujero un número infinito de veces, en algún momento llegarías al instante en que se creó el agujero de gusano, y se acabó la broma.
Este procedimiento es muy simple, es casi como jugar con plastilina. Recuerdo aquella vez de pequeñito que hice un monigote de plastilina y lo espachurré. Al momentó me arrepentí y pensé “espero que Dios estuviese dormido”, ¡ja! Bueno, que este procedimiento simplista se considera inviable para crear una “máquina del tiempo”. Entre las dificultades que encontramos, primero está que habría que dar con un agujero de gusano, luego hacer el estiramiento bestial, y por último controlar la cantidad de tiempo que transcurre en cada extremo. Además, ¿quién te dice que al estirarlo el agujero no se vaya a romper? Por eso, es mejor dejar estas cosas en manos de los maestros pizzeros (¿habéis jugado ya al Mamma Mia!?). Quién iba a decirlo, muchos físicos, matemáticos, nanotecnólogos, astronautas… y al final podría ser que la esperanza de la humanidad para viajar por el universo esté en tipos como éste:
Vale, por lo que se ve con agujeros de gusano naturales (que aún ni se han detectado) la cosa está difícil. Pero entonces, si aún no tenemos ninguno, ¿por qué no los construimos? Buenooooo, ¡yo no iría tan lejos! Calma, calma. Antes de hacer un agujero de gusano será mejor que nos fijemos en cómo podrían surgir en la naturaleza. Actualmente se barajan dos opciones (probablemente haya una tercera, como que Dios se haya dejado abierto algún desagüe, pero por ahora lo dejaremos en dos).
La primera posibilidad se da a escalas enanísimas, subatómicas, donde parece que el espacio-tiempo se “cuece” en una extraña estructura espumosa. En ese mundo chiquitín continuamente se crean y se destruyen por doquier agujeros de gusano diminutos, y nosotros sin saberlo. Si nuestros microscopios no están sucios y realmente eso es cierto, en un futuro podríamos llegar a ser capaces de trincar un agujerito de gusano, estabilizarlo y ampliarlo para crear un túnel espacio-temporal por el que viajar... con todos los riesgos que eso lleva, tal y como cuando estaba en el campo y me atacó un caracol.
La segunda posibilidad está en el cosmos, en los agujeros negros. Ya se ha postulado que algunos agujeros negros son realmente agujeros de gusano. Esta teoría es más atrevida y temeraria que cualquiera de las mías (que ya es decir) pues habla sobre qué ocurre dentro de los agujeros negros, donde la materia que cae queda dispersada y luego sale como radiación de fondo... de fondo del asunto, digo yo. Sin embargo, de ser cierto hay un pequeño contratiempo, un problemita de nada: las fuerzas gravitacionales de los agujeros desgarrarían a cualquier viajero que se acercase para dejarlo reducido a átomos. ¡Pero podemos salvar ese insignificante obstáculo! Nos bastaría dar con un agujero negro que fuese tan grande como para que sus fuerzas gravitatorias fuesen pequeñas. Desafortunadamente, dichos agujeros quizás estén en el centro de las galaxias. Jo, para llegar a ellos serían muy útiles los agujeros de gusano... ¿Os dáis cuenta? Es el cuento de la lechera, para comprarnos un coche en el concesionario más cercano necesitamos ir en coche.
Estas dos hipótesis no nos han dado muchas esperanzas para fabricar nuestro agujero de gusano. De hecho nos han dado más complicaciones. Veámoslo con una analogía.
Imaginemos un remolino en un lago, pero un remolino grande cuya base llega a tocar el fondo del lago. El remolino absorbe todo lo cercano y lo pone bajo agua (actúa igual que un agujero negro, ¿verdad?). Ahora imaginemos que tenemos dos que están cercanos, y que repentinamente se tocan. Por un corto periodo de tiempo sus bases quedarán conectadas y formarán un túnel bajo agua. Esto más o menos es un agujero de gusano. Pronto la fuerza centrífuga que mantenía unidas ambas bases será superada por el peso del agua superior y colapsará en los dos remolinos originales.
Esto nos viene a decir que si supiésemos cómo formar un agujero de gusano, probablemente éste se colapsaría casi al momento de ser creado, y cualquiera que intentase entrar en él sería hecho puré (¡desde luego, ese alguien se habría tirado de cabeza para colarse en tan poco tiempo!).
Sin embargo, queda una esperanza. Un rayito de luz, y no es Marisol. Recientemente un físico demostró que un tipo de materia exótica poseía la energía necesaria para mantener abierto el agujero de gusano, así que no habría más que meterla dentro del agujero (vaya frasecita) para hacerlo estable. Pero, ché, quieto. Eso no sería tan sencillo. Cualquier viajero que fuese por el agujero estaría viajando con altas densidades de esa materia exótica, y puede que eso tuviese efectos dañinos. Nada, nada, aunque sean suposiciones, con la salud no se juega.
Prudentemente, por ahora sería mejor renunciar a nuestros perversos planes de crear un agujero negro y, en todo caso, retornar nuestra atención a los que pueden existir de forma natural. Seguro que alguien acaba sacando un manual de cómo ligarse a un agujero de gusano, pero os aseguro que tienen su dignidad y no son fáciles. La buena noticia es que sin necesidad de manosearlo podemos viajar al sitio que nos lleve. No obstante eso no es nada alentador, pues no sabríamos ni en dónde ni en cuándo estamos. Vamos, iríamos más perdidos que (ponga aquí el último chiste que escuchó). Al salir por el otro extremo llegaríamos a donde sea antes que cualquier rayo de luz que vaya por fuera del agujero, con lo que el viaje en el tiempo estaría garantizado. Eso está claro.
En cambio científicos como Stephen Hawking consideran que debe existir alguna ley en la Física que impida los viajes temporales. Según la conjetura de protección cronológica de Hawking, nadie puede viajar en el tiempo porque si lo hiciera podría volver al pasado y matarse a sí mismo, impidiendo que en un futuro pudiese usar el agujero de gusano para viajar al pasado y matarse a sí mismo (lo siento, tenía que ponerlo al completo para no dejar dudas). Naturalmente, la paradoja también se da si alguien viajase al futuro. Alguien podría viajar al futuro cuatro años, buscarse y luego matarse. La persona que hiciese eso, además de ocupar la primera plaza en el ranking de imbéciles, sería la única capaz de conocer con todo detalle las circunstancias de su muerte y vivir un poco más (en nuestro caso, cuatro años) para contarlo. Pero al pasar cuatro años podría esperar con un rifle a su yo del pasado y, nada más aparecer, llenarlo de plomo, que es algo más estúpido aún, pues eso a su vez mataría a su yo del futuro... Vale, si queréis lo dejamos en hacerlo prisionero. Da igual, eso le impediría al yo del pasado regresar a su presente y perderse cuatro años de la historia (que no de su vida) de golpe. ¡Toda esta teoría implica que el futuro está predeterminado y no puede cambiarse! Lo que nos lleva a estar seguros de una cosa: la impredecible teoría de la Mecánica Cuántica tendría que cambiarse, como ya lo he dicho en alguna ocasión. ¡Yo así lo creo!
Hay una solución alternativa: los universos paralelos. Esta hipótesis nos lleva a pensar que el universo constantemente se podría estar dividiendo en otros universos a partir de distintos sucesos que ocurren en él, lo que da lugar a diferentes realidades paralelelelelas. Qué digo, ¡da lugar a cientos, miles, infinitos universos! ¡Un multiverso! Entre ellos quizás haya realidades muy similares, pero también habrá muchísimas más que sean muy distintas. La gracia está en que si viajas atrás en el tiempo podrías aparecer en una de esas realidades diferentes, con lo que nunca podrías actuar sobre tu auténtico yo del pasado sino en un duplicado tuyo que está en un mundo paralelo. ¿Un dibujito? Oído cocina:
Como se puede ver, un universo primordial da lugar, a partir de nuestros actos frente a distintos estímulos (comer/no comer, confesar/arrepentirse y ver una tarta), a varios universos (llegamos hasta a cuatro). Está claro que no existe un solo paso que no deje huella en nuestra vida.
El diagrama que hemos expuesto se llama matemáticamente grafo. Concretamente, este tipo de grafo que presenta ramifiaciones se llama árbol. Quizás en otros OcioZiencia os hable de los grafos (si me lo pedís...). Tienen un origen histórico bonito, son versátiles, y si les damos orientaciones nos valen para diseñar, por ejemplo, líneas de metro. ¿Se puede dar más por menos? Igual sí.
Bueno, volviendo al tema, si estuviésemos en el universo “3 azul” donde nos lamentamos de no haber probado el bizcochito y deseásemos volver al universo “1 rojo”, en nuestro viaje al pasado podríamos ir hacia otra rama no mostrada en el gráfico (es que no quería liar las cosas) donde no estamos ciertamente en el universo “rojo” sino en otro muy parecido. Supongamos que cuando viste la tarta ese mismo día habías ido al cole. Bien, pues habría otro universo “2 rojo” en el que no habrías ido a clase (para más inri a tu travesura) y podrías aparecer en él, encontrando a tu yo del pasado que no está en el pasado que recuerdas. Luego, aunque no podrías actuar sobre ti mismo, sí podrías hacerlo sobre un duplicado tuyo. ¿Y si lo matases, qué? ¡Pues esa realidad se quedaría sin tu duplicado, y tú podrías ocupar su sitio!
Lo sé, demasiada fantaciencia por hoy. De hecho, por cosas como ésta la opinión científica está muy dividida en cuanto a viajes temporales. Os resumo las distintas ideas en una sola:
No se tiene ni pajolera idea de si se puede o no viajar en el tiempo.
Hace poco tuve en mis manos un libro que contenía todos los artículos de Kurt Gödel, uno de los mejores lógicos del siglo XX. El tal Gödel (se lee guédel) era uno de esos científicos teóricos cuya sola presencia en una ciudad haría que todos los ordenadores empezaran a fallar. Sus trabajos son fascinantes, y de hecho él acabó tarumba, como le pasó a Cantor, el primer matemático que se puso a estudiar el infinito. Que me desvío, según Gödel viajar en el tiempo es teóricamente factible, del mismo modo que lo es viajar en el espacio. Al igual que cada uno de nosotros ocupa un espacio y nadie puede suplantarlo (por mucho que jugemos al Twister), todos ocupamos un tiempo, y de algún modo no podemos afectar al tiempo de los demás. En el siguiente capítulo seguía añadiendo más cosas y ecuaciones, pero ya entonces llegó la hora de cierre de la biblioteca y no hice mucho caso a lo que decía Gödel.
Personalmente, por mucho que se investigue en temas de viajes por el tiempo, no creo que vaya a estar a nuestro alcance la posibilidad de llegar a otra galaxia el día antes de dejar la nuestra. Eh... Quizás esta declaración en el futuro sea recordada como una metedura de pata comparable a aquella del que dijo (no recuerdo ahora, pero era un Lord o un Sir) que colocarle una hélice a un barco era estúpido porque haría girar el barco sobre sí mismo. Pero bueno, oye, yo al menos me he mojao (y sin caerme de un barco).
Antes de despedirnos hasta la entrega 1.4 me gustaría por una vez invertir los papeles y, alehop, plantearos una pregunta (si funciona a los dos sentidos, esto se va a volver un partido de tenis). Supongamos que los agujeros de gusano existen, ¿por qué ninguna civilización extraterrestre los ha usado para visitarnos? ¡Quietos paraos! ¡Freeze, freeze! Antes de que digáis nada, vamos a evaluar las posibilidades. Pudiera ser que no haya más civilizaciones inteligentes en el universo, lo cual parece muy tajante y poco probable (a partir de 100 años-luz puede haber de todo). También podría ser que esas civilizaciones no saben cómo usar los agujeros de gusano, pero esto también parece poco probable, pues matemáticamente es viable y hemos de recordar que la Tierra tiene 4.000 ó 5.000 millones de años, mientras que la galaxia tiene por lo menos el doble, con lo que seríamos los recién llegados y el resto de civilizaciones estarían mucho más avanzadas. Así que, en el supuesto de que se puede viajar en el tiempo y hay otras formas de vida que conocen el modo, ¿por qué no lo han hecho? (no vale decir: “porque no les han salido de los coj...”).
Respondedla, porfa. Es sólo por imaginar y pasar un buen rato. Venga, no me vayáis a dejar con el culo al aire. ¿Os estoy pidiendo ayuda? No, os estoy pidiendo unas calzonas. Ah, y no esperéis que diga quién ha acertado, eh. Lo más ofensivo que me han dicho recientemente es “sabes tanto que ya no sabes ni dónde te da el aire”, y eso no va muy desencaminado xDDDD-D-De hecho, muchas veces me han preguntado cuál fue el examen donde más lo bordé, y siempre he respondido que el comentario de texto de Selectividad, porque es muy difícil aprobar escribiendo tantas tonterías.
Así que... ¿sugerencias? ¡Oh, santo cielo! ¡Esperad, eso es un agujero de gusano! ¡Y de dentro sale una luz! ¡Oh, vienen hacia aquí! ¡Oh, me estoy conmocionando en tiempo real! Si salgo de ésta, en el siguiente número os hablaré un poco de la Teoría de la Evolución (intentando no mencionar a los X-Men), con motivo de la efemérides de la obra de Darwin.
¡Hasta entonces, gusanitos!
Venga, voy a aventurar una respuesta: simplemente, en la inmensidad de coordenadas espaciales y temporales les ha sido imposible dar con nosotros. Cuestión de estadística, vaya.
Magnífico artículo el de hoy: me ha encantado y me ha aclarado un poco más las cosas de este tema recurrente. También me has despertado la curiosidad: ¿hay documentadas investigaciones científicas que haya hecho enloquecer a los investigadores? Es decir, ¿hay muchos casos como el que comentas en el artículo?
Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.